X Siempre Mamá

El Nunca Jamás

Estela

¿Porque te aferras tanto al pasado?

Le preguntaba a mamá, cada vez que por casualidad la veía ver el álbum de fotografías de nuestra familia. Triste, sujetando recuerdos que no regresarían. Ahora la entiendo. Es porque talvez ese pasado que tanto añoraba de aquellas hojas brillantes, fue un futuro que en verdad le gusto tener.

Yo, estoy segura que no tendré un futuro inolvidable como tuvo mamá.

Un futuro en el cual podre ser feliz.

Es raro.

Se cambiaron los papeles. Ahora soy yo la que se esta aferrando al pasado como nunca: con uñas y dientes. Esperando con ansias, que el minutero del reloj no siga su rumbo de siempre, que por sola esta vez, sus manecillas den la vuelta hacia atrás, retrocediendo los días, meses y años que pasaron, que el tiempo mismo me de la oportunidad de volver a ser niña, de no crecer, para poder por fin dejar de sentir está sensación de tristeza que llevo por dentro, por convertirme tan rápido en un adulto, con responsabilidades y dejar de pensar en un futuro incierto.

En este instante lo único que quiero es quedarme a lado de mamá, y que acurrucada en sus abrazos me haga olvidar que el tiempo ya no es mi enemigo.

Y que la muerte existe.

Papá volvió a trabajar al día siguiente de nuevo a fuera de la ciudad por tres días. Así que nos quedamos las tres en casa.

El resoplido a un pañuelo, se hizo presente dentro de mis pensamientos, volviendo me a la realidad, sacándome de un de repente de esas ideas profundas llenas de melancolía. Mire a mi lado. Era mamá, sorbiendo los mocos. Ambas estábamos sentadas en el sillón de su pequeña sala, viendo en la televisión una telenovela, como antes lo hacíamos.

A mamá le fascinaba ver las maratones que daba en la televisión en especial el de las telenovelas, cada vez que iban a transmitir una, mamá se emocionaba tanto, que hacía un montón de palomitas de maíz, que días después, Tomás y yo teníamos que llevar como merienda a la escuela.

Cuando supo de la existencia del reproductor de CDs. Mamá no dudo en comprar uno. Le tomó casi un año juntar todo ese dinero, pero lo logro. Aun recuerdo esa tarde cuando fuimos a la tienda de electrodomésticos, su sonrisa irradiaba un brillo inexplicable, que con solo verla te transmitía muchos sentimientos, alegría pura. Y cada vez que íbamos a comprar algún CDs, ella se comportaba como una niña pequeña, toda emocionada dentro de una juguetería. En verdad, ella, adoraba ver las maratones en la televisión.

Cada fin de semana hacíamos la misma rutina de descanso, que fielmente debíamos de seguir aunque estemos enfermos. Ver distintas maratones en la televisión por las tardes. Todos los viernes en la cena jugábamos a piedra, papel y tijera, para saber que maratón nos toca ver. El ganador escogía la maratón que veríamos. Mamá solo escogía las telenovelas, le encantaba sufrir con las escenas. Tomás era amante de todo tipo de dibujo animado, en especial del anime y yo me inclinaba más a las películas. Me acuerdo que también papá, antes participaba de las maratones. Él no tenía algo en específico que le gustaba mirar, así que nos otorgaba su turno.

La telenovela, que ahora miro con mamá, nos cuenta la historia de una joven que tuvo desde pequeña una vida triste. Pensó que por fin sería feliz, a lado de su esposo, el amor de su vida, pero no fue así, al pasar de los días él mostró su lado oscuro, tratándola mal. Debido a una mentira que llego a los oídos de él. Poniendo en duda su amor por ella. La telenovela se llama Frágil Corazón.

Mamá mira con atención cada escena, y hace gestos graciosos cuando le toman por sorpresa.

La estoy mirando de pies a cabeza, con deseos de poder acariciarla.

Disimuladamente me acerco más a ella y con cuidado poso mi cabeza en su hombro. Mamá no me dice aún nada, sigue mirando con atención la pantalla de la televisión. Estoy recordando, las veces cuando nos quedábamos solas en casa de está misma manera, cuando el cansancio, de un pesado día me dominaba y me quedaba dormida en su hombro o regazo, mientras ella acariciaba mi mano o rascaba con suavidad mi cabeza.

Una lágrima mía cae directo a la ropa de mamá. Estoy añorando tanto aquellos momentos, la nostalgia me come por dentro y de nuevo vuelve ese dolor de su adiós.

No sé si estoy en otro universo paralelo o posiblemente esté es el sueño final que da la muerte. Solo se que se siente bien, estar aquí.

Cierro los ojos y le doy más trabajo a mi cerebro, a todos mis sentidos.

Quiero con ansias, calar su calidez en mi piel.

Quiero que su dulce aroma se impregne en mi nariz.

Quiero que el sonido de su voz permanezca en mis tímpanos, como un suave eco.

Quiero que el brillo de su mirada, permanezca  intenso, en mis pupilas.

Y…

Quiero…

Jamás levantar me.

¡No!

No estoy dispuesta a volver a sentir de nuevo ese dolor en mi corazón, que estoy segura que vendrá a mi al momento de abrir los ojos de este extraño momento. Recordándome en ese instante, que ella ya no está más a mi lado.

De sorpresa un pañuelo desechable se coloca enfrente de mi.

—Ya los se…es inevitable no soltar algunas lágrimas. Está novela tiene mucho sentimiento… Toma… son para los mocos que pronto se harán presencia en tu hermoso rostro.

Sujete el pedazo de papel y estornude algunas  veces, sin levantar mi cabeza de esa posición, del hombro de mamá.

De pronto, un sonido llamo mi atención, me acurruque un poco más al pecho de mamá, la emoción invadió mi cuerpo al volverlo a escuchar.

Lup dup… lup dup… lup dup.

Era el corazón de mamá, latía armoniosamente, casi perfecto como aquellas sonatas de un clásico. La alegría volvió a mi, en forma de sonrisa, al saber que ella si estaba con vida a mi lado.




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