¿y ahora qué?

EL CUERPO Y LA MENTE

EL CUERPO Y LA MENTE

La pregunta de «¿Y ahora qué?» me obliga a reparar en los dos protagonistas de este libro: el cuerpo y la mente, y así poder sentar la base de la pregunta en sí. Al moverme con ellos en el tiempo y en el espacio, también observo a otros cuerpos y otras mentes interactuando conmigo.

El cuerpo humano es un organismo biológico complejo que se puede describir y estudiar en muchos niveles: moléculas y células, órganos que realizan una función, la anatomía, la respiración, la genética, el cerebro, la función del movimiento, etc.

Al observar mi propio cuerpo puedo ver cambios físicos, signos de salud o enfermedad, belleza o fealdad, el lugar que ocupo en el espacio, identidad de género, estilo personal, etc. Y puedo sentir placer, dolor, indiferencia, preocupación, satisfacción, aceptación, vergüenza, orgullo, miedo, etc.

Al observar el cuerpo de los demás puedo estar influenciado por muchos factores, incluyendo mi contexto cultural, mis experiencias personales, mis relaciones con los demás, y mis propias percepciones y prejuicios. Veo la apariencia física de los demás, sus expresiones faciales y su lenguaje corporal, su salud o enfermedad, su estado emocional, etc.

La forma en que veo mi cuerpo y lo expreso puede revelar mucho sobre mi estado mental y actitud, como la confianza, la timidez, los complejos, la alegría o la tristeza.

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Y desde este cuerpo que ahora escribe estas palabras que lees, y con esta mente que ahora piensa en las palabras escritas, siempre me pregunté cuáles eran los valores y las creencias fundamentales que guían y motivan las actitudes y acciones de una persona a lo largo de su vida. Valores como la honestidad, la responsabilidad, el respeto, la justicia, la empatía o la familia. Creencias espirituales, morales y éticas, sociales y culturales, personales y filosóficas, políticas, sobre la salud o creencias supersticiosas.

Todo un mundo complejo y diverso para cada persona, tanto si se es consciente de ello como si no. Y la mezcla de estos valores y creencias, dependiendo de su cultura, educación, entorno, experiencias de vida y personalidad, dan como resultado en un preciso instante eso que soy, eso que eres, o aparentas o crees que eres. Y nuevas experiencias darán como resultado un nuevo «yo» interactuando con el mundo.

Y como la apariencia física está vinculada a la identidad de una persona, incluyendo su género, etnia y cultura, y puede jugar un papel importante en cómo una persona se comprende a sí misma en estos contextos. Está claro que el aspecto físico puede tener un impacto en muchas áreas de la vida de una persona, y la relación entre la apariencia y estas áreas es compleja. La apariencia física interactúa con factores sociales, culturales y personales para influir en cómo una persona se siente, actúa y es percibida por los demás.

Y esos dos protagonistas de la vida, el cuerpo y la mente, me trajeron rápidamente posesiones, deseos, metas y valores como estudiar, viajar, contribuir a la sociedad, lograr una vida equilibrada y feliz, aprender habilidades, comprar una casa, un coche, ropa, ganar dinero, competir, entretenerme, etc.

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Yo: A menudo siento que hay una dualidad entre mi cuerpo y mi mente. Como si a veces estuvieran en conflicto. ¿Qué piensas sobre esto?

Yo Profundo: Es una percepción común, y en cierto sentido, hay verdad en ella. Tu mente y tu cuerpo, aunque están íntimamente conectados, operan según diferentes principios. El cuerpo es tangible, funcional y opera en el reino de lo sensorial. La mente, por otro lado, es el asiento de tus pensamientos, emociones y consciencia, funcionando en un plano más abstracto e intangible.

Yo: Entonces, ¿cómo puedo equilibrar estos dos aspectos de mí mismo? A veces siento que mi mente me lleva por caminos que mi cuerpo no quiere seguir, y viceversa.

Yo Profundo: La clave está en la integración y la comunicación. Es importante escuchar a ambos: a tu cuerpo cuando necesita descanso, nutrición o movimiento, y a tu mente cuando busca estímulo, tranquilidad o reflexión. No se trata de favorecer uno sobre el otro, sino de crear un equilibrio donde ambos puedan coexistir en armonía.

Yo: Pero hay momentos en los que siento que mi mente me traiciona, llenándome de pensamientos negativos o ansiedad, mientras que mi cuerpo simplemente quiere estar en paz.

Yo Profundo: Es comprensible. La mente es poderosa y puede ser tumultuosa. Pero recuerda, tú no eres simplemente tu mente ni tus pensamientos. Eres también la conciencia que observa esos pensamientos. Al cultivar la atención plena y la

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autoconsciencia, puedes aprender a observar esos patrones de pensamiento sin quedar atrapado en ellos, permitiendo que pasen como nubes en el cielo.

Yo: ¿Y cómo puedo conectar mejor con mi cuerpo?

Yo Profundo: La presencia es la clave. Estar plenamente presente en cada momento, ya sea durante una actividad física, comiendo, o simplemente respirando. La meditación y la práctica del yoga, por ejemplo, son formas de fortalecer esa conexión mente- cuerpo. Al centrarte en las sensaciones físicas y en el momento presente, puedes crear un puente entre la mente y el cuerpo, permitiendo que se nutran y se apoyen mutuamente.

Yo: Gracias. Siento que hay un profundo viaje de autoexploración y entendimiento por delante.

Yo Profundo: Siempre lo hay. Y recuerda, la dualidad mente- cuerpo es solo una percepción. En esencia, son dos aspectos de la misma entidad maravillosa y compleja que eres tú. Con el tiempo y la práctica, puedes aprender a vivir en armonía con ambos.

¿Y ahora qué?

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NOTA DEL AUTOR:

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