Septiembre 15, Lunes
Eran pasadas las seis de la tarde. Las gotas de lluvia se deslizaban por el vidrio de la ventana.
Maxon, con su cara sorprendida después de haberle contando sobre los chicos nuevos.
—No sabemos si es de verdad...—habla él. Según Jackie, esos cinco estudiantes de intercambio habían cometido asesinato.
Fueron acusados, pero, ¿a quién mataron?
Jackie no nos dijo eso, y es que tampoco lo sabía.
Ahora todo encajaba más. Sus padres —según Jackie— los habían enviado aquí con permiso del Estado, se estaban quedando en una casona a las afueras de Statestown, a unos quince o veinte minutos a pie.
—Sea verdad o no, dan m-i-e-d-o—silabeó Liss.
—Quizás ellos no son tan malos como...
— ¿Te estas oyendo? —ella volteo a verme—. La palabra asesinato, ¿no te dice nada?
—Bueno, tal vez necesitan una segunda oportunidad y por eso vinieron aquí—me encogí de hombros.
Max alzó las cejas y se masajeó el mentón en expresión reflexiva.
— ¿Segunda oportunidad? —Liss meneó la cabeza—. Los asesinos no merecen segundas oportunidades, sólo las aprovechan para volver a matar. ¿Netflix no te enseña nada? No me acercaré a ellos.
Mire a Max.
—Cass...—achico los ojos.
—Son como nosotros—señale—. Sólo adolescentes.
Hubo un silencio incómodo y vacilante.
—Mañana me presentare y les daré la bienvenida—aclaré.
Ninguno dijo nada.
Luego de esa pequeña charla, ambos se fueron hacia casa. Liss le pidió a su padre que la recogiera, pese a que vivía en la otra cuadra, pero digamos que con unos "asesinos" sueltos por el pueblo, no andaría sola.
Yo me paré frente al ventanal que recuerdo, teníamos en la cocina. Daba hacia la cerca de atrás, al patio. Luego de esa cerca, no había nada, más que árboles y más árboles que se extendían hasta la calle que daba salida al pueblo.
Mientras buscaba con que pasar el rato, le eché un ojo al reloj de pared que estaba arriba del marco de la puerta de entrada a la sala de estar. Marco las 8:00 p.m.
Hora de la cena.
Hurgue en la alacena, y al abrirla, un olor horrible me dio arcadas. Casi vomito. Tapé mi nariz con mi camiseta y busque de dónde venía.
Uno de esos paquetes de pizza instantánea.
Mire en una esquina y estaba comida. Abrí la caja y acto seguido, la tiré en el fregadero.
Había una rata muerta dentro.
Que asco.
Cerré los ojos suspirando. Abrí uno de los cajones, y saque los guantes de limpieza que mamá había comprado y no sé por qué, debido a que ella jamás había limpiado la casa.
Moví la caja temblorosa y tomé al roedor por la cola. Evité no vomitar. Saqué el contenedor de basura, y la tiré allí lo más rápido que pude y cerré la bolsa.
Camine hacia la puerta, giré la perilla y salí al frío de la noche. Caía rocío.
Me acerque al basurero y deje la bolsa allí.
— ¿Cassandra? —me giré.
Exhalé.
— ¿Puedo ayudarla en algo? —forcé la vista, abrazándome debido al frío.
La señora Fox, estaba en la ventana con su gato esfinge en el regazo.
¿Qué hacía en la ventana a esta hora?
— ¿Por qué estas afuera? Podrías enfermarte—se asomó un poco más—. Espero no estés haciendo nada malo, no quiero avisarle a Carlie...
—No, señora Fox—alcé la voz—. Había una rata muerta en mi alacena y sólo saqué la basura.
— ¿Una rata? ¡Dios! —se sobresaltó—. De seguro tienes más, mátalas a todas antes que vengan hacía a mi casa, odiaría tener que llamar al exterminador, aunque tu madre tendría que pagarlo, después de todo, las ratas vinieron de tu casa...
Suspire profundamente.
—Okey, buena noche—levante la mano y me alejé hacia el porche.
Esa mujer en verdad era irritable, no entiendo por qué mamá la dejaba echarme un ojo, en realidad no tenía buena intención haciéndolo, sólo era una chismosa.
Las ganas de cenar se esfumaron, después del cadáver en mi alacena.
Cerré la puerta delantera y trasera, al igual que las ventanas y subí a mi habitación. Me recosté en la cama y chequeé mi celular.
Me metí en insta, y encontré publicaciones extrañas.
Llegaron los marginados, ¿nuevos en State? #MIEDO
Junto con esa frase, una fotografía de los cinco chicos nuevos, que había sido tomada pero estaba algo borrosa.
Fruncí el ceño y seguí bajando.
Buuu, #RaritosALasCincoEnPunto
Otra foto.
Los posts eran todos iguales, los cinco chicos nuevos en distintas fotografías. En algunas, ellos estaban en la foto y los nuevos de fondo.
#Raros #Fenómenos #MIEDO #Marginados
Esos eran algunos de los hashtags que tenían las publicaciones. Y lo peor era, que la mayoría superaban los quinientos likes.
¿Qué mierda?
Pensé. Al parecer todos estaban curiosos sobre lo nuevo en Statestown.
Salí de Instagram y no entré a Facebook, la sensación de que iba encontrar con lo mismo se me presentó. Apagué mi teléfono, y tomé el reloj de la mesa de noche, lo ajuste y apagué las luces.
Di vueltas en la cama, sin poder dormir.
Estuve así un rato largo, hasta que sin darme cuenta logré pegar el ojo.
Septiembre 16, Martes
En la mañana, el timbre del reloj sonó.
— ¡Cassandra, levántate, ese maldito reloj ha estado sonando por media hora!—gritó una voz, que al instante conocí.
— ¡Mierda! —pegué un salto fuera de la cama.
Me arreglé muy deprisa, tomé mi mochila y bajé.
—Buenos días—mire a la cocina.
Mi madre estaba de espaldas, vestía aún su traje. Estaba descalza y con el cabello desordenado. En la mesilla de la cocina, había una botella, por el olor era licor.
—Buenos días—habló sin voltearse.
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Editado: 20.11.2021