Y E L L H A C K E R S

7. El video del cementerio☺

Años atrás...

El pasillo de la estación estaba frío. Había una puerta abierta a mi derecha. La piel se me puso de gallina. El corazón me latía rápido, los ojos se me humedecieron.

— ¿Cassandra Harper?—levante la vista.

Una mujer afroamericana, vestida de oficial de policía. Tenía un vade en la mano.

—Sí...—dije tan bajo, que apenas me escuche.

—Acompáñame—solicito.

—Quiero saber a dónde—ordene con cierto miedo.

La mujer se acercó despacio con una sonrisa de labios cerrados y expresión de "Odio este trabajo".

—A la oficina del sheriff, quiere hablar contigo—aclaró.

Me levante despacio. Caminamos por el pasillo principal, vi a Arya. Al instante que ella me divisó, se volvió un torbellino.

— ¡Maldita!—su cara estaba cubierta de lágrimas.

Justo al momento que iba lanzarse sobre mí, uno de los oficiales la tomo por el brazo y su madre fue a la ayuda.

Gritaba.

Maldecía.

Escupía.

Acusaba.

—No hice nada...—mi voz estaba entrecortada y temblorosa—. Yo jamás le haría daño a Li...

Ella seguía insultándome, asegurándome que iba matarme.

Yo estaba en un pozo, un pozo demasiado profundo.

 

Septiembre 20, Lunes

Lo borroso de la presentación se fue y dejo ver una escena de noche. La calidad mejoro, y en ese video estaban Liss, Sander y otros chicos.

Estaban en el cementerio.

La persona que filmaba se reía, parecía disfrutar el momento.

Liss tenía el rostro asustadizo, llevaba una linterna en la mano derecha y la luz de esta temblaba.

—Creo que debemos irnos...—dijo ella.

—Sólo espera un poco más, aun no terminamos—le gruño Sander.

Mire a Maxon y él hizo lo mismo. Trague grueso.

—Alguien puede vernos—advirtió con un tono elevado.

Sander dejó caer lo que parecía ser una ganzúa.

—Sí te ibas a cagar, no hubieras venido—tomo su brazo, pero ella se zafó con violencia.

—Apúrense entonces—lo miro con un gesto.

Él se río y recogió lo que dejo caer. Sí, definitivamente era una ganzúa.

—Deja esa puta cámara y ven ayudarnos—le susurro entre dientes al camarógrafo.

Los profesores al igual que la directora se volvieron locos, no podían apagar la proyección y tampoco sabía cómo había llegado ese video ahí.

—Ujujuh, miren lo que tengo—un muchacho del grupo de Sander, les mostró un objeto, no alcanzé a ver que era.

¿Qué mierda estaban haciendo?

La grabación se puso negra por algunos segundos, hasta que volvió a la escena del cementerio.

Sander estaba metiendo la ganzúa en un ataúd.

Les estaban robando a los muertos.

Ellos se habían metido al cementerio del pueblo para robarles a los muertos.

Desde que la grabación había comenzado no mire hacia dónde estaban Liss y su grupo, cuando lo hice ella también me miro. Su rostro estaba serio. ¿Qué había hecho? ¿Por qué lo había hecho?

La proyección se interrumpió. Las luces se encendieron y todos empezaron hablar. Al instante que eso ocurrió, todos los teléfonos vibraron.

El de Maxon sonó, el mío también.

Lo saque de mi bolsillo y encendí.

Había un mensaje.

DESCONOCIDO

Cuidado con lo que ocultas.

—YellHackers 

Maxon me miro. Estaba sudado y se remojo los labios. Todos murmuraban y nadie entendía que estaba pasando.

¿Quién o qué era YellHackers?

Al instante de mi interrogante, el proyector de encendió y mostro una imagen. 

El mismo mensaje

El mismo mensaje. Y seguido de este, una pelota de goma amarilla reboto por la tarima donde estaban los profesores. Uno de ellos se agacho y la recogió para luego mirar hacia donde estábamos nosotros, los estudiantes. 

¿Qué estaba pasando en este lugar?

Mire a mí alrededor. Todos hablaban, lo que tendría que haber sido una muestra de la trayectoria escolar del año pasado, se volvió un caos.

Un video. Un mensaje. Una imagen. Una pelota.

¿Qué estaba pasando? ¿Qué era YellHackers?

Luego de ese evento en el gimnasio, nos ordenaron a todos ir hacia la cafetería y esperar ahí. A excepción de Liss y su grupo, quienes no nos acompañaron.

Maxon estaba blanco como las paredes del instituto. Se sentó en shock y lo imité sin decir ninguna palabra.

Volví a revisar el mensaje que nos habían enviado, lo habían hecho a todos los alumnos. A cada uno, los teléfonos vibraron y sonaron al mismo instante y luego el mismo mensaje en el proyector. '

¿Qué significaba?

— ¿Qué está sucediendo, Cass?—hablo Max—. No entiendo nada... ¿Era Liss la del video? ¿Qué estaban haciendo? ¿Por qué estaban haciendo eso?

—No sé, yo tampoco entiendo nada. Luego estos mensajes, no sé qué pensar—apoye mis manos en la mesa.

Hubo una pausa larga. Hasta que él habló.

—Esto debe ser una broma, ¿quién pudo haber sido?—empezó a ver el alrededor.

—No lo sé, es todo tan raro—las palmas me sudaban.

—Es como si hubieran hackeado la línea de mensajes y accedido a todos los números de los estudiantes, incluso al proyector.

— ¿Pero cómo? ¿Quién puede hacer algo así? ¿Puede hacerse algo así? —tartamudeé.




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