Y eso hice

Capítulo único

Cuando abrí los ojos, sólo vi desierto, arena cálida sobre mis mejillas, fina y porosa que se incrustaba sobre mi piel. También recuerdo las quemaduras en mis pies, era como pisar lava ardiente, pero a su vez, sentía frío en los dedos, como si hubiesen estado congelados muchos tiempo.

Después, una serie de espasmos cálidos recorrieron mi cuerpo entero, desde los talones hasta las orejas. Era una sensación extraña, consoladora, como si por fin tuviera descanso. Mis ojos se cerraban, el calor era tan reconfortante que el sueño comenzó a invadirme de a poco, ya no sentía calor o el sudor resbalando por mis sienes, tampoco el dolor punzante de mis pies y la arena enterrada en mis rodillas. Simplemente sentía mucha paz, con unas ganas profundas de dejarme llevar.

Y eso hice.

Después de eso, me perdí, en mi memoria, en mis sueños, en las ideas organizadas por mi mente y probablemente por alucinaciones, todas ellas producto de mi confundida y atormentada mente.

Aún así, no había color. Yo conocí perfectamente los colores, estaba segura de que vivían dentro de mí, pero que no podía verlos. Lo único que sabía de ellos era por cómo me hacían sentir y mis sueños no podrían sorprenderme más, eran más vívidos y trasmitían mucho más que los sueños a color.. ¿o era la realidad? En este punto, ya no sabía diferenciarlos, todo parecía falso.

Mis vivencias a color probablemente eran los productos de mi imaginación, sí. Porque nada de eso sería verdad, ¿o no? Esa clase de cosas no pasan, menos a personas como yo. Los sueños en blanco y negro deben ser los reales, aquellos donde la vida es triste y miserable, donde hay hambre y dolor. Eso debe ser.

Son los que, a pesar de todo, se sienten más reales. El mundo de color es precioso, pero no quiero estar ahí, no merezco estar ahí. Y probablemente pensaré que esto también es una de mis tantas ideas retorcidas, donde mis emociones se sobreponen a la realidad e imagino que así debería ser.

La arena ardiente ahora no parece mala idea. Es pacífica, mejor que aquí.

Pero ¡vamos!, no soy de las que se lamentan, ambos lugares tienen lo suyo, en uno puedo experimentar y en el otro sólo ser parte de la historia impuesta. Adivina cuál es cuál.

Exacto, en el mundo gris, me dejo llevar y en el de color, pertenezco a mis decisiones. Mi mundo real y el ficticio.

Comienzo por dudar ¿cuál es cuál?

En serio, ¿eso importa?, de todas formas, las experiencias en ambos son agradables, vivo. Me siento viva, no creo que deba pertenecer a uno solo. Debo y quiero pertenecer a ambos, donde sufro y donde vivo.

Moriré con la experiencia de mis dos mundos sobre mí, con la piel fría, acalorada y quemada por la arena ardiente del desierto.

Y eso hice.



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En el texto hay: relato corto

Editado: 22.07.2021

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