Y sí...?

Prólogo✅

La vida no es fácil pero tampoco difícil, somos nosotros mismos los que complicamos las cosas por pensar demasiado en cosas que ya no tienen vuelta atrás. Siempre con la típica frase “y sí...”, una de las peores frases si a mi me preguntan. Es un enorme error cuestionarte como serían las cosas sí hubieras hecho otra cosa diferente o si se hubieran dado otros hechos. Cuestionarse las cosas cuando ya han pasado es simplemente inútil y lo único que te queda es aceptar lo sucedido, vivir con ello y seguir adelante, no culparte eternamente a ti, ni tampoco a los demás, eso solo acabará por consumirte lentamente, te apartará de quienes te importan, te cerrarás y no sabrás vivir.

Yo viví con alguien que siempre se preguntaba el “y sí...”, alguien a quien le habían quitado las sonrisas a base de golpes, tanto físicos como verbales y de situaciones espantosas que tuvo que vivir a lo largo de nuestra corta vida, mi hermana mayor y la mujer más fuerte que he conocido jamás, Eleanor O' Connor, o bueno ahora Eleanor Emerson.

El primer “y sí...” que detesté lo dijo mi hermana en medio de susurros y llantos y me di cuenta de cuan diferente eran nuestras vidas, me deteste porque yo vivía bien, al margen de los abusos constantes de nuestros padres y no le prestaba atención a mi hermana, al menos no hasta que soltó la bomba mirándose al espejo, ajena a mi presencia allí. “¿Y si muero?”, odie que sintiera la necesidad de plantearse que pasaría si muriera. No éramos los más unidos y no lo seríamos o eso creí, pero jamás quise oír esa duda y ese dolor en su voz. Fue terrible escucharla tan deprimida, que se sintiese tan sola en casa que pensase que a nadie le dolería su muerte. A mi me dolería, me destrozaría por dentro no tenerla.

A lo largo de los años Eleanor continuó con sus “y si...” y quise culparla, quise zarandearla para que parara de decir aquella estúpida frase, pero jamás me di cuenta del dolor que ella cargaba. Siempre fui un estúpido que no supo mirar a su alrededor No vi que los insultos hacía mi hermana no solo venían de mis padres sino también de sus compañeros y amigos, de los adultos y de los niños, y entonces pude comprender que mi hermana era una guerrera por seguir luchando con la cabeza en alto y que yo solo era su sombra, alguien que había tenido todas las comodidades que había querido mientras que ella sufría. Y me gustaba y gusta ser su sombra, ella merece que yo me disculpe aunque no sea directamente mi culpa.

Odie la frase hasta que yo mismo comencé a planteármela, “y sí...” se repetían frases continuas en mi cabeza “y sí yo no hubiera nacido siendo rico”, “y sí yo hubiera sido ella”, “y sí nací para vivir solo”, esa última era la que más me repetía y la que más miedo que daba. No quería estar eternamente solo pero tenía claro que no quería algo como lo de mis padres, una relación por conveniencia sin amor de por medio, sino una relación de sumisión por miedo, jamás querría algo como lo de ellos, quiero sentir lo que mi hermana siente por el padre secreto de su hija porque ella puede negar lo que quiera pero yo sé la verdad y es que lo ama. Yo quiero eso, lo deseo y sé que algún día lo tendré

Mi mente a veces es inexplicable y la odio cuando se empeña en pensar tanto, no me gusta que todos crean que soy estúpido pero tampoco quiero que nadie me vea siendo inteligente.

 

Resoplo con fuerza, odio a las clases altas con fuerza, con mucha fuerza, los detesto por la mierda de vida que le obligaron a tener a Eleanor y por consiguiente a mi, porque no disfruto para nada ser el verdugo de mi hermana pero eso es en lo que me han convertido mis padres.

- Hijo, ¿pasa algo?- le sonrío falsamente a mi madre, odio a esta señora con toda mi alma porque ella carece de una.

- No mamá, estoy bien.- ella asiente y vuelve a su café.

- ¿Sabes algo de tu hermana?- niego, Eleanor tiene que estar en una revisión del médico para saber como va el embarazo.- Hazme un favor y si follas con putas ponte condón, no quiero que te arruines como ella.

- No te preocupes mamá, de mi no tendrás nietos.

- Lo que ella lleva no es mi nieto.- dice con desagrado y yo siento unas enormes ganas de lanzarme contra ella.

“Y sí fuera al contrario”, seguramente mi madre aceptaría al bebé de inmediato y le diría a mi hermana que está tardando demasiado en tener un hijo o una hija, incluso de ser yo el que tuviera un hijo con una extraña mi madre no lo llamaría bastardo como se empeña en llamar a la que dentro de unos meses será mi sobrina.

- Mamá, es tu hija y ella es tu nieta.- le digo con calma aunque sé que de nada sirve esto.

- Lo que lleva Eleanor en el vientre es un desgracia y una deshonra para nuestra familia, así que no es mi nieta y tu hermana es una vergüenza.- de nada sirve luchar contra ella y me cabrea.

Despacio y sin hacer ruido me levanto de la silla, si hago ruido mi madre se molestará y creo que ya he tentado mucho mi suerte defendiendo a Eleanor, desearía ser más fuerte y defenderla mejor pero soy un cobarde.

- Papá, ¿qué pasa?- mi padre me mira perdido.

- Eleanor está en el hospital, la pequeña se ha adelantado.- respira con fuerza.- Llevame al hospital Brandon.

Cojo las llaves con rapidez y nos subimos a mi coche, intento ir lo más rápido posible sin saltarme ningún semáforo, lo menos que necesitamos en estos momentos es acabar nosotros también hospitalizados.

Entramos al hospital alemán y de inmediato veo a mi hermana mayor llorando sentada en una silla de ruedas, a su lado un hombre que no reconozco pero que al parecer mi padre si, intenta calmarla sin mucho éxito pero parece ser un apoyo mucho mejor que yo y eso me pone celoso.

- Lukas.- dice frío como el hielo.

- Padre.- me sorprendo pero opto por no decir nada.- ¿Cómo estás peque?- ignora mi presencia y se centra de nuevo en nuestra hermana.

- Duele Lukas.- solloza.- No me encuentro bien.- y ciertamente mi hermana no tiene buen aspecto. Ella nota al fin mi presencia. - Brad acercate.- siguiendo su pedido me acerco hasta ella.- Si algo me pasa recuerda que te amo y estoy orgullosa de ti.- dice casi en un susurro.




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