Caminé pasando mi mano por mi cabello, no creía lo que estaba por hacer, pero esta mañana me levanté con un propósito y lo iba a cumplir.
Bajé del auto, poniendo la alarma y me dirigí Hasta la recepción, y la misma chica que me atiende y soporta desde hacía cuatro meses, me esperó colocando una mueca de fastidio.
-Ya sabes el camino.-se limitó a decir cuando me acerqué a ella. Sonreí avergonzado y caminé hasta el ascensor.
-Uno nunca sabe cuando es separado de tu otra mitad.-dijo una anciana cuando las puertas se cerraron. La miré confundida sin saber que responderle. Ella se limitó a sonreír. -Tienes que confiar en tus decisiones y, si la amas, estar en sus peores días, aún cuando ella no sepa lo que esté pasando. -murmuró mirando a mis ojos.
Suspiré armandome de valor, para decir mis pensamientos en voz alta.
-Solamente que aveces te cansas de esperar.-murmuré con la mirada perdida. -Y el sabor amargo en tu boca, es cada vez mayor, cuando ves a la persona que amas, en una camilla del hospital. Y nos sabes cuando va a volver a despertar. -fijé mis ojos en los de la anciana. Ella sonrió y negó con su cabeza.
-El amor es más fuerte, muchacho.-Cuando las puertas se abrieron, fue la primera en bajar y caminó derecho por el pasillo de este horrible lugar.
Acaricié su mejilla, recordando todos esos momentos que estábamos juntos. Tragué saliva nervioso y me di media vuelta.
Era nuestro adiós.
Antes de pasar por es puerta, giré mi cabeza para observar la belleza que este hospital había ganado. Mordí mi labio sintiendo ese nudo en la garganta. Cerré mis ojos con sufrimiento y salí por las puertas de suele infierno.
Abrí las puertas del auto, y me senté colocando mis manos en el volante.
-¿Estas bien, cariño? -giré mi cabeza sonriendo con tristeza. Asentí y cerré mi puerta.
<<Siempre seras parte de mi, Mandy. >>
****
Tiré las llaves a la mesada de la cocina y saqué una lata cerveza de la nevera. Antes no tomaba cerveza, no me gustaba, pero con el tiempo y la tristeza, me empezó a gustar su sabor, y eso me ayudaba a olvidarme de todo el dolor que estaba sintiéndo.
Kate me miraba desde la puerta de la cocina con sus brazos cruzados sobre su pecho. Estaba seria. No le gustaba que tomara, pero no me importaba su opinión. Ni la de ella, ni la de nadie.
Recuerdo el día que la conocí, estaba hermosa y caminaba por el pasillo de la oficina. Cuando giré mi silla para observar a la muchacha que todos estaban hablando, me quedé estático.
Así que aproveché mi nombre e hice mis jugadas.
Ella reemplazaba el lugar de Mady.
Estaba empezando a quererla, no tanto como a mi chica, ella era irreemplazable. Pero Kate era especial.
-Sabes que no me gusta que tomes.-dijo en un murmuro. Su remera estaba abrochada por botones, y juraría que los dos primeros estaban desabrochados. Giré mis ojos ignorando su comentario y bebí un poco más de mi cerveza.
-Mi casa, mis reglas, cariño. -murmuré mirando a sus ojos. Ella sonrió falsamente y dio dos pasos hacia la cocina.
-Mi cuerpo, mis reglas.-dijo alzando una ceja. Frunci mis cejas confuso por su comentario.
-¿Qué tiene que...?-
-Puedo acostarme con yo quiera, no me hace falta un abogado adinerado para satisfacerme.-me interrumpió.
-Haz lo que quieras, primor. Tu y yo sabemos, que aunque te acuestes con mil hombres, siempre vendrás a mi. -pasé por su lado dejándola con las palabras en su boca.
Sentí sus pasos detrás de mi, agarró mi brazo y giró mi cuerpo. Sonreí divertido por su reacción. Alcé mi ceja retandola y observando su siguiente movimiento.
-Sabes que no me gusta que seas así, no puedo cambiar mi pasado, pero eso no significa que quiera olvidarlo y tratar de cambiar. -murmuró. Pasé mis manos por mi cabello sintiéndome arrepentido por mis palabras, pero no tanto como para disculparme.
Me acerqué y la tomé por su cadera. Rocé mis labios con los suyos, ahogando un suspiro. Miré a sus ojos verdes esperanza, esa que se había ido hace bastante tiempo. Y besé sus labios, pensando en ella.
Kate suspiró y rodeó mi cuello con sus brazos y sentí como olvidaba a esa chica tan especial para mi. Esa chica, que se había robado mi corazón con solamente sonreír.
Caminé con Kate en mis brazos y la recosté en mi cama. Esa cama donde Mandy sonreía por las mañanas y me hacía olvidar, con solamente mirar a mis ojos, lo que era el mundo para mi.
Tragué saliva separándome de Kate solamente un momento. Miré a sus ojos, dispuesto a olvidarme de Mandy para siempre. Porque no podía sufrir por una persona que no puede estar conmigo. Tal vez ella tenga otro camino por tomar o solamente es una prueba, una prueba de amor. Pero yo me había dado por vencido.
Suspiré acariciando su mejilla.
-Sabes que me ha costado bastante acercarme a alguien después de Mandy.-murmuré mirando a esos aquellos ojos verdes que tanta paz me transmitían. Kate me prestó atención elevando una ceja.-Pero siento que te estas acercando a mi corazón y yo no puedo hacer nada para detener mis sentimientos.-busqué sus ojos y besé suavemente sus labios. Decidí dar el paso. Decidí olvidarme completamente de Mandy para siempre.-
-Nick...-
-Entraste a mi corazón sin pedir permiso, y sé que acordamos nada de sentimientos sobre lo nuestro, pero me ayudaste a olvidar a una de las personas que más amo en esta vida. -susurré recordando la sonrisa de Mandy.-Ayúdame a olvidar, Kate. Ayúdame a recuperar mi corazón -no dejé que hablara, no quería escuchar su respuesta. Solamente quería volver a sentir ese sentimiento de estar sano y completo.
Y me olvidé del mundo solamente por esa noche.
Solamente por esa noche....
***
Aflojé mi corbata y recosté mi cabeza sobre el respaldar del sillón de la oficina. Hoy no había mucho trabajo. Y en estos días así, lo único que me quedaba era recordar a Mandy.
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Editado: 15.12.2020