¿y, si fracaso?

En busca de un ancla.

Lo he dicho en repetidas ocasiones, lo he escrito en mis cartas de despedida que no tienen destinatario. Intenté enterrar estas dos palabras en el olvido, pero siguen estando aquí y hoy nuevamente lo digo, y lo escribo: ESTOY CANSADA. 

¿De qué? De todo lo que soy, de lo que me rodea, lo que escucho, de lo que siento, pienso, observo, comprendo, y lo que no comprendo. Estoy cansada de despertar cada día, de ser feliz, de estar triste, de esforzarme, de respirar, de las personas, del estudio, sueños, de mis deberes. Estoy cansada de vivir, de existir. 

Intento darle un sentido a esta vida. sin embargo, solo la encuentro decepcionante. Soy un ser sin ambiciones o sueños; mi vida gira entorno a una deuda. La deuda que tengo con mis padres es un préstamo que, aunque no lo solicite, a un así tengo que pagarlo.

Ando en busca de un ancla para mi vida, algo en lo cual aferrarme, no obstante, solo voy encontrando debilidades. Cuando se está perdido en el mar, se necesita un ancla para detenerse un momento y pensar cómo solucionar dicho problema. Entonces de un ancla es de lo que carezco.

Permanezco atenta y con la vista plena para no caerme, observando el horizonte, con esperanza de que algún día llegaré a tierra firme, lo cual es absurdo porque yo estoy perdida en la nada. 




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