¿y si lo volvemos a intentar?

Capítulo 2. ¡Oh!, ¡oh!, las consecuencias de no usar condón.

CALEB. 

Me agarraba mi cabello y trataba de recordar los hechos, pero lo único que se me venía a la mente eran los gemidos de Zoe.  

—Caled.  

¡Ay, no, se despertó! Exclamé en mi mente.  

La miré y ella abrió sus ojos como platos, se miró a sí misma y se cubrió más de lo que ya estaba.  

—¿Qué paso? ¿Por qué estamos desnudo? ¿Qué haces aquí? ¡¿Qué hicimos?! —ella se removió un poco—. ¡¡Auch, me duele!! —se quejó y me miró—¿Acaso tú y yo? —lleva su mano a la boca—. ¡¡No puede ser!!  

—Tuvimos sexo Zoe —afirmé con desagrado.  

—No me acuerdo, solo... —se quedó en silencio, y me miró a los ojos— Caled, perdí mi virginidad contigo —manifestó.  

¡¡Dios!! ¿Por qué me castigas de esta manera? ¿Por qué tenía que ser Zoe? No están ahí las empleadas jóvenes de esta casa, ¿por qué no fue con una de ellas en vez de esta? Preguntaba y no obtenía respuestas.  

—Debes de estar feliz, se te hizo el sueño realidad.  

Zoe nunca tuvo novio, para Zoe la única persona que existía en sus ojos era yo.  Siempre hablaba con mi hermana y un día escuché su deseo: ser yo el primer hombre en su vida.  

—¡¡Claro que no!! —manifestó.  

—¡No mientas!. Siempre andas detrás de mí, bien que quería que esto pasara, mentirosa. Agradecerle al alcohol, porque gracias a eso te toqué, ya qué en mi cinco sentidos jamás lo haría.  

—Caled... no miento. Es cierto que siempre me imaginé perder mi virginidad contigo, pero no así. Yo no sé ni como fue; no recuerdo nada. De esta manera no quería que fuera... No es preciso que me repitas, que no me ves como mujer, eso ya lo sé desde hace tiempo —se expresó con la voz quebrada  

—Escúchame. Haz de cuenta que entre tú y yo no a pasado nada. Cuenta le vas a decir a alguien de esto que pasó, ya tengo demasiado con haberte tocado. Mejor me voy, necesito una ducha rápida, gracias a ti no volveré a tomar — busqué mi bóxer y me lo puse.  

La miré ante de irme. Ella estaba llorando, fui muy duro, pero era lo mejor. No quería que ella se hiciera más ilusiones conmigo.  

Salí de la habitación y fui a la mía. Entré al baño, y me di una ducha con agua fría. Mi mente no dejaba de reproducir los gemidos de Zoe, y ciertos recuerdos de todo lo que habíamos hecho.  

NARRADOR. 

Las palabras de Caled fueron agujas ardientes que pincharon el corazón de Zoe. Ella siempre soñó con tener su primera vez con Caled, lo imaginaba como en los cuentos de hadas, no obstante al ver la cruda realidad se sintió tan mal. Ella no recordaba nada de lo que había pasado, y a Caleb le valió un rábano haber tendido intimidad con ella.  

Se limpió sus lágrimas, e hizo muecas al sentir dolor en su entrepierna. Ella se puso de pie, agarro su ropa y caminó hacia el baño para darse una ducha.  

Zoe sentía impotencia consigo misma. Ella solo quería recordar que había pasado, como había sido ese momento con Caleb, pero tristemente el alcohol y ella no eran amigos. Zoe se terminó de duchar, se vistió, arreglo la cama, arreglo sus cosas y salió de la habitación en silencio.  

Zoe se iba a ir a escondida, ya que no quería que nadie la viera. Ella bajó las escaleras y camino hacia la puerta despacio por el hecho de que le dolía sus partes íntimas. Al llegar la puerta una voz la detuvo.  

—Zoe —ella miró a la mamá de Caleb —, buenos días —saludó muy sonriente Mercedes.  

—Hola —respondió Zoe, nerviosa.  

—¿A dónde vas tan de mañana?  

—Me voy a casa... es que tengo que hacer algo —ella solamente quería irse, no quería ver a Caleb.  

—Pero Zoe, ¿cómo te vas a ir sin desayunar? Desayuna primero y después te vas —propone Mercedes.  

—Señora... —fue interrumpida.  

—Zoe —la llamó Mayra.  

— Sí —Mayra miró a Zoe y sonrío.  

—¿Cómo así tan de mañana?  

—Es que me iba a la casa, pero tu mamá me retuvo —manifestó.  

—Te ves rara, ¿pasó algo? —Zoe sintió hormiguear su cuerpo al recordar que tuvo relaciones sexuales con el hombre que siempre a amado.  

—No ha pasado nada, solo que tengo que hacer unos deberes de la universidad. —mintió.  

—¡Uhm!  

Mercedes y Jaime (los padres de Caleb) bajaron y detrás de ellos Caleb. Él levantó su rostro y le dio una fría mirada que carecía de amor, esa mirada hizo que el corazón de Zoe se estrujara lentamente.  

—Zoe, vamos a desayunar —dijo la mamá de Caleb.  

Mayra bajo, y todos fueron al comedor. Todos se sentaron. Zoe ni hambre tenía al sentir la fría mirada de Caleb. La servidumbre comenzaron a servir el desayuno.  

—Mamá, te cuento que Zoe tiene un pretendiente —anunció Mayra.  

—¿Es en serio Zoe? —preguntó Mercedes emocionada. Ella adoraba a Zoe, siempre quiso que Caleb se enamorara de ella, pero ya había perdido las esperanzas con su hijo.  

—No —dijo algo nerviosa.  

—No mientas Zoe. El chico guapo de ayer quedó babeando por ti —Mayra miró a Caleb que estaba sumido en sus pensamientos.  

—¿Guapo? ¿Quién es ese chico, Zoe? —pregunta Jaime.  

—Solo fue un chico que conocí, es muy apuesto y amigable —manifestó.  

Zoe quería mucho a los padres de Caleb, para ella ellos son como sus segundos padres. Así mismo, la familia de Caleb la adora. Zoe se ha ganado el cariño de todos ellos (a excepción de Caleb), por se una chica muy amable, comprensiva, cariñosa y muy buena persona que siempre está dispuesta ayudar a quien lo necesita.  

—Que bueno Zoe. Tú eres linda, y ya es hora de que tengas novio, y nos lo presentes —sugirió Jaime  

—Cuando tenga se los presentaré —ella miró de reojo a Caleb.  

—¿Cómo se llama?  

—Luke.  

—Y tiene su número —agregó Mayra.  

—Me alegro... Espero que ese chico sea bueno y te valore mucho, porque tú eres una gran mujer, y mereces lo mejor que puede tener el mundo. Eres un amor mi niña —Mercedes acarició la mejilla de Zoe.  

—Gracias, señora —Zoe sonrió con tanta dulzura.  

—Se me quitó el hambre. Me retiro — Caleb se puso de pie y se fue. Eso provoco profunda tristeza en Zoe.  

Después del desayuno, Zoe regresó a su casa, se dejó caer en su cama y las lágrimas rodaron por sus mejillas.  

Dos meses más tarde. 

Como de costumbre Caleb ignoró a Zoe, ella solo sonreía con amargura. En las últimas semanas, no se había sentido muy bien, pero a pesar de eso no dejaba de sonreír, aunque no era feliz.  

La familia Dajones fueron a visitar a la familia Ambrosio. Neptali Dajones es un hombre de carácter duro, no le gusta el libertinaje, y ha educado a Zoe de una manera muy a la antigua y estricta.  

Sofía (la madre de Zoe), es una mujer dulce y sensible. Ella apoya su hija en las decisiones que tomé y siempre está dispuesta a ayudarla.  

Los Dajones saludaron a los Ambrosio. Tanto Jaime y Nepalí son socios de: 《Dulce Fragancia》y amigos desde infancia.  

Ambas familia charlaron un poco. Zoe casi no habló, pues conoce el carácter de su padre. Ella, a pesar de ser hija única, no la ha tenido fácil, siempre se esfuerza por ser la hija perfecta que desea su padre, por el hecho de que él nunca quiso tener hija mujer, pero la vida lo castigo con solo una hija. Él no pudo procrear más hijo por culpa de un accidente.  

Ambas familia se sentaron a almorzar, la servidumbre sirvió el almuerzo. El olor a marisco llegó al las fosas nasales del Zoe, provocando que su estómago se sintiera asqueado.  

Zoe sentía el estómago muy revuelto. Ella llevó una de sus manos a su boca y la otra a su estómago; trataba de calmar las ganas de vomitar.  

—¿Sucede algo Zoe?, estás pálida —preguntó Mayra al ver a su mejor amiga blanca como una hoja.  

—No pasa nada, solamente que... —sintió el vómito cerca— Necesito vomitar —ella se puso de pie y salió corriendo al baño.  

Todo lo que había desayunado lo sacó de su estómago. Cada día las náuseas eran más continuas. Ella enjuagó su boca, se lavó la cara, se secó y regresó al comedor.  

Zoe sintió la atmósfera muy pesada, miro la cara de todos, especialmente la de su padre. Neptali tenía la mandíbula apretada del coraje, parecía que el cualquier momento sus dientes se rompería por la fuerza aplicada.  

—Zoe —su voz denotaba frialdad pura, que podía congelar a un centenar de personas en cuestión de segundos.  

—Dime, papá —respondió inocente. 

—¿Por qué vomitaste? —trató de calmarse.  

—Es que comí algo y... —golpeó de un solo la mesa y se puso de pie.  

—¡¡Mentirosa!! Últimamente, comes muchas cosas que te hacen daño... ¡¡Yo no te creo nada!! Dime, ¿quién es el padre? —miró furioso a Zoe.  

El cuerpo de Caleb se tensó al oír la pregunta de Neptali. Él se puso a hacer memoria y en ese momento se dio cuenta de que no había usado protección con Zoe.  

—¿De qué cosas habla papá? —lo poco que Zoe sabía sobre las relaciones sexuales fue enseñado por la preparatoria, sus padres nunca le hablaron de ese tema. 

—Dime, ¡¿quién es el padre del hijo que esperas?! ... ¡¡Porque estás embarazada y no te niegues!!  

Zoe quedó estupefacta. Sintió un frío recorrer su cuerpo.  

Embarazada yo... ¡¡Es imposible!! Yo no puedo estar embarazada. Además, solo he tenido una vez relaciones y... ¿Caled se cuidó esa noche? ¡No puede ser! Si es que estoy embarazada, el papá es Caled... pero, no ha de querer este pequeño ser —se dijo así misma.  

—Estás embarazada, ¿si, o no? —preguntó molesto.  

—No lo he confirmado —manifestó con el corazón en un hilo.  

—Entonces hoy lo vamos a saber. Iré a comprar una prueba de embarazo; no te muevas de aquí —le dio una mirada de decepción a Zoe.  

Zoe únicamente bajó la mirada. Neptali fue a comprar la prueba de embarazo.  

Caled no sabía a donde esconderse, sabía que le esperaba algo (para él muy malo). Mayra miró a su amiga y sintió rabia al ver a Caled.  

—Zoe, ¿por qué no me dijiste nada?, ¿es que no me tienes confianza? —preguntó Sofía.  

—Mama —murmuró Zoe, para quedarse en silencio.  

—Hija, ¿quién es el padre? —Zoe miró disimuladamente a Caled. Él se había puesto pálido, pero su mirada no dejaba de demostrar la rabia que sentía hacia Zoe.  

No quiero que me odie más —Pensó con profunda tristeza.  

—No lo sé —manifestó.  

—¿Cómo que no lo sabes?  

—Mamá, yo estaba borracha y paso —manifestó con dolor.  

—Zoe, a tu papá le va a dar algo si le dices eso.  

Mayra apretó sus puños, pero prefirió callar. Ella quería confirmar que realmente Zoe estuviera embarazada.  

Mercedes y Jaime miraron a Zoe con mucha comprensión, y si Neptali no la apoyaba, ellos lo harían.  

—Mamá, si es que estoy embarazada necesito que me ayudes. Yo me haré cargo de mi bebe, pero no permitas que papá me odie —le suplicó.  

—Zoe, haré lo que esté en mis manos, te lo juro, hija —Sofía dejo caer sus lágrimas. Ella conocía a su esposo y Zoe no se iba a librar de Neptali.  

—Gracias, mamá —Zoe la abrazó. 

Caleb no dijo nada. Él, al igual que el resto, esperaba la respuesta de sí Zoe estaba, o no estaba embarazada.  

Minutos de profundo silencio se vieron distorsionado por el papá de Zoe. Ella, con sus manos temblorosas y ante la mirada llena de furia de su padre, se fue a hacer la prueba casera. 

CALEB. 

Tenía miedo. Yo no había usado protección cuando me acosté con Zoe y si ella estaba embarazada era de mí. No dudaba de que ese hijo no fuera mío, porque Zoe jamás estaría con otro; no mientras me siguiera amando.  

Zoe apareció en la sala con la prueba en la mano, el papá de Zoe la miró con desesperación. Neptali siempre había sido un hombre serio y odiaba que sus planes se vieran frustrado, y que Zoe estuviera embarazada dañaría absolutamente todo, especialmente su imagen de padre ejemplar.  

—¿Qué salió? —su voz hacía del ambiente más peligroso.  

—Estoy embarazada.  

Yo no podía creer lo que estaba pasando. Yo sabía que esa noticia cambiaría mi vida para siempre.




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