¿y si lo volvemos a intentar?

Capítulo 4. Cruda realidad.

Tres semanas después. 

CALEB. 

Mis amigos más cercanos sabían que me casaría. Mis padres habían preparado todo, me casaría por civil, me iría de luna de miel a Londres y regresaría un mes después. Todo lo tenían perfectamente planificado.  

—¡¡Eh!!, es la primera vez que veo a un hombre que se va a casar tan amargado —comentó Edgar al propósito.  

—Serás tonto Edgar, si es el primer matrimonio donde nosotros somos amigos del novio —se rieron.  

—¿Se pueden callar?  

—Caleb, sonríele a la vida. Te vas a casar con una mujer que te ama demasiado y vas a tener un hijo, ¿qué más quieres?  

—Vete a comer guineo —ambos se rieron por mi estado de ánimo.  

—Sigo sin creer que te haya acostado con Zoe, y lo peor borracho, yo lo hubiera hecho bueno y sano, porque Zoe está para chuparse los dedos —apreté el vaso de la rabia que siento.  

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Edgar.  

—La vi —miré a Lauro rápidamente.  

—¿Dónde la viste? —pregunté cabreado por su comentario. La sola idea de que él hubiera visto a Zoe desnuda me sacaba de quicio.  

— Cambia esa cara, Caleb, no es lo que están pensando. Yo la vi con Mayra comprando un vestido y, ella se midió uno y pude ver que tiene una hermosa figura que cubre con todo esa ropa.  

Solté un suspiro y seguí tomando mi bebida. Al día siguiente era mi boda y quería olvidar eso.  

—Caleb... ¿Nunca has sentido algo por Zoe? —irritado miré a Lauro.  

—Si crees que estoy celoso, te equivocas. Únicamente quería una excusa para no casarme —ni yo mismo sabía por qué me molesto la sola idea del que él la hubiera visto desnuda.  

—Dejen esa aura llena de tensión y mejor disfrutemos el último día como hombre soltero de Caleb.  

Chocamos los vasos y tome, tome, y me divertí con mujeres hasta perder la conciencia.  

NARRADOR. 

Zoe estaba emocionada, se había levantado muy temprano para arreglarse para su boda. El matrimonio sería a diez de la mañana, ya que a las once se iría a su luna de miel. El matrimonio solamente era entre familia y amigos cercanos de Caled y a Zoe.  

—Te ves hermosa —manifestó Mayra al darle el último retoque al maquillaje.  

Zoe se miró en el espejo y se sorprendió al ver a la bella mujer del reflejo. Ella era una chica que no se desvivía por verse bien, su padre le prohibió usar maquillaje o ponerse ropa ajustada. Él siempre le decía: no necesitas arreglarte para verte bien,  eres linda, y el hombre que te quiera te amara tal y como eres. Y eso esperaba de Caleb, que la amara tal y como era ella.  

—Zoe, te ves hermosa amiga mía —declaró Claudia, la segunda mejor amiga de Zoe.  

—Te espero en el patio — Expresó Mayra con desagrado, ya que a ella no le agradaba Claudia.  

—Sí —respondió Zoe.  

Claudia alagó a Zoe incontrolables veces. Los minutos fueron pasando y el gran momento había llegado. Zoe fue al jardín, se veía hermosa, el maquillaje la hacía lucir divina, y el vestido que envolvía su cuerpo le quedaba de maravilla.  

Ella vio a su familia y amigos, pero no vio a Caleb. Su corazón latió más de prisa por la preocupación, al pensar que él la dejó plantada.  

Ella estaba cociente de que Caleb no estaba feliz por la boda, él la había ignorado desde el día que se supo de su embarazo. Sus ojos comenzaron a humedecerse.  

—Parece que Caleb no viene —comentó Claudia provocando más dolor en Zoe.  

—Tú cállate —exigió Mayra molesta—. Zoe no llores, el maquillaje se va a arruinar.  

—Mayra... Caleb...  

—¡¡Buen día, familia!! —todos miraron a Caleb, su cabello estaba desordenado al igual que su ropa.  

—¡¡Por Dios, Caled!!, ¡¡¿qué desfachatez estás haciendo?!! —preguntó Mercedes furiosa al ver a su hijo en ese estado de ebriedad.  

—¿Qué pasó?, ¿por qué están enojados?, yo llegué a tiempo a la boda —tambaleando se acercó a Zoe.  

Neptali quiso golpear a Caleb, pero Sofía lo detuvo. Mayra quiso tirársele encima y decirle todo lo que sentía. Jaime quería asentarlo con puras cachetadas.  

—¿Qué te pasó Zoe?, ¿por qué estabas llorando?, eres tan fastidiosa —entrelazó su mano con la de ella— Deja de llorar, debería de estar feliz... Se te hizo realidad tu sueño fastidiosa.  

Al intentar caminar, Caleb casi se cae, pero Zoe y Mayra lo agarraron a tiempo.  

—Todo es tu culpa, Mayra —susurró.  

Muy en el fondo seguía resentido con Mayra por haber dicho la verdad.  

—Eres una vergüenza, Caleb.  

Neptali adelanto e hizo que la boda fuera rápido, ya que temía que Caleb se durmiera. Lo que sería un día especial termino en amargura, Zoe quiso llorar, pero se aguantó las ganas de hacerlo.  

[...]  

Zoe veía las nubes a través de la ventana del avión. Las lágrimas rodaban por sus mejillas al recordar como llegó Caleb a la boda. Ella limpió sus lágrimas y miró a Caleb que dormía.  

Tanto Neptali como Jaime habían llevado a Caleb hasta el avión para que no perdiera el vuelo. Zoe se acercó a Caleb y recostó su cabeza en el hombro de él y cerró sus ojos.  

Haré todo lo posible para que me ames, Caleb. —Susurró ante de quedarse dormidas.  

Horas después. 

CALEB. 

Cuando me desperté me di cuenta de que estaba en el avión. Miré el peso en mi hombro y era Zoe. Me removí para ella se despertará.  

—Caleb.  

—¿A que hora es? —pregunté.  

—Son las 4 de la tarde.  

Yo había tomado mucho, y tampoco dormir, ya que había tenido sexo toda la noche, no solo con una mujer, fueron algunas.  

—¿Tienes sed? ¿Quieres comer?  

Yo no tenía ni hambre, y de solo pensar en la comida mi estómago se revolvía.  

—No tengo hambre, solo estoy sediento —le comuniqué.  

Zoe comenzó a rebuscar en su bolso y sacó una botella de agua, la abrió y me la dio. Me tomé toda el agua... Me sentía deshidratado.  

— ¿Seguro que no quieres comer?  

—Te dije que no, y deja de fastidiar que me duele la cabeza —ella no dijo nada y solo se acercó a la ventana y comenzó a ver el paisaje.  

[...]  

Deje las maletas y me deje caer en la cama. Había tenido un mal día gracias a la resaca.  

—Caleb —rodé los ojos.  

—¿Qué quieres Zoe? —pregunté con frustración.  

—Vamos a cenar.  

—No tengo hambre —manifesté de mala manera.  

—Caleb, no ha desayunado, ni almorzado, y ahora no quieres cenar, te vas a enfermar.  

—¡Tú sí que fastidia! ¿No te basto haberte casado conmigo? ¿Qué más quiere?... ¿Qué tenga sexo de nuevo contigo? —ella negó con tristeza.  

—Caleb, me preocupa tu salud.  

—Deja de preocuparte por mí, siempre me ha fastidiado eso —me puse de pie.  

—¿A dónde vas Caleb?  

—A buscar a otra mujer, ¿por qué? —confesé como si fuera algo normal.  

—Caleb  —su voz sonó entrecortada.  

—Estaré casado contigo, Zoe, pero eso no evitará que busque saciar mi deseo sexual.  

—Caleb, si tanto deseo tienes quítatelo conmigo —reí a carcajadas.  

—No eres lo suficiente mujer para mí... No me gustas, no te deseo, no me da ganas de tener sexo contigo... al contrario, cada vez que te veo se me quita las ganas de follar —veo como las lágrimas ruedan por sus mejillas.  

—No tienes que ser tan cruel.  

—Así me conociste Zoe y ahora te aguantas. Ese es tu castigo por ser mi esposa... y ni te atrevas a esperarme porque no llegaré a dormir. Follaré hasta cansarme con las mujeres que se me aparezcan en el camino.  

Y con esas palabras me fui, y dejé a Zoe llorando y sola en la habitación del hotel. Yo volví a tomar, y volví a tener sexo sin importarme que mujer fuera, obviamente, siempre estaba pendiente de usar condón, no quería dejar hijo regado en otro país.  

NARRADOR. 

Zoe quedó llorando en la habitación, su luna de miel también fue un asco. Aunque Caleb le prohibió esperarlo, ella lo hizo, él llegó a las 4 de la mañana y ese hombre no valía un centavo.  

Zoe lo llevó hasta la cama, y rompió en llanto al ver la camisa blanca y su pecho lleno de pintalabios. El olor a perfume de mujer llegó a sus fosas nasales, se sentía tan poca cosa, se sentía tan miserable y a la vez estúpida por desperdiciar sus lágrimas si en el fondo ella ya sabía lo que podía pasar.  

[...]  

Todo el mes que pasaron en Londres fue un total sufrimiento para Zoe. Caled salía 7 de la noche de la habitación del hotel y regresaba 4 de la mañana, siempre oliendo a mujer y sobrio. El resto de día se la pasaba durmiendo y solo se levantaba a comer y volvía a dormir. Caleb no le prestó ni un poco de atención a Zoe.  

Cuando regresaron fueron a vivir en casa de los papás de Caled hasta que compraran su propia casa.  

Tanto Neptali como Jaime le pidieron vivir con ellos, pero Caleb no quiso. Él dejó en claro que viviría en casa aparte.  

Mientras vivieron en casa de los padres de Caleb, él se comportó y dejó sus andanzas. Tanto él y Zoe dormía en habitaciones separadas, eso molesto a Jaime, sin embargo, decido callar para evitarle problemas a Zoe.  

Zoe tuvo un poco de paz cuando vivían con sus suegros, ya que Caleb había dejado de salir. A pesar de que no dormía en la misma habitación que él, sentía alegría, puesto que su vientre cada semana se abultaba más.  

Pasaron las semanas y se reveló el sexo del bebe, era un niño, eso hizo feliz a Neptali. Él esperaba ansioso la llegada de su nieto y su actitud severa con Zoe fue desapareciendo poco a poco.  

Neptali se sentía culpable con su hija. Él veía que ella no era completamente feliz, y si ella se quería divorciar de Caleb la apoyaría, pero el amor de Zoe hacia Caleb fue más grande que decido seguir con él.  

Aunque no lo demostraba, Caleb esperaba el nacimiento de su hijo, él no acaricio el vientre de Zoe, ni le mostró cariño. Él solo esperaba el nacimiento de Andrés para poder darle todo su amor.  

Después del nacimiento de Andrés se fueron a vivir a la casa que Caleb eligió. Ahí regreso el dolor de la infidelidad de Zoe, las peleas se hacían más constante, el sufrimiento se volvió parte de la vida de ella, pero era tan masoquista que seguía con Caled.  

Zoe retomó sus estudios para hacer menos dolorosa la soledad, pero ni eso la alejó de sufrimiento, ya que en la universidad veía como Caleb se besaba con otras mujeres delante de ella.  

Con el pasar de los meses, Caled se graduó y comenzó a trabajar en la fábrica de perfume y las infidelidades no pararon. Y así pasaron los años y cada día Zoe sufría por la fea actitud y las infidelidades de Caleb.




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