Y siempre habrá algo nuevo.

Capítulo 1- Happy Birthday

-Feliz cumpleaños hija… -Me abraza mi padre, me escondo en su cuello para soltar esas lágrimas contenidas.

 

-Oh papá, te extraño tanto… me haces mucha falta papá. – Aprieto su espalda, no quiero soltarlo, no quiero que se vaya de nuevo.

 

-Descuida hija mía, recuerda que siempre estoy contigo – Se separa un momento de mi, con su dedo índice señala mi pecho. –Aquí, en tu corazón, te quiero mi niña –dice soltando una pequeña lágrima. Al fondo suena una alarma, mi despertador, ya es hora de irme como siempre en un momento tan inoportuno, quiero llorar, quiero quedarme pero es imposible. Me levanto sin más que decir, es mi cumpleaños número 18, es el tercer cumpleaños sin mi padre; Voy a mi baño a hacer mi aseo personal antes de bajar a desayunar e irme al instituto. Sinceramente pienso que los cumpleaños no son tan importantes, digo, solo lo celebramos porque cumplimos un año de vida más, ¿Por qué no podemos celebrar un día más de vida entonces?, es algo que nunca entenderé.

 

Bajo las escaleras que dan hacia la sala, todo está vacío y silencioso, mi madre se fue a trabajar temprano, este día es normal como todos, muy cotidiano para ser más exactos, mamá no está, deja un desorden en toda la sala y cocina, las botellas en el suelo son señales de que anoche vino con su novio a tomar, otra vez. Lo único diferente es que, me dejó el desayuno estrella con una nota que dice: “cuídate hoy y disfruta de tu gran día, perdón por no estar”. De hecho, cuando mi madre está sobria es dulce, es razonable conmigo, es una madre, pero con su terrible adicción al alcohol, esa madre es solo por momentos. En fin, al terminar de desayunar, tomé mi bolso y salí a tomar el autobús, mi lugar de paz, sí aunque no lo crean, el autobús es donde me inspiro a escribir de mis mañanas y de mis noches, me inspiro de las madres con su bebés, de los constructores que siempre lo toman a las 8:15am, exactamente a esa hora, también del conductor y sus frases diarias, siempre Gerly me tiene palabras para mis poemas, es un dulce tutor. El poema de hoy se trata de mis sueños, cabe destacar que los represento como si fuese un hombre, es algo raro de mí, papá me decía que era un varoncito porque me gustaban las cosas de niños, en la actualidad eso de diferencia de género y discriminación, es una polémica muy complicada. Saco mi libro y escribo dicho poema que tengo en mente ya.

“Anoche soñé contigo, eras tan perfecta, te sentía real, tanto que cuando nos despedimos me costó soltarte, no quería que te fueras, eras mi consuelo. Tu mirada aún me enloquecía, no sabía cómo manejarte. Había tantas sombras, personajes del pasado y del presente que te querían opacar pero yo con mi fuerza los hice volar. Quisiera que los sueños fuesen eternos para así disfrutar de nuestro encuentro, te deseo ahora, te desearé después, siempre y eternamente, te extrañaré.

-Noches de margaritas.”

 

-Es hermoso señorita –Comenta Gerly mirándome por el retrovisor y me regala una sonrisa. Yo solo le devuelvo la sonrisa y asiento con mi cabeza, guardé mi libro en mi bolso puesto que ya casi llegaba a mi parada. Al llegar, me bajo y suspiro un poco desanimada, hoy no era mi día, caminaba por la acera hacia el instituto, las mañanas aquí Miami es tranquilo, en cambio las noches son vivas y muy estruendosas, me encanta salir a caminar por la playa cuando me siento sola, melancólica y adsorbida por los problemas, me anima ver a las personas disfrutando su vida. Entrando me encuentro con Matías, un chico dulce de 1,78 cm, cabello castaño con reflejos de pelirrojo, chico que me vuelve loca cada vez que sonríe, es una maravilla de hombre.

 

-Hola Valentina, ¿Qué tal va tu día especial? –Pregunta entusiasmado y con su hermosa sonrisa. Me quedo pensando en lo asombroso que sería besar esos labios carnosos que tiene, sin embargo, debo controlarme.

-Bien, como todo día cotidiano en mi vida –digo estoica, esperando su respuesta cotidiana. “Siempre habrá algo nuevo en tu día”.

 

-Sabes lo que siempre te digo, no necesito repetirlo –asevera y echa a andar hacia el aula. Me asombra que me hable de esa forma, hoy amaneció serio. Lo seguí hasta la clase, es prácticamente el último día de clases, pronto se acerca el baile de graduación y la ceremonia. Quisiera que ya esto acabe y pueda ingresar a la universidad, ya tengo mi vida planeada y no quiero dar vuelta atrás. Se me olvidaba, mi guapo compañero me invitó al baile, me impresiona la verdad creí que invitaría a alguien de su altura, no digo que no quiera ir con él, obviamente quiero ir con el chico que me vuelve loca, bueno al final sí tiene razón, siempre habrá algo nuevo en tu día.

 

- Good morning class, this is your last day of classes –Anuncia el profesor de literatura, me encanta su clases y su acento cada vez que habla español, además de que es un hombre ya de sus 30 años de edad que está muy bien conservado, es alguien que me inspira a hacer mis poemas o mis cortas historias, siempre me ha gustado mucho eso. Me encantaba contarle a mi papá las historias que mi imaginación tenía preparada, la historia que más le gustó fue la princesa escritora, no recuerdo su nombre, pero como dice su título de princesa tenía el poder de cambiar su historia, si no le gustaba su príncipe lo cambiaba, siempre lo hacía reír. Perdonen ya hace dos años que no está me hace mucha falta y hablar de él, es como mi consuelo... –Señorita Duran, ¿Qué le parece la propuesta? –Pregunta el profesor Jackson reclinado en su silla.




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