Ya estamos en el infierno

CAPITULO 4: La maldita firma

Cam estaba frente a mi, anotando no se que tonterías en ese pergamino que había hecho aparecer, pero yo simplemente no podía concentrarme en sus palabras, veía sus labios moverse pero desde hace un tiempo, mi mente abandonaba mi cuerpo por al menos 2 días completos del año y justo ahora me estaba pasando.

Él había resultado como una buena distracción todo el día, aliviando un poco a mi mente, pero tarde o temprano el sentimiento de culpa y odio por mi, me alcanzaba, tan fácil como si nunca se alejara, y quizás sí era eso, nunca se iba...

—¡Blake!, ¿acaso me estás escuchando?.—lo miré con cierto desconcierto, yo no había escuchado absolutamente nada, mi mente empezó a vagar desde que comenzó a pronunciar palabra.

—Claro, un trato con un demonio, como gustes Cam, pero ahora solo quiero dormir, hablaremos mañana...

—¿Dormir?, pero apenas son las 8, ¿acaso no tienes amigos o algo?.—negué con la cabeza algo distraída y me acosté en la cama, haciéndome un ovillo, abrazando mis piernas, sintiendo esa presión en mi pecho que me dejaba sin aire y aquel frío recorriendo mi columna vertebral, cerré los ojos y traté de contar hasta 10 pero los números no curaban lo que envolvía a mi alma desde hace varios años, justo un día como hoy, solo que más doloroso y sobre todo más trágico.

—Papi no me puedo poner el cinturón.—chilló Keyla con fastidio y molestia, llevaba casi 10 minutos tratando de abrocharlo, rodé los ojos y mi mamá me reprendió con la mirada por no ayudarla.

—Erick detente para que Key se abroche, es peligroso, y más si vamos en carretera.

—Precisamente por eso no me puedo detener, me pondrán una multa o yo causaré el accidente.—mi mamá lo miró con cansancio y se volteo de nuevo hacía nosotras.—Blake, no lo repetiré de nuevo, ayudale a tú hermana a abrocharse el cinturón.

—¿Por qué tengo que hacerlo?, tenemos la misma edad, somos gemelas, podemos hacer lo mismo, no entiendo porque es tan torpe que ni siquiera se puede abrochar el tonto cinturón.

—¡Blake!, disculpate ahora, ¿Qué es esa clase de comportamiento, y más con tú hermana?.—Keyla me miró con sus ojos llenos de lágrimas y jalé el tonto cinturón para poder abrocharlo.

—Eres una boba.—le susurre antes de poder abrocharlo.

—Escuche eso Blake, y sabes que estás en problemas.— dijo mi papá mirándome por el espejo retrovisor, empuje el cinturón sin abrocharlo y me crucé de brazos.—Blake Davis, tienes cinco segundos para abrocharle ese cinturón a tú hermana o estarás castigada un mes sin golosinas ni televisión. 

—¡Eso no es justo!.

— Cinco.

—¡No lo haré!.

—Cuatro.

—¡Puedo vivir sin golosinas!.

—Tres.

—¡La televisón tampoco es importante!.

—Dos...—me miró de nuevo por el retrovisor y miré la ventana...

Y entonces jamás llegó al uno...

Un auto se impacto contra el nuestro, mi cinturón me hizo rebotar  y me golpee  la cabeza con el asiento de mi padre...yo si pude rebotar con el asiento, pero Key...

Abrí los ojos encontrándome en mi habitación, me había quedado dormida o algo así, seguía abrazando mis piernas y estaba temblando, no sabía sí era por la corriente helada que entraba por mi ventana abierta o por la pesadilla de aquella noche del accidente.

Levanté mi vista y Cam no estaba, dejé salir un suspiro cansado, definitivamente no quería volver a dormir y prefería hablar con él, sabía que si cerraba los ojos de nuevo entraría a un bucle largo en donde su muerte sería lo único que soñaría y no lo quería, además el pelinegro de ojos violeta resultaba un dolor de cabeza lo suficientemente fuerte como para olvidar el resto...

¿Mi mente habría inventado a Cam para que deje de pensar en ello?,¿para calmar mi culpa?...

—Ya te dije que no.—salté en mi lugar cuando el idiota habló, estaba acostado a un lado de mí, me dí la vuelta, me miraba con una sonrisa de labios cerrados, se veía cómodo, quizá llevaba un rato ahí y ni siquiera lo había notado.

—Pues me encantaría que así fuera, dejaría de sentirme tan...—lo miré y solté otro suspiro.—demente...

Recargó su cabeza en su mano, me examinó y rolé los ojos dejándome caer bien en el colchón, mirando al techo, lo sentía observando mi perfil.

—Deja de mirarme, es raro hasta para ti.

—Me equivoque sobre ti...—lo miré en cuanto soltó esas palabras y sonrió haciendo que se marcaran sus hoyuelos, sus ojos violeta se pasearon por todo mi rostro.—Hace un par de horas no sabía que podía hacerte pensar, dentro de tu vida miserablemente aburrida, que ya no había otra opción, un plan o alguna de esas ñoñerías humanas...pero creo que ya entiendo porque y sólo quiero decirte algo que tal vez te de paz...—me reí con desdén y me acomode en la misma posición que él, recargando mi cabeza en mi mano.

—¿Y qué es?, ¿un sermón de que está en la ciudad de los ángeles, cantando o saltando en nubes cuidándome?, no es necesario, no lo creería aunque me dijeras que tú mismo haz viajado allá.

—Bueno, aclarando varios puntos, yo viví muchos años en "la ciudad de los ángeles", como la haz llamado tú, además no te iba a decir nada parecido, ni siquiera se a donde se supone que deba ir alguien como tú hermana.—se alzó de hombros y se sentó en la cama.—Sólo te iba a decir que no importa en donde se encuentre ella, te aseguro que no piensa en ti o lo que pudo haber pasado momentos antes de su muerte...es algo...complejo, pero debes confiar en mí, sólo dejalo estar, quizás después la vuelvas a ver y ya te dirá lo que piensa.

—Se nota que no eres capaz de entender algo tan simple, no puedo sólo "dejarlo estar"...supongo que no conoces la culpa pero no es un accesorio que te puedas quitar cuando desees, mucho menos el dolor, la pérdida o algún sentimiento que te haga humano...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.