Ya estamos en el infierno

CAPITULO 5: Todo es cierto

El viernes había llegado por fin, me encontraba en mi última clase dibujando tonterías en mi libreta, esperando a que sonara el timbre que anunciaba el inicio de las vacaciones de invierno, se suponía que todos nos debíamos quedar para el festival que organizaron, pero en cuanto esa cosa sonará, yo me largaría de aquí a como diera lugar.
Sólo regresaría a limpiar en la noche, era parte del castigo que tenía está semana y no podía hacer nada al respecto, pero quedarme al festival y esperar, era peor que limpiar, no me gustaba la navidad, mi mamá frecuentemente decía que era una especie de Krampus, solo que en lugar de castigar niños, castigaba a todo aquel que me diera una felicitación o regalo navideño, era obvio que bromeaba pero sinceramente yo lo creía verdad, acarreaba desgracias en éstas vísperas, en lugar de felicidad.

Sonó la campana y cerré la libreta en la que estaba dibujando, me levanté y tomé mis cosas, solo debía correr a la salida y no mirar atrás; en cuanto atravesé el marco de la puerta del salón, solté un suspiro, casi me sentía libre de esto... Sin embargo no me dejaron sentir eso mucho más, Levi estaba parado frente a la puerta, sonrió cuando me vio y fingí ignorar su presencia, continúe con mi camino pero solo di cuatro pasos más antes de sentir una mano en mi hombro.

—Blake, que bueno verte.-sonreí con molestia mientras me volteaba a verlo, actuaba con sorpresa pero era evidente que estaba aquí a propósito, sus clases eran en otro piso.-Te estaba esperando, no contestaste mis mensajes en éstos días y yo...bueno, quería invitarte al festival navideño.

—Sí, yo... Estuve muy ocupada, ya sabés, es el último año para mi y tengo que ver muchas cosas de la universidad, me llego mi carta de aceptación y todo eso...

—¡Eso es asombroso! .—me abrazo y me quede quieta, esto era incómodo, yo no tenía idea de que hacer, así que solo le di unas pequeñas palmadas en la espalda, no era como que nunca me hubiesen abrazado, lo que pasa es que no era muy adepta a ellos y a ningún tipo de contacto fisico en realidad.—¿A que Universidad te vas?.

—Me aceptaron en la universidad de California, así que allá será, supongo...—siguió sonriéndome como si de eso dependiera su vida, este chico en verdad era extraño.—Ya me tengo que ir pero nos vemos luego, diviertete Levi.

—¿No te quedaras?, es el último día antes de irnos de vacaciones y pensé que tal vez podríamos estar juntos, ya sabes, para conocernos mejor, llevamos un año entero juntos en natación pero apenas se algo de ti.

—No creo que eso sea lo que quieras, Levi; debes tener más amigos para divertirte, yo de verdad te estoy muy agradecida por salvarme de la piscina pero sinceramente no creo que sea buena idea, no quiero...arruinarte.—me miró sin saber a lo que me refería, bueno, ahora sabía que este chico no tenía idea de los rumores que había sobre mí, lo que hacía peor todo esto.-No compre boleto tampoco, en serio, solo olvidalo Levi.-me di la vuelta antes de que sus ojos de cachorro me convencieran, caminé hasta la salida y solté un suspiro cuando por fin estuve afuera.

—Insisto en que eres una maldita.—Dirigí mi mirada a la irritante fuente de la voz, Cam; estaba recargado en el árbol que estaba a unos metros de mí, llevaba un ridículo gorro navideño y unos lentes de sol, lo que me faltaba, desde que lo había mandado a la mierda con su trato, ya no se había aparecido, pensé que me había librado de él, pero ahora veía que no.—Creí que estarías más contenta de verme, no se, podrías saltar o bailar, sonreír al menos.

—No hay motivo para hacerlo.—le dije, y unos chicos que iban pasando a mi lado me miraron como si estuviera loca, Cam se empezó a reír con fuerza.—No pueden verme tonta, al menos que yo quiera, de seguro te viste como una loca.—me cruce de brazos y lo miré mal.—¿Por qué no aceptaste salir con el chico?¿acaso te diste cuenta, rápidamente, que no eres lo suficiente para él?.

—Es algo que se desde hace un tiempo, además Levi es más chico que yo por 3 años, máximo tendrá 17 y yo ya tengo 20.

—¿20?, ¿esa es la edad falsa que tiene tú identificación para beber en clubes nocturnos?.

—No, de verdad tengo esa edad, tuve muchos problemas en mis primeros dos años de preparatoria, tuve que empezar de cero y eso es todo lo que sabrás de mí, Cam, es más, ni siquiera se porque te lo he contado.

—No me interesa saber de ti mientras cumplas nuestro trato, está firmado por ti, y a menos que me quieras tener aquí toda tú existencia deberás ayudarme.—lo mire con duda, no entendía de que hablaba.—Déjame explicarte, estos días que no estuve presente, fui a editar el contrato, como vi que no cumplirías porque no te importa tú familia, cambie las condiciones, tuve que pedir muchos favores pero al fin quedo bien.—me entrego el pergamino, en cuanto leí el titulo le enseñe el dedo medio, "Mi trato con la aburrida de Blake"...era un idiota infantil.

Las condiciones habían cambiado completamente, en esta nueva versión el muy estúpido había atado su vida a la mía y si no cumplía el trato, en cuanto la fecha de su sentencia se cumpliera, ambos seríamos enviados al infierno para ser castigados por quiénes habíamos matado en vida...

"Las almas condenadas por dicho trato, serán maltratadas por la eternidad, sus verdugos serán aquellos a los que privaron de la vida en su estadía en la tierra, Blake Davis y Astaroth Crestán serán castigados no solo por sus victimas, sino también por la idea de haber privado a ellas de su estadía en los astros celestiales".

"Ambas almas vinculadas con el único fin de llevar a cabo la sentencia de un año impuesta por Lucifer y Balcebú, reyes del infierno, como castigo por romper por segunda vez, el único código existente para los seres celestiales".

Levanté mi vista del pergamino, mis manos temblaban y no podía dejar de sentir que un ácido iba subiendo por mi garganta, tenía la vista nublada por las lagrimas que no quería que salieran y Cam solo me sonreía, tan cínico como siempre, tan despiadado como solo un rey del infierno de su calibre podía; no sabía como, pero él ya me tenía a su merced, ni siquiera tuvo que someterme con su belleza, sus afiladas garras de hipocresía e intenciones malignas disfrazadas de compasión, habían bastado, me había destrozado tal y como lo había previsto.




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