Yelena Hardy Archivo 1865

CAPITULO 9: RUTA HACIA LA TORMENTA

Carretera interestatal 25 – En ruta a Houston
T - 30 horas

El asfalto se extendía como una vena negra bajo el cielo plomizo. La camioneta robada avanzaba a toda velocidad. En el interior, el ambiente era más denso que el humo de pólvora en un campo de batalla.

Yelena conducía. Sus ojos, fijos en la carretera.
Jhonatan revisaba un mapa militar digital en una tableta oxidada.
Michael, en el asiento trasero, permanecía en silencio… hasta que no aguantó más.

—Tienes su misma forma de manejar —dijo, refiriéndose a Jhonatan.

—Si quieres conservar los dientes, cállate —respondió Yelena sin mirarlo.

Michael sonrió con ironía.

—Al menos hablaste. Vamos avanzando.

Jhonatan no lo encontró gracioso.

—¿Por qué estás aquí, Michael? ¿Por redención? ¿Culpa?

Michael negó suavemente.

—Por estrategia. Pullman está a punto de activar el Núcleo. Y aunque me odien, saben que soy el único que conoce su diseño interno.

Jhonatan bufó.

—También conoces sus métodos.
Y su lista de traiciones.

—Y por eso estoy aquí. Porque conozco lo que es capaz de hacerle a alguien que considera una herramienta… como lo hizo con ella.

Yelena frunció el ceño.

—¿Qué más sabes de mí que yo no sepa?

Michael la miró, y por un segundo bajó la guardia.

—Eras la pieza final. Desde que naciste, fuiste criada sin saberlo para albergar el núcleo genético del Proyecto U. El orbe negro… no es solo una fuente de energía. Es un fragmento biológico que se activa con tu ADN.

—¿Y qué pasa si se activa?

—Reescribe todo. En teoría, podría rediseñar la biología humana. En práctica... podría borrar toda la vida no compatible con tu código.

Silencio.

—Por eso Pullman te necesita cerca del Núcleo —agregó—. Sin ti, el protocolo no puede completarse.

—¿Y tú ayudaste a diseñar esto? —preguntó Jhonatan con rabia.

Michael asintió, sin orgullo.

—Pero también creé la única forma de detenerlo: un cortador genético de onda inversa.
Está dentro del servidor del núcleo… pero para acceder, necesitamos llegar al centro de comando. Y solo Yelena puede hacerlo.

—¿Por qué solo yo?

Michael la miró con una mezcla de respeto y pesar.

—Porque solo tú tienes el código maestro en tu sangre.

Motel abandonado, las afueras de Amarillo – Parada táctica

La noche cayó, densa y fría. El trío se resguardó en una habitación a medio derruir. Jhonatan armaba un fusil personalizado. Michael revisaba planos satelitales. Yelena, por primera vez en mucho tiempo, se sentó en silencio… y pensó.

Jhonatan se le acercó, dejando el arma a un lado.

—No tienes que hacer esto sola.

Ella lo miró.

—¿Y qué otra opción tengo? Estoy hecha para esto. Fui programada como una llave. No como una hija.

Él se arrodilló frente a ella.

—Escúchame bien, Yelena.
Puede que te hayan creado como arma.
Pero yo te crié como persona.
Y pase lo que pase, eres más que un proyecto. Eres mi hija.

Yelena bajó la mirada. Por primera vez en años… sintió que algo se quebraba dentro. Y eso no era debilidad. Era verdad.

—Vamos a terminar esto —dijo finalmente—. Pero lo haremos juntos.

Interior del Núcleo, Houston

Pullman se encontraba frente al orbe. Su traje era una mezcla de armadura táctica y conectores biomecánicos. Tras él, decenas de técnicos controlaban paneles con códigos mutando en tiempo real.

Una científica se acercó.

—Señor… la señal genética se aproxima. Confirmamos la activación espontánea del protocolo Y-19. Ella viene hacia aquí.

Pullman sonrió con una calma escalofriante.

—Que venga.
Lo que no sabe… es que la llave ya no controla la cerradura.
La cerradura ahora la controla a ella.

La cuenta regresiva parpadeó.

> T - 18 HORAS




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