Yerno Piadoso Al Poder

Capítulo 1 - El Cumpleaños Del Amo Zimmer

La Villa Zimmer, en Niumhi, resplandecía con un millar de luces, cada una titilando como una estrella fugaz sobre el opulento jardín meticulosamente cuidado.

La noche se había vestido de gala, y el aire vibraba con la expectación y el murmullo de innumerables invitados, ataviados con sus mejores galas, todos reunidos para celebrar el septuagésimo cumpleaños del venerable Amo Zimmer.

El aroma a flores exóticas, traídas de los invernaderos más exclusivos, y la música suave de un cuarteto de cuerda llenaban el ambiente, creando una atmósfera de lujo desmedido y celebración ostentosa.

Uno a uno, sus hijos y nietos se acercaron, sus rostros iluminados por sonrisas calculadas, presentando obsequios envueltos en sedas brillantes y cajas adornadas con lazos dorados, cada uno intentando superar al anterior en extravagancia.
Con una voz que se elevó en un coro unísono, casi ensayado, le desearon:

- ¡Deseamos que el Amo Zimmer sea siempre bendecido con buena salud y larga vida!

El Amo Zimmer, un hombre de porte distinguido a pesar de sus años, se reclinaba en su silla de terciopelo carmesí, su rostro surcado por arrugas que contaban historias de sabiduría y poder, pero ahora iluminado por una sonrisa radiante que rara vez mostraba.

Parecía no sólo feliz, sino rebosante de una energía que desmentía su edad, casi juvenil en su entusiasmo.

Con un gesto de su mano, engalanada con un anillo de sello familiar, respondió, su voz resonando con autoridad y una benevolencia teñida de orgullo:

- ¡Bien! Todos ustedes son muy obedientes. ¡Estoy muy feliz hoy, tan feliz que les concederé a todos y cada uno de ustedes un deseo! Solo díganme lo que quieren, y si está dentro de mi poder, será suyo.

La sala se llenó de un murmullo excitado, como un enjambre de abejas descubriendo una nueva flor.

Los jóvenes, con los ojos brillantes de codicia apenas disimulada, comenzaron a enunciar sus deseos, compitiendo por ser los primeros en aprovechar la generosidad del patriarca.
- Abuelo.

Comenzó una nieta, su voz melosa y estudiadamente dulce.

- Yo quiero un apartamento cerca del océano. No es caro, es solo un poco más de un millón de dólares… con vistas al atardecer, por supuesto.
- Abuelo.

Interrumpió otra, sin esperar su turno.

- ¡Quiero un bolso Chanel edición limitada… el modelo que salió en París la semana pasada, el que es imposible de conseguir! El que tiene incrustaciones de diamantes y solo se hicieron diez en el mundo.
- Abuelo.

Añadió un nieto con una sonrisa arrogante, ajustándose el puño de su camisa de seda.

- Quiero un coche deportivo BMW… el último modelo, con todas las personalizaciones posibles. El I8 Roadster, con pintura personalizada y asientos de cuero vegano.
- Abuelo.

Dijo otro, mostrando su muñeca vacía con un gesto dramático.

- Quiero un reloj Rolex… el Oyster Perpetual, el que es tan exclusivo que hay lista de espera de años. El de oro blanco con incrustaciones de zafiros, por supuesto.
El Amo Zimmer escuchó a cada uno con una expresión de complacencia, asintiendo levemente, como un rey escuchando las peticiones de sus súbditos.

- ¡Bien! ¡Concederé cada uno de sus deseos!

Su promesa salió de sus labios sin la menor duda, como si estuviera hablando de bagatelas, de caramelos, no de fortunas.

Los jóvenes que habían pedido los regalos se llenaron de una alegría desbordante, algunos casi se arrodillaron en el suelo en agradecimiento, sus rostros iluminados por una euforia que rayaba en la adoración, como si hubieran ganado la lotería.

Mirando sus expresiones faciales, el Amo Zimmer también estaba visiblemente encantado.

Se sentía satisfecho, su ego inflado por el poder de su generosidad, por la adoración que su dinero compraba.
En ese momento de éxtasis familiar, un yerno de los Zimmer, Harvey York, dio un paso adelante de repente.

Su figura, usualmente discreta y casi invisible, se hizo visible en el centro de la atención, como una mancha en un lienzo perfecto.

Con una voz que apenas se oyó sobre el murmullo de la sala, una voz que sonaba casi apologética, dijo:

- Abuelo, ¿Podrías comprarme una moto? Es más conveniente para mí, para ir a comprar algunas verduras…
Un silencio sepulcral cayó sobre la Villa Zimmer, tan denso que se podía cortar con un cuchillo.

Fue como si el tiempo se hubiera detenido, el cuarteto de cuerda dejó de tocar, y las risas se congelaron en las gargantas.

Casi todos los miembros de la familia Zimmer quedaron impactados, sus mandíbulas caídas, sus ojos fijos en Harvey con incredulidad, como si acabara de proponer la idea más absurda del mundo.

- ¿Había perdido la cabeza el yerno?

Se preguntaban con miradas de desprecio.

- ¿Qué clase de ocasión fue esa? ¿Cómo puede un yerno pedir algo? Además, ni siquiera preparó un regalo para la fiesta de cumpleaños del Amo Zimmer. ¿Cómo podía ser tan descarado de pedir algo al Amo Zimmer? Incluso pidió nada más y nada menos que una moto. ¿Quería humillar al Amo Zimmer intencionalmente?
Hace tres años, la historia de Harvey era un secreto a voces, una mancha en el impecable linaje Zimmer, un chisme que se susurraba en cada reunión familiar.

Nadie sabía dónde la Abuela Zimmer había encontrado a ese hombre llamado Harvey.

Lo único cierto era que había obligado a su nieta mayor, Mandy, a casarse con él.

En ese momento, Harvey era un hombre pobre, sin un centavo, no diferente de un mendigo, con ropas raídas y sin perspectivas.

Sin embargo, en el día de su matrimonio, la abuela Zimmer falleció, dejando a Harvey en una posición precaria, sin su única protectora.

Desde entonces, todos en la familia Zimmer lo despreciaban, tratándolo como un parásito, un estorbo que no aportaba nada.
Durante los últimos tres años, Harvey había hecho todo tipo de trabajos serviles para los Zimmer.



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En el texto hay: traicion, secretos, multimillonario

Editado: 13.07.2025

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