Yerno Piadoso Al Poder

Capítulo 1 - El Cumpleaños Del Amo Zimmer

La Villa Zimmer, en Niumhi, resplandecía bajo una profusión de luces que transformaban la noche en un día artificial.

Cristales de araña destellaban como miles de estrellas atrapadas en la opulencia de la mansión, reflejando la riqueza y el poder de la familia Zimmer.

Era la noche de la celebración del septuagésimo cumpleaños del Amo Zimmer, un evento que atraía a la élite de Niumhi, una reunión de la alta sociedad que rebosaba de elegancia superficial y una tensión subyacente.

La música, suave y elegante, se mezclaba con el murmullo de las conversaciones, creando una atmósfera a la vez festiva y sofocante.

El salón principal, decorado con un gusto exquisito, estaba abarrotado de invitados.

Hombres y mujeres impecablemente vestidos, con sus sonrisas cuidadosamente elaboradas, se movían entre canapés y copas de champán, sus conversaciones superficiales y vacías, un telón de fondo para las verdaderas intrigas y ambiciones que bullían bajo la superficie.

En el centro de la sala, sobre una plataforma ligeramente elevada, se encontraba el Amo Zimmer, su rostro iluminado por una mezcla de satisfacción y orgullo.

A su alrededor, sus hijos y nietos, vestidos con la misma elegancia impecable, se movían con una gracia estudiada, cada gesto, cada palabra, cuidadosamente calculada para agradar al patriarca.

La ceremonia de regalos había comenzado.

Uno tras otro, los miembros de la familia se acercaban al Amo Zimmer, presentándole obsequios suntuosos, cuidadosamente elegidos para demostrar su afecto y lealtad.

Cada regalo, un símbolo de riqueza y poder, era acompañado por las mismas palabras, pronunciadas al unísono, con una precisión casi militar:

- Deseamos que El Amo Zimmer sea siempre bendecido con buena salud y larga vida.

Las palabras, aunque repetidas hasta la saciedad, eran un ritual, una danza cuidadosamente coreografiada de adulación y sumisión.

El Amo Zimmer, visiblemente complacido, respondía con una sonrisa paternal, su mirada recorriendo los rostros de sus seres queridos, buscando la aprobación, la admiración, el reconocimiento de su poder.

Su rostro, surcado por las líneas de la edad, pero aún vigoroso, reflejaba la satisfacción de un hombre que había alcanzado la cima del éxito.

- Bien.

Dijo, su voz resonando en la sala, una voz que imponía respeto y obediencia.

- Todos ustedes son muy obedientes. ¡Estoy muy feliz hoy, así que les concederé a todos y cada uno de ustedes un deseo! Sólo díganme lo que quieren.

La promesa del Amo Zimmer, una promesa pronunciada con una ligereza que ocultaba una profunda manipulación, desató una oleada de entusiasmo.

Los deseos, pronunciados con una mezcla de timidez y arrogancia, se sucedieron uno tras otro.

- Abuelo, yo quiero un apartamento cerca del océano. No es caro, es sólo un poco más de un millón de dólares…
- Abuelo, quiero un bolso Chanel edición limitada…
- Abuelo, quiero un coche deportivo BMW…
- Abuelo, quiero un reloj Rolex…

Cada deseo, una expresión de avaricia disfrazada de afecto, era recibido con una sonrisa complaciente por el Amo Zimmer.

- Bien.

Dijo el Amo Zimmer, su voz llena de una satisfacción que rozaba la arrogancia.

- ¡Concederé cada uno de sus deseos!

Su promesa, pronunciada sin vacilación, era una confirmación de su poder, una demostración de su capacidad para controlar el destino de sus seres queridos.

Los jóvenes que habían expresado sus deseos se llenaron de alegría, sus rostros iluminados por una emoción que era a la vez genuina y calculada.

Casi se arrodillaron en el suelo, expresando su gratitud con una exageración teatral.

El Amo Zimmer, observando sus expresiones, sintió una satisfacción profunda, una satisfacción que alimentaba su ego y confirmaba su poder.

Se sentía satisfecho, rodeado por la adulación de aquellos que dependían de su generosidad, aquellos que se sometían a su voluntad.

Pero bajo la superficie de la celebración, una tensión latente comenzaba a acumularse, una tensión que prometía un giro inesperado en los acontecimientos.

El silencio, repentino y absoluto, cayó sobre la sala como una pesada manta.

La música se desvaneció, el murmullo de las conversaciones cesó, y una tensión palpable se apoderó del ambiente.

En medio de la opulencia y la adulación, una figura inesperada irrumpió en la escena, rompiendo la armonía cuidadosamente construida de la celebración.

Harvey York, el yerno desfavorecido, el hombre invisible, dio un paso adelante, su figura delgada y desgarbada contrastando con la elegancia de los demás invitados.

Su presencia, inesperada e inoportuna, fue recibida con una mezcla de sorpresa y consternación.

Su voz, suave pero firme, resonó en el silencio, rompiendo la burbuja de superficialidad y adulación que había envuelto la fiesta hasta ese momento.

- Abuelo.

Dijo Harvey, su mirada fija en el Amo Zimmer, una mirada que expresaba una mezcla de necesidad y desesperación.

- ¿Podrías comprarme una moto? Es más conveniente para mí, para ir a comprar algunas verduras…

La simple petición, pronunciada con una humildad que contrastaba con la arrogancia de los demás, provocó una reacción inmediata y visceral en la familia Zimmer.

Un murmullo de incredulidad recorrió la sala, un murmullo que rápidamente se convirtió en un susurro atronador de indignación y desprecio.

Los rostros de los presentes, hasta ese momento iluminados por sonrisas complacientes, se oscurecieron, reflejando una mezcla de asombro, incredulidad y furia contenida.

- ¿Había perdido la cabeza el yerno?

Se preguntaban unos, sus rostros expresando una mezcla de incredulidad y horror.

- ¿Qué clase de ocasión fue esa?

Susurraban otros, sus voces cargadas de indignación.

- ¿Cómo puede un yerno pedir algo?



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En el texto hay: traicion, secretos, multimillonario

Editado: 24.06.2025

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