Mi reloj de bolsillo yacía en el polvo del pasadizo secreto, brillando débilmente bajo la luz de mi linterna. Lo recogí con mano temblorosa, sintiendo el peso familiar del oro en mi palma. ¿Cómo había llegado aquí? ¿Por qué Silas lo tenía?
Las piezas comenzaban a encajar de manera preocupante. Silas no era solo un mayordomo leal; estaba involucrado hasta el cuello en esta conspiración. Pero ¿actuaba por su cuenta o seguía órdenes de alguien más?
Regresé a mi habitación por el camino normal, evitando los pasadizos secretos. Necesitaba pensar, y para eso requería seguridad y silencio. La mansión parecía contener la respiración alrededor mío, como si sus muros supieran que me acercaba a la verdad.
Al amanecer, confronté a Silas en la biblioteca. Apareció tan impecable como siempre, sin rastro de haber pasado la noche conspirando o moviéndose por pasadizos polvorientos.
"—Encontré esto—" dije, mostrando el reloj. "—En el pasadizo que conduce a sus habitaciones—."
Por primera vez, vi cómo la máscara de profesionalismo perfecto de Silas se resquebrajaba. Sus ojos parpadearon rápidamente, y sus manos, usualmente steady, temblaron levemente.
"—No sé cómo llegó allí—" respondió, pero su voz carecía de la convicción de siempre.
"—Mentira—" afirmé, avanzando hacia él. "—Usted me robó el reloj el primer día. ¿Por qué? ¿Era un mensaje? ¿Una advertencia?—"
Silas guardó silencio por un largo momento, mirándome como si evaluara qué tanto podría saber ya. Finalmente, suspiró profundamente.
"—El señor Alexander no mató a su padre—" confesó en voz baja, mirando hacia la puerta para asegurarse de que nadie más escuchaba. "—Solo dijo eso para proteger a alguien—."
"—¿A quién?—" pregunté, aunque temía saber la respuesta.
"—A su madre—" susurró Silas. "—Eleanor Blackwood mató a su esposo—."
La revelación me dejó sin aliento. ¿Eleanor? La viuda afligida que me había contratado para encontrar la verdad.
"—¿Por qué?—" logré preguntar.
"—Alistair iba a dejarla—" explicó Silas. "—No solo eso, iba a revelar ciertos... negocios turbios de la familia que habrían destruido el legado Blackwood para siempre. Eleanor no podía permitirlo—."
Mientras procesaba esta información, recordé la nota que había encontrado en la habitación de Alexander, aquella firmada con las iniciales "E.B." que amenazaba con consecuencias. ¿Era posible que Eleanor estuviera manipulando a todos?
"—¿Y su papel en todo esto?—" interrogué, fijando mi mirada en él. "—¿Por qué ayudarla?—"
Silas bajó la vista. "—He servido a la familia Blackwood durante cuarenta años. Mi lealtad es... complicada—."
Decidí que necesitaba evidencia más sólida antes de confrontar a Eleanor. Si Silas decía la verdad, estaba frente a una mujer peligrosa y desesperada.
Investigué los "negocios turbios" que Silas había mencionado. En los archivos de la biblioteca, encontré referencias a una subsidiaria offshore de Blackwood Industries llamada "Cuervo Holdings". Las fechas coincidían con la obsesión de Alistair por los números.
Al revisar los documentos con la secuencia 13-3-9-14-1, descubrí que correspondían a fechas clave de transacciones financieras dudosas. Eleanor estaba involucrada en todas ellas.
Mientras reunía esta evidence, noté que Elara parecía particularmente nerviosa. La encontré revisando los mismos documentos que yo, pero cuando me vio, cerró bruscamente el libro que estaba examinando.
"—¿Encontró algo?—" pregunté, observando su lenguaje corporal.
"—Nada importante—" respondió demasiado rápido. "—Solo... confirmando algunas cosas—."
Su evasividad me preocupó. ¿Estaba Elara involucrada también? ¿O estaba tratando de protegerme?
Esa noche, decidí seguir a Eleanor. La vi salir de su habitación bien pasada la medianoche, moviéndose con una determinación que no mostraba durante el día.
La seguí a través de varios pasadizos secretos hasta una sección de la mansión que no conocía —una antigua capilla privada. Allí, frente a un altar de mármol negro, abrió un compartimento secreto y sacó una caja fuerte antigua.
Mientras observaba desde las sombras, vi cómo introducía la combinación: 13-3-9-14-1. La secuencia numérica por fin revelaba su propósito.
Dentro de la caja había documentos —y una pistola que coincidía con el calibre del arma homicida.
En ese momento, Eleanor habló sin volverse, como si supiera que estaba allí todo el tiempo.
"—Supongo que Silas le contó—" dijo con voz fría. "—Siempre fue demasiado blando—."
Se volvió hacia mí, sosteniendo la pistola con mano firme. Sus ojos ya no mostraban dolor, solo una determinación aterradora.
"—Alistair iba a destruir todo lo que hemos construido—" afirmó. "—Todo por su maldita conciencia—."
Mientras hablaba, noté movimiento detrás de ella. Elara estaba allí, con el diario de Alistair en las manos.
"—Tiene razón, detective—" dijo Elara, con lágrimas en los ojos. "—Pero no sobre todo—."
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Editado: 28.08.2025