Elara sostenía el diario de Alistair como un escudo, sus manos temblorosas pero su voz sorprendentemente firme. Las lágrimas brillaban en sus ojos, pero no era miedo lo que veía en ellos—era rabia.
"—Tiene razón, detective—" repetía, sin apartar la mirada de Eleanor. "—Pero no sobre todo—."
Eleanor giró lentamente, la pistola ahora apuntando alternativamente entre Elara y yo. Su expresión era de desprecio absoluto. "—¿Tú también, niña? Después de todo lo que hice por ti—."
"—Lo que hizo por mí?—" Elara dio un paso al frente, desafiante. "—Usted asesinó a mi padre—."
La revelación cayó como una bomba en la capilla silenciosa. Yo me quedé paralizado, procesando las palabras. ¿Su padre? ¿Alistair era el padre de Elara?
Eleanor soltó una risa fría y amarga. "—Alistair nunca fue tu padre, ingenua. Solo fue otro de sus errores sentimentales—."
Elara abrió el diario en una página marcada y comenzó a leer con voz clara: "'Hoy confirmé lo que siempre sospeché. Elara es mi sangre, mi hija verdadera. Eleanor lo supo desde el principio y por eso la trajo aquí, para mantenerla cerca y controlarla'."
Mientras Eleanor estaba distraída por la confrontación, yo aproveché para avanzar lentamente hacia la izquierda, buscando un ángulo que me permitiera actuar si disparaba.
"—Él iba a reconocerte como heredera—" confesó Eleanor, con un rencor que helaba la sangre. "—Iba a darle a una bastarda lo que por derecho pertenece a Alexander—."
"—Por eso lo mató—" entendí yo, uniendo las piezas finales. "—No solo por los negocios turbios. Por la herencia—."
Eleanor asintió lentamente, como si estuviera orgullosa de su macabra lógica. "—Los Blackwood no se manchan con sangre impura. Preservé nuestro legado—."
En ese momento, una figura emergió de las sombras detrás de Eleanor. Alexander, con el rostro desencajado por el horror de lo que acababa de escuchar.
"—Madre... ¿es cierto?—" su voz era apenas un susurro quebrado.
Eleanor dudó por primera vez, bajando ligeramente el arma. "—Alexander, cariño, todo lo hice por ti—."
"—¿Matar a padre? ¿Mentirme toda la vida?—" Alexander avanzó, y vi en sus ojos que el hijo leal había muerto en ese instante.
El caos estalló cuando Alexander se abalanzó sobre su madre. El arma disparó al techo, haciendo llover pedazos de yeso sobre nosotros. Me lancé hacia adelante y logré sujetar a Eleanor mientras Alexander forcejeaba con ella.
Fue entonces cuando vi a Silas en la entrada de la capilla, observando la escena con una expresión que no podía descifrar. ¿De qué lado estaba realmente?
Entre la confusión, Elara gritó: "—¡El diario! ¡Tiene las pruebas de todo!—"
Eleanor, con una fuerza sorprendente, se liberó de mi agarre y corrió hacia Elara, arrebatándole el diario. Corrió hacia el altar y tomó un pesado candelabro de plata.
"—Nadie tendrá estas pruebas—" gritó, y comenzó a golpear furiosamente la caja fuerte abierta, intentando destruir su contenido.
Alexander y yo actuamos al unísono. Mientras yo sujetaba a Eleanor, Alexander recuperaba el diario y los documentos de la caja fuerte. Entre ellos, encontró algo que lo hizo palidecer aún más—un testamento nuevo, fechado el día antes de la muerte de su padre, que dejaba la mayor parte de la fortuna a Elara.
"—Dios mío—" murmuró, cayendo de rodillas. "—Todo esto... por dinero—."
Eleanor dejó de forcejear, derrotada. Su respiración era entrecortada, pero sus ojos aún ardían con odio. "—Tú nunca entendiste lo que significa ser un Blackwood—."
Mientras la sujetaba, noté que Silas se acercaba lentamente a Elara, poniendo una mano protectora en su hombro. Finalmente entendí su verdadera lealtad—no hacia Eleanor, ni hacia Alexander, sino hacia la hija secreta de Alistair.
La policía llegó minutos después, alertada por el disparo. Mientras se llevaban a Eleanor—ahora callada y con la cabeza alta—, Alexander se me acercó.
"—Lo siento—" dijo, y por primera vez sonó genuino. "—Estaba tan cegado por el odio hacia mi padre que no vi la verdad frente a mí—."
Elara se quedó con los documentos, abrazándolos como si fueran la única conexión con el padre que nunca conoció. Silas permaneció a su lado, su verdadero papel revelado al fin—no solo mayordomo, sino protector de la última heredera legítima de Blackwood.
Pensé que el caso estaba resuelto. Tenía a la asesina, el motivo, las pruebas. Pero mientras recogía mis cosas para irme, encontré una última nota en mi maletín, escrita con la misma caligrafía de la primera carta que me trajo aquí:
"El cuervo principal ha caído, pero el nido todavía guarda secretos. ¿Estás seguro de que quieres saber todos los horrores que esconde Blackwood?"
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Editado: 28.08.2025