Yisus: El Caso De La Mansión Blackwood.

Capítulo 10: El Precio de la Verdad.

La revelación del Capitán Miller como el cerebro detrás de la conspiración nos dejó paralizados. Su uniforme de policía, que debería representar seguridad y orden, ahora parecía una burda farsa. La túnica negra con el cuervo invertido dejaba claro que su lealtad estaba con una facción mucho más oscura.

"—Todo este tiempo—" logré decir, posicionándome entre Miller y Elara— "—usted fue quien manipuló las pruebas. Quien intentó incriminarme—."

Miller sonrió, un gesto frío y calculador que no llegaba a sus ojos. "—Necesitaba un chivo expiatorio creíble. Un detective famoso caído en desgracia... perfecto para cerrar el caso—."

Silas blandió su daga con mano temblorosa. "—La Sociedad del Cuervo nunca se rendirá ante un traidor—."

"—¡La Sociedad está acabada!—" gritó Miller, con sudden ferocidad. "—Siempre fue una reliquia del pasado. Yo he construido algo mejor—algo más poderoso—."

Mientras hablaba, noté que sus ojos se movían hacia un antiguo mecanismo en la pared—un panel de símbolos tallados que parecía contener algún tipo de mecanismo secreto. Siglos de instinto detective me advirtieron: había una trampa.

En un movimiento rápido, me abalancé hacia el panel justo cuando Miller extendía la mano para activarlo. Nuestros cuerpos chocaron, y luchamos por el control del mecanismo antiguo.

"—¡No sabes lo que estás haciendo!—" gritó Miller, con genuine desesperación en su voz. "—¡Ese mecanismo liberará una toxina que preservará la cámara y todo su contenido—eliminando solo a los intrusos!—"

Sus palabras me horrorizaron. "—¿Intrusos? ¡Está hablando de asesinarnos a todos!—"

La lucha se intensificó, y en la confusión, el mecanismo se activó. Un silbido agudo llenó la cámara, y un gas verdoso comenzó a filtrarse de unas ranuras en las paredes.

"—¡Todos contra las paredes!—" ordené, recordando un caso similar que había investigado años atrás. "—Los gases pesados se acumulan en el centro—."

Mientras nos apretujábamos contra las paredes, Elara—con una calma sorprendente—estudiaba los símbolos del panel. "—Mcina era ingeniera—" murmuró para sí misma. "—Siempre incluía contramedidas—."

Sus dedos volaron sobre los símbolos, presionando una secuencia specific. "—Los números—" dijo en voz alta— "—13-3-9-14-1. No son solo coordenadas o un código—son la clave de todo—."

Al marcar la secuencia, el gas comenzó a retirarse, absorbido por rejillas en el piso que none había notado antes. Miller profirió un grito de rabia y se lanzó hacia Elara, pero Alexander y yo lo interceptamos.

La lucha que siguió fue caótica. Miller, aunque mayor, era sorprendentemente fuerte y estaba desesperado. Pero éramos más, y entre todos logramos reducirlo.

Mientras lo inmovilizábamos, Clara se acercó con expresión grave. "—Dime, Miller—¿por qué traicionaste el juramento?—"

El capitán rió amargamente. "—¿Juramento? ¡Éramos guardianes de mentiras! Yo vi la oportunidad de tomar el poder que siempre nos fue negado—."

Fue entonces cuando Silas, palideciendo visiblemente, se apoyó contra la pared. "—La toxina... aunque se retiró, tuve mucha exposición—."

Corrí hacia él, pero era demasiado tarde. El viejo mayordomo—el último guardián verdadero—sonrió débilmente. "—Cuiden de ella—" murmuró, mirando a Elara— "—como yo no pude hacerlo—."

Su último aliento se escapó en un susurro que solo yo pude oír: "—El verdadero traidor... no actúa solo—."

Esas palabras me helaron. ¿Había alguien más? ¿Otro conspirador que aún no habíamos descubierto?

Mientras procesábamos la pérdida de Silas, Elara encontró algo extraordinario detrás del panel que había activado—un compartimento secreto que contenía el diario completo de Mcina Blackwood.

Las páginas revelaban la verdad completa: Mcina no había sido solo una visionaria, sino una inventora genial. Había creado tecnologías avanzadas que su hermano había robado y patentado como propias. Pero su mayor secreto era aún más impactante.

"—Ella predijo todo—" susurró Elara, con lágrimas en los ojos— "—la traición, la lucha por el poder... incluso nuestra reunión hoy—."

El diario contenía planos detallados de túneles y cámaras que none conocíamos, así como instrucciones para restaurar el legado familiar de manera pacífica. Mcina no quería venganza—quería reconciliación.

Alexander, con newfound humildad, se arrodilló frente a Elara. "—La fortuna—el legado—te pertenece por derecho. Yo te ayudaré a restaurarlo—."

Pero en medio de este momento de unidad, noté que Clara se mantenía distante, observando la escena con una expresión que no podía descifrar. ¿Era orgullo? ¿Preocupación? ¿O algo más?

Al examinar el diario de Mcina más detenidamente, encontré una página final que none había sido mencionada. Escrita en un código diferente, parecía haber sido añadida mucho después—y hablaba de una "sombra dentro de la luz", un traidor que surgiría de entre los más leales.

La advertencia era clara: el peligro no había terminado. Y cuando alcé la vista, mis ojos se encontraron con los de Clara—y vi en ellos un destello de algo que me heló la sangre.

Antes de que pudiera decir nada, un estruendo ensordecedor sacudió la cámara. La puerta de acero se abrió de golpe, y figures encapuchadas irrumpieron—pero esta vez no eran los protectores de Mcina.

Estos vestían túnicas grises con un símbolo que none había visto antes: un cuervo destrozado por una espada.

Y en el centro del grupo, una figura alta se quitó la capucha—revelando un rostro que none esperaba ver nunca again.

Era el mayordomo anterior—el padre de Silas—a quien todos creían muerto hace veinte años. Pero estaba vivo, y sus ojos ardían con odio puro.

"—El tiempo de los Blackwood ha terminado—" anunció— "—y el legado de Mcina morirá con ustedes—."...




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