Yisus: El Caso De La Mansión Blackwood.

Capítulo 11: El Regreso de los Muertos.

La aparición del mayordomo anterior, a quien todos daban por muerto, creó una onda de shock que paralizó la cámara por un instante eterno. Silas—nuestro Silas—yacía sin vida a mis pies, y ahora su padre, a quien había llorado por dos décadas, estaba aquí, liderando un nuevo grupo de encapuchados con símbolos grises y actitud amenazante.

"—¿Padre?—" la palabra escapó de mis labios antes de que pudiera detenerme, cargada de una mezcla de esperanza y horror.

El hombre alto, de cabello cano y rostro marcado por cicatrices invisibles, esbozó una sonrisa fría. "—No me llames así. He renunciado a ese nombre y a esa lealtad—."

Clara dio un paso al frente, su voz temblando levemente. "—Thomas... todos creímos que estabas muerto—."

Thomas, el mayordomo anterior, clavó su mirada en ella. "—Muerto y enterrado, como debió ser. Pero el legado de Mcina es demasiado valioso para dejarlo en manos de sentimentales—."

Mientras hablaba, noté que sus ojos se posaron en Elara con una intensidad aterradora. No era odio lo que vi en ellos, sino algo peor: codía pura.

"—El diario de Mcina—" exigió Thomas, extendiendo una mano— "—y los planos de sus inventos. Ahora—."

Alexander se interpuso entre Thomas y Elara. "—No vamos a darle nada—."

La tensión se cortaba con cuchillo. Los encapuchados grises avanzaron, formando un semicírculo around nosotros. Estábamos atrapados en la cámara secreta, con la única salida bloqueada por nuestros aggressores.

Fue entonces cuando Elara, con una serenidad que no entendía de dónde sacaba, habló. "—Usted no quiere destruir el legado de Mcina—" dijo, estudiando el rostro de Thomas— "—quiere aprovecharlo para sí mismo—."

Thomas rió, un sonido áspero y carente de alegría. "—Inteligente, como tu antepasada. Sí, he pasado veinte años reuniendo los recursos y el poder para terminar lo que Mcina comenzó—pero correctamente esta vez—."

Mientras monologaba, noté que Clara se movía lentamente hacia un rincón de la cámara, donde un antiguo símbolo de Mcina estaba tallado en la pared. Nuestras miradas se encontraron por un instante, y en sus ojos leí una advertencia silenciosa.

"—Mcina era una idealista—" continuó Thomas— "—pero el poder real no se gana con buenas intenciones. Se toma—."

En ese momento, Clara presionó el símbolo en la pared. Un estruendo sónico llenó la cámara, y de repente, todas las luces se apagaron, sumergiéndonos en una oscuridad absoluta.

El caos estalló. Gritos, forcejeos, el sonido de impactos y el crujir de huesos. Me abrí camino hacia donde recordaba que estaba Elara, protegiéndola con mi cuerpo mientras intentaba orientarme en la penumbra.

De repente, una luz tenue iluminó la cámara. Thomas sostenía una esfera que emitía un resplandor fosforescente, revelando una escena de caos. Varios de sus encapuchados yacían en el suelo, pero él permanecía imperturbable.

"—Trucos infantiles—" dijo con desdén— "—Mcina diseñó esta cámara. Conozco todos sus secretos—."

Fue entonces cuando noté que Alexander no estaba con nosotros. En la confusión, había desaparecido. ¿Había sido capturado? ¿O había traicionado nuestra confianza?

Thomas se acercó a Elara, ignorando por completo mi presencia. "—Tienes dos opciones, niña—" dijo suavemente— "—unirte a mí y reclamar tu legado con poder real... o oponerte y compartir el destino de tu padre—."

Elara palideció. "—¿Qué sabe usted de mi padre?—"

"—Todo—" respondió Thomas— "—incluyendo quién realmente lo mató—."

La revelación nos dejó sin aliento. ¿Había más en la muerte de Alistair de lo que creíamos?

Antes de que pudiéramos reaccionar, una figura emergió de las sombras detrás de Thomas. Era Alexander, sosteniendo un antiguo artefacto que parecía una combinación de brújula y mecanismo de relojería.

"—¡Aléjense de ella!—" gritó, y activó el dispositivo.

Un pulso de energía recorrió la cámara, haciendo que todos los mecanismos de Mcina cobraran vida de repente. Paredes giratorias, pasadizos que se abrían donde antes había sólida roca, plataformas que se elevaban desde el suelo.

En el caos resultante, logré agarrar a Elara y correr hacia uno de los nuevos pasadizos. Clara nos siguió de cerca, mientras Alexander cubría nuestra retirada.

Corrimos por túneles que parecían cambiar y reorganizarse around nosotros, como si la propia mansión estuviera viva y tratando de ayudarnos—o tal vez de impedirnos.

Finalmente, llegamos a una pequeña cámara lateral que none de nosotros había visto antes. Estaba llena de extraños artefactos mecánicos y diagramas en las paredes—el taller secreto de Mcina.

"—Dios mío—" murmuró Elara, tocando uno de los diagramas— "—ella inventó... todo—."

Mientras examinábamos los planos, Clara se derrumbó contra una pared, respirando con dificultad. "—Thomas... no es el verdadero enemigo—" dijo entre jadeos— "—solo un peón—."

"—¿Qué quiere decir?—" pregunté, arrodillándome a su lado.

"—Hay alguien por encima de él—" explicó— "—alguien que ha estado manipulando todo desde el principio. Thomas solo cree que está a cargo—."

En ese momento, Alexander irrumpió en la cámara, cerrando la entrada detrás de él. "—No los seguí—" dijo— "—pero no podemos quedarnos aquí. Thomas conoce estos túneles mejor que nosotros—."

Mientras deliberábamos nuestro siguiente movimiento, Elara encontró algo extraordinario: un comunicador avanzado que Mcina había diseñado, todavía funcional después de todos estos años.

"—Puedo usarlo para contactar al exterior—" dijo, sus dedos volando sobre los controles antiguos— "—para pedir ayuda—."

Pero cuando activó el dispositivo, una voz familiar respondió al otro lado—una voz que none esperábamos oír nunca again.

"—Finalmente—" dijo la voz— "—has activado el canal seguro. Te estaba esperando, Elizabeth—."

Reconocí la voz inmediatamente. Era el Comisario General de la policía—el superior del Capitán Miller—a quien personally había notificado sobre mi llegada a Blackwood Manor.




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