El aire helado de los Alpes Suizos me cortaba la respiración. A mis pies, la nieve crujía bajo mis botas mientras observaba la escena imposible ante mis ojos: Mcina Blackwood en persona, trabajando en su laboratorio secreto como si los siglos no hubieran pasado. La Clara a mi lado—una versión mayor y más sabia de la que conocía—me tomó del brazo con urgencia.
"—No podemos interferir—" susurró, con una seriedad que helaba más que el viento— "—Cualquier cambio en este momento podría destruir la línea temporal—."
Pero ya era demasiado tarde. Mcina se volvió hacia nosotros, y en lugar de sorpresa, sus ojos mostraron una calma inquietante. "—Los estaba esperando—" dijo, con una voz que era both suave y poderosa— "—El Cronos siempre fue impredecible—."
Nos invitó a entrar a su laboratorio, donde decenas de inventos increíbles cubrían las mesas de trabajo. En el centro, un dispositivo familiar pulsaba con energía—el precursor del Cronos que conocíamos.
"—¿Cómo...?—" fue todo lo que pude articular.
Mcina sonrió tristemente. "—El viaje en el tiempo no es lineal, detective. Para mí, ustedes son el último paso de mi gran invento—."
Nos explicó que el Cronos no era solo una máquina del tiempo—era un puente entre realidades, diseñado específicamente para este momento: el momento en que su legado estaría en mayor peligro.
Clara—mi Clara—se acercó a su antepasada con lágrimas en los ojos. "—Fallamos—" admitió— "—El legado está corrompido—"
"—No—" corrigió Mcina suavemente— "—Solo está incompleto—"
Nos mostró entonces su invento final—no una máquina, sino una semilla. Una semilla genética que contenía no solo la capacidad de evolucionar, sino la sabiduría para hacerlo con compasión.
"—Esto es lo que Vance nunca entendió—" explicó Mcina— "—El verdadero poder no está en controlar la evolución... está en guiarla—"
Mientras hablábamos, sentí una conexión extraña con el dispositivo del Cronos. Como si me estuviera llamando. Mcina notó mi mirada.
"—Ah—" dijo— "—Así que eres tú—"
"—¿Yo qué?—" pregunté, confundido.
"—El ancla—" explicó— "—El punto fijo alrededor del cual gira todo—"
Mcina reveló entonces el secreto más impactante: yo no había llegado a Blackwood Manor por accidente. Mi sangre contenía una marca genética que me hacía immune a los efectos del tiempo—el complemento perfecto para el Cronos.
"—Por eso pudiste sobrevivir al viaje—" dijo Clara, understanding— "—Y por qué el Cronos te trajo directamente aquí—"
Mcina asintió. "—Tu familia, detective... siempre fue parte del plan—"
La revelación me dejó sin palabras. Mi obsesión por resolver casos imposibles, mi intuición detective—todo estaba conectado a un legado que none conocía.
"—¿Mi padre?—" logré preguntar.
Mcina bajó la mirada. "—Un guardián, como su padre antes que él. Protegiendo la verdad hasta que fuera el momento—"
El momento, explicó, era ahora. El punto crítico donde múltiples líneas temporales convergían en una sola posibilidad de redención.
"—Tenemos una elección—" dijo Mcina— "—Pueden llevarse la semilla al futuro e intentar reparar lo que se rompió... o pueden quedarse aquí conmigo y ayudar a construir un nuevo comienzo—"
Clara y yo intercambiamos miradas. La weight de la decisión era abrumadora.
"—Si nos quedamos—" pregunté— "—¿qué pasa con nuestro presente?—"
Mcina sonrió tristemente. "—Algunos sacrificios son necesarios—"
Fue entonces cuando entendí el verdadero costo del viaje en el tiempo. No era sobre cambiar el pasado... era sobre elegir qué futuro merecíamos.
Mientras deliberábamos, una alerta sonó en el laboratorio. Mcina palideció.
"—Ellos están aquí—" susurró— "—Los que quieren detener el futuro—"
A través de las ventanas, vimos figuras armadas acercándose—hombres con uniformes de una era diferente pero con tecnología avanzada.
"—¿Quiénes son?—" pregunté.
"—La Sociedad de la Eternidad—" respondió Mcina— "—Creen que el viaje en el tiempo debe prohibirse—"
Clara tomó mi mano. "—Tenemos que llevar la semilla al futuro—" decidió— "—Es la única manera—"
Mcina asintió, orgullosa. "—Así se hará—"
Nos guió hacia el Cronos, que ahora brillaba con una intensidad dolorosa. "—El viaje será... difícil—" advirtió— "—La semilla los marcará—"
Mientras nos preparábamos, Mcina me entregó un objeto familiar—mi reloj de bolsillo.
"—Esto siempre fue tuyo—" dijo— "—Un regalo... del futuro—"
El reloj se abrió, revelando no esferas sino circuitos brillantes—una versión miniaturizada del Cronos.
"—Guíenlos—" nos dijo Mcina— "—Guíenlos hacia la luz—"
El viaje de regreso fue una agonía indescriptible. Sentí cómo cada célula de mi cuerpo se desarmaba y recomponía, cómo el tiempo mismo fluía through mí como un río violento.
Cuando finalmente caímos sobre el suelo frío del santuario, supe que algo estaba terriblemente mal. El aire olía a quemado y a ozono. A nuestro alrededor, la ciudad subterránea estaba en ruinas.
"—¿Cuánto tiempo...?—" comenzó Clara, pero su pregunta se cortó al ver los escombros.
Encontramos a Jonathan gravemente herido pero consciente. "—Llegaron demasiado tarde—" tosió— "—Vance activó el protocolo—"
Pero entonces noté algo extraño. Jonathan nos miraba no con alegría... sino con miedo.
"—¿Qué ocurrió?—" pregunté.
"—Ustedes—" susurró— "—desaparecieron hace diez años—"
La revelación nos golpeó como un martillo. Nuestro viaje al pasado había tomado una década en el presente.
"—Los demás—" pregunté, con un nudo en el estómago— "—¿Elara? ¿Alexander?—"
Jonathan bajó la mirada. "—Alexander lidera la resistencia. Elara... Elara cree que los abandonaste—"
Antes de que pudiéramos procesarlo, unas pisadas nos alertaron. Figuras encapuchadas emergieron de las sombras—lideradas por una mujer con una cicatriz en el rostro y ojos llenos de ira.
Era Elara, pero transformada por la guerra y el dolor. Y en su mano, sostenía un arma que me apuntaba directamente al corazón.
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Editado: 28.08.2025