Yo no fui, Fue el gato. [pausada]

Dejando el invierno atrás.

— ¿Donde están mis calcetines? 

Escucho un grito a lo lejos, gimo de frustración y me tapo hasta la cabeza con mi sábana de cuadritos. Esto es la tercera vez en la semana que lo escucho gritar.

— Lo recordarías si fueran ordenados;tan temprano y malogrando el día.

Hablo para mi misma, a ciegas busco mi teléfono, y cuando lo encuentro veo la hora y son las 6:59 de la mañana.

Me levanto de mi cama y arrastro mis pantuflas hasta el baño, la imagen que me muestra el espejo es deplorable, mi cabello largo un desprolijo, las ojeras notables de bajo de mis ojos, y ni mencionar la saliva seca de al lado de mis labios.

Abro el grifo y me mojo la cara para espabilarme un poco, pongo pasta dental en mi cepillo y me lavo los dientes, me siento en el inodoro, y volteo a ver hacia la puerta del baño y encuentro a mi gato Botas sentado mirandome fijamente.

— También necesito privacidad Botas.
 

Lo regaño y solo responde con un maullido.

Termino de hacer todas mis necesidades en el baño y me preparo mi desayuno, abro la nevera y saco dos huevos y una caja de leche, lo pongo encima de la encimera y abro la alacena y busco la comida de Botas, volteo a mirarlo pero no está.

— ¡Botas tu comida! — lo llamo, pero no hay respuesta de él. — ¡Michi, michi, michi!

La campanita que tiene en su collar comienza a sonar junto con sus maullidos y aparece en la cocina, le sirvo en su plato y este comienza a comer. 

— Si me acompañas al baño, también debes de acompañarme a la cocina. — hablo mientras me preparo mis huevos fritos. — Hoy llegaré tarde, pero te dejaré sirviendo tu comida y mucha agua, de eso no te preocupes Botas. 

Volteo a mirarlo pero mi gato solo me ignora mientras come.

Abro la nevera otra vez, y saco el tocino. Me estoy quedando sin comida, solo me queda un huevo y la mitad de un tomate, pero a Botas es otro caso aparte. Me sirvo la leche en un vaso y me siento a comer.

— Botas, si las personas supieran que te cuento todos mis secretos me dirían loca — me río y lo miro — Hoy tengo que ir al súper, también tengo que pasar por el correo para verificar si mamá me envió... 

Me detengo y me paro para poder servirle su agua. Vuelvo a sentarme y termino mi desayuno.

Entro a la ducha, me baño y salgo. — Ahora el dilema es... ¿que me pongo Botas? — le pregunto aún sabiendo que no puede contestarme. 

Me decido por unos botines y un pantalón jean, una blusa con mangas largas, el frío se siente un poco pero es mejor prevenir que lamentar, eso siempre me dice mi madre. Me maquillo un poco, me pongo mascarilla de pestañas, sombras para mis cejas y un poquito de labial para ocultar mis labios pálidos, me hago una cola de caballo alto.

—  Botas, hoy llego tarde —  busco mis llaves y las pongo en mi mochila. —  Ya te dejé comida suficiente para hoy —  volteo a buscar algo que se me pueda olvidar pero no recuerdo nada. 

Me agacho hasta donde se encuentra Botas y le doy cariñito — Mi amor ya vuelvo ¿si? —le doy un casto beso sobre su cabeza. — ¡ Ya vuelvo! — grito antes de cerrar la puerta.

Una vez afuera del pasillo hecho llave a la puerta y me dirijo hasta el ascensor, presiono el botón para que suba, se abren las puertas e ingreso, presiono el botón del sótano, las puertas se están cerrando.

—  ¡Espere, espere, no cierre las puertas! 

Presiono el botón para que se abra y pueda ingresar la persona que grita desesperado.

Cuando se abre las puertas, puedo apreciar a un joven más alto que yo, con piel bronceada, el cabello desordenado y ojos claros. Se nota la barba de hace tres días aproximadamente, me regala una sonrisa y le abro espacio para que pueda ingresar. 
 

—  Buenos días.

 Le saludo pero solo en respuesta recibo un "mmm" de su parte, que me parece descortés pero lo ignoro. 

El presiona el botón que da al primer piso, eso lo hace bajar primero y yo bajo hasta el sótano, me subo a mi auto y me voy derechito hasta la universidad. Miro la hora en mi en mi reloj de mano y veo que falta treinta minutos para que inicie mi clase, así que me voy hasta la cafetería y acomodo la mochila mejor sobre mis hombros.

—  ¡Mercy, por aquí!

Escucho la voz de Lilian, una compañera de clases, está alzando su mano para que le pueda distinguir entre las personas, cuando la encuentro con la mirada le sonrío, baja su mano y camino hasta donde está ella.

—  ¿Que tal chicos?  

 —  Súper bien —  responde Max. —  Veo que estás feliz, ¿No has revisado tu Whatsapp?

Lo miro con curiosidad y muevo mi cabeza en negación, mientras busco mi teléfono, no lo encuentro en mi mochila, me toco el cuerpo tanteando donde podría estar.

—  Se me ha olvidado — digo con tristeza. —  ¿Que ha pasado?

— Yo le digo, yo le digo ¿Te acuerdas que teníamos un trabajo que presentar para este fin de semana? 

El entusiasmo de Lilian es notable. Me mira esperando mi respuesta, así que solo muevo mi cabeza en afirmación; ella continúa.

—  Pues, si mal no recuerdo el teacher lo canceló, porque disque nos habíamos atrasado, y para recompensar esa nota íbamos a tener exposiciones grupales. ¿Lo recuerdas?

—  Si lo recuerdo, ¿Que tiene que ver eso? —  pregunto sin entender nada.

— Ponte los cinturones nena, pero esa exposición que es para mañana, el teacher lo acaba de cancelar hace unos cuarenta y siete minutos aproximadamente.

Lilian cierra sus ojos e inclina un poco su cabeza y con su mano derecha me señala esperando alguna reacción mía.

— ¡Qué! ¿La cancela, así, sin más? 

—  No nena —  sonríe —  Se a cambiado para un examen el día de mañana.

—  Es que no puede hacer eso, el debe mencionarlo minímo tres días antes o dos, para que de chance estudiar. —  gruño con una molestia evidente. — Préstame tu teléfono, lo voy a llamar. Él no puede hacer eso, está loco.




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