Yo no fui, Fue el gato. [pausada]

Choque fructuoso.

Mi vergüenza era evidente, sentía como mis mejillas estaban hirviendo de puro calor, había estampado el coche de compras contra el trasero del chico del elevador, en ves de disculparme, hice todo lo contrario, solo salió de mis labios un "Tú". 

¿Quien en su sano juicio hace eso en vez de disculparse? 

— ¿Eso es lo que dices cuando debes de disculparte? — su voz gruesa, me trae a la realidad del momento, le regalo una sonrisa torcida con chispas de timidez.

— Lo siento — es lo único que alcanzo a decir, inclino mi cabeza hacia delante como lo hacían los asiáticos, y no entiendo porque lo hacía, pero estaba tan apenada. Quería que se habra la tierra y me tragase, el chico de adelante de mi me seguía mirando y no quitaba su mirada por ni un instante. — Ya te he pedido disculpas — logro a decir cuando me armé de valor.

— Te lo dejaré pasar, por lo de la mañana —me dice antes de voltearse y se va junto con su coche de compras.

Lo pierdo de vista, esperaba al menos un miserable gracias de su parte por lo de la mañana pero que podría esperar de alguien que ni siquiera saluda. Sigo con las compras pero esta vez mirando hacia delante y con cuidado de no chocar a nadie. Logro comprar todo lo que me era necesario para esta semana o dos máximo, le llevo un juguetito a Botas y dos bocadillos que son sus favoritos, me dirijo hasta la caja para pagar todo e irme en paz, me pongo en la primera caja que encuentro y sin mirar adelante, porque estoy entretenida leyendo los ingredientes del empaque donde se encuentran los bocadillos de Botas. Alzo mi mirada para ver cuento faltaba al parecer la siguiente era yo.

Avanzo un poco más y al parecer esto no era mi día, siento un leve choque contra mis caderas, volteo a ver de quien se trata y era el chico del elevador, lo había hecho adrede, en su cara se formaba una sonrisa divertida, lo miro achinando un poco mis ojos.

— Es tu forma de vengarte — lo confirmo pero suena como si fuera pregunta.

— Jamás, fue de casualidad china — responde, me llama con un sobre nombre como si nos conociéramos de años.

— Para ti Mercy, no china —le respondo, me giro sin esperar su respuesta y avanzo, ya que era mi turno de pagar.

— Buenos días — me habla la señorita de caja. — ¿Tiene tarjeta de bonus, normal o en efectivo? — pregunta mientras va haciendo checking de los productos.

— Buenos días, tarjeta normal — le hablo de forma amable. 

Termina de hacer el checking y saco la tarjeta de mi cartera, se la entrego, indica que ponga mi clave, y en instinto volteo a mirar atrás donde se encuentra aquel chico y le doy una mirada de desconfianza mientras pongo una mano encima del aparato de poner la clave. Lo hago y después de unos segundos la cajera me mira un poco de pena.

— Saldo insuficiente.

Me habla un poco bajito y se lo agradezco, no quiero pasar más vergüenza y peor aún delante de él. Si existieran más cajeras como ella sería bonito pagar con tarjeta con saldos insuficientes.

— Espere un momento —Le digo, mientras busco en mi cartera otra tarjeta pero no hay ni una, por que recuerdo que hice la tonta idea de sacar las tarjetas que menos utilizaba.  — ¿que es lo que cuesta más de todos los productos? — le pregunto.

— Son estas tres cosas — me señala el juguete de Botas y sus bocadillos — Es lo más caro, pero los bocadillos de gato son los que superan su saldo.

Miro alguna de las cosas que he comprado para mi, para poder quitarlas y así llevarme los bocadillos, pero todas las cosas las necesito, por que se que no volveré al súper ya que tengo exámenes. 

— No tengo efectivo y me rehúso a dejar los bocadillos de mi bebé — Hablo en voz bajita pero al parecer la cajera me ha escuchado, que me regala una sonrisa cómplice. Volteo hacia atrás y mi única salvación es él, que está tan entretenido en su teléfono. — Oye, tú, hombre — le hablo pero me ignora mejor que Botas.

Cojo la parte de adelante del coche y lo jalo, alza su mirada de inmediato y le hago una seña para que venga hasta donde estoy yo.

—¿Puedes prestarme un poco de efectivo y después te lo devuelvo? — Le digo con una vergüenza evidente.

 — ¿Quien me asegura que me devolverás el dinero y no te desaparecerás después de hacerlo? — pregunta, se notaba que mi situación le divertía.

— ¿Puedes, puedes? — le hablo casi rogándole 

— Está bien, solo porque hay gente esperando — dice, miro hacia atrás y tiene razón. 

Le da su tarjeta a la señorita y pone su clave y después se lo entrega, me entrega la boleta. Pongo las bolsas en el coche y antes de irme me dirijo hasta donde está él.

— Gracias, te lo devolveré. — pienso un poco y alzo mi dedo indice — Vivimos en el mismo edificio. 

Me voy sin esperar respuesta por su parte. me dirijo hasta el ascensor para poder bajar al estacionamiento subterráneo, antes de que se abra el elevador, el salvador de los bocadillos de mi bebé se aparece a mi lado. Pone tres bolsas dentro de mi coche de compras.

— Llévame hasta mi apartamento — antes de poder responde, el continua hablando. — Aparte me lo debes ¿recuerdas?

No digo nada ya que tiene la razón y entro al ascensor, al final de cuentas le estampe el cochecito en su trasero y me tuvo que emprestar un poco de dinero. Así que para saldar cuentas es lo mínimo que podía hacer por él.

Caminamos hasta donde está mi auto y presiono el controlcito para desbloquear el seguro, abro la puerta de atrás y comienzo a sacar las bolsas y ponerlas al costado de la caja enorme que mi madre me había enviado. 

— ¿Llevas algún muerto ahí? — señala la caja, me hace a un lado y el comienza a imitar mi acción. — Más rápido lo hago yo — me dice sin mirarme. — No es cortesía.

Lo único que hago en respuesta es bufar e irme hasta el asiento del conductor. Enciendo el auto y espero que termine de hacerlo lo que estaba haciendo y se suba al auto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.