Yo no fui, Fue el gato. [pausada]

Ladrón de disfraces

La ropa que Botas traía al departamento la comencé a guardar en una caja pequeña y la puse en la sala principal junto con los muebles.

No quería ni imaginar cuánta ropa traerá; intenté hablarle como buena madre que soy, pero no sé si entendería.

No puede estar trayendo ropa o cosas que no son de él, y lo peor de este caso es que no se a quien de los tres vecinos es que le está robando; pero si sé que solo pueden ser dos, por que no puede abrir la puerta del departamento y entrar al departamento de al frente.
Solo hay dos departamentos a mis costados y la única forma que salga es por la ventana que está en mi cuarto.

En mi cuarto hay una ventana donde permite que entre la luz del día y pueda tener ambientada mi pequeño hogar, pero por esa ventana hay un pequeño muro que serviría de camino para que botas pueda trasladarse a otro departamento sin ser visto, pero lo curioso aquí es...

¿Por qué la víctima de la ropa aún no cierra su ventana?

Aquí solo hay una respuesta; nadie puede imaginarse que tu ropa está desapareciendo por culpa de una gato travieso. Absolutamente nadie.

Antes de que termine la semana debo de averiguar quién de los dos vecinos está afectado por culpa de mi gato.

Lo único que quiero es no tener ni un problema con el dueño de los calzones que Botas le ha robado.

— Moriré, pero de vergüenza — me quejé.

Paso mi mano por su lomo hasta su cola, Botas busca mi mano con su hocico para morder mis dedos, la alejo levemente de su alcance, Botas se levanta y solo mueve su cabeza buscando mi mano. La acerco nuevamente para darle mimos en su panza.

— Botas, solo hay uno que es victima de tus travesuras; tendría que ser el que para gritando cuando está buscando sus cosas. 

Hago un sonido lastimero y eso hace que Botas me mire, su mirada no se aparta y eso me inquieta.

— Cuando ese hombre se entere, moriré, muerta, morida —  chillé de frustración.

Al menos espero que no sea aquel chico irrespetuoso del ascensor. 

Habían pasado tres días, mi nota del examen con el profesor Guillermo había sido publicadas en el grupo de WhatsApp y solo habían cinco alumnos aprobados y el resto no pasaba del puntaje treinta y uno; es lo que todos habían estado comentando; al enterarme de eso, mi frustración llegó a mil pero me calmé cuando vi que era la quinta de la lista de los alumnos aprobados. Bendecida por el de arriba, porque no había otra explicación.

Si mi gato era un ladrón de ropa, al menos debería de recompensarme con una aprobada de ese examen. Beso mi teléfono como agradecimiento y por lo feliz que estaba de no ir a recuperación. 

Me encontraba en la universidad, y acababa de terminar mi clase cuando el tono de llamada me hace detener mi huida del salón.

—  ¿Si?

Respondo insegura ante el número desconocido.

—  Soy el amor de tu vida, baby; estamos esperándote en la cafetería. 

Cortan la llamada y aunque no me se identificara tras esa llamada, sabía quera Max, solo él era él que no tenía saldo para llamar y siempre emprestaba otros teléfonos.

Miro mi reloj y eran las once y media de la mañana, me voy hasta donde me indicaron que estaban y habían dos personas más que no conocía.

—  Hola chicos —  hablo cuando llego a la mesa que estaban todos.

Al lado de Max habían dos chicos que no conocía y Lilian voltea a mirarme sonriente.

—  No esperé que llegaras tan rápido. —  habla Max.

—  Rapidez es mi segundo nombre.

Lilian me queda mirando como diciéndome "Mentirosa"

— Vale, es el tercero.

Y los chicos que no conozco estallan en risas.

— ¿Planes? — pregunto mientras señalo a los nuevos —  ¿Ellos que?

—  Oh cierto, son mis amigos; no quiero ser el único testosterona este día... Así que traje compañía. ¿No os molesta?

—  Para nada, todo tranquilo; pero nunca antes los había visto.

—  Los has visto, pero querida amiga nunca te llamaron la atención.

Miro a Lilian sin poder creer lo que me dice, como es que nunca los había notado.

—  Chicos, los siento, cielos... Que vergüenza.

—  No te preocupes Mercy, cuando nos hemos unido al grupo siempre te ibas porque tenías que ir a ver tu bebé.

—  Oh este... — siento mis mejillas entrar en calor y me siento un poco avergonzada.

— Supongo que tu hijo ya a crecido —  habla el otro muchacho que está a su lado.

Estos hombres creían que tenía un hijo, pero tenían razón, tenía un hijo pero era un hijo independiente y gatuno.

Lilian y Max estallan en risas tras escuchar a esos nuevitos; les sonrío y no aclaro que mi hijo es un gato y tampoco dejos que mis amigos digan nada al respecto. Ya que esto ayuda a que no quieran ligar conmigo y se tengan alejados de mi, mi hijo gatuno es un repelente de ligues.

El moreno de cabello esponjoso, se llamaba Mikey; el otro de piel bronceada y de cabello muy zambito, el que me preguntó si mi hijo ya estaba grande; se llamaba Zoilo, pero dijo que podíamos llamarlo Z. 

Ambos eran estudiantes de Psicología y este era su ultimo año en la universidad, eran amigos de Max desde ya hace tiempo según lo que me habían dicho y solo Mikey tenía pareja, una chica de su misma facultad, pero estaban en algunos problemas.

Decidimos ir a un restaurante de comida rápida, todos en mi auto. Lilian iba de copiloto y los tres hombres iban atrás, en el coche Z molestaba a Lilian con el chico con el que estaba saliendo.

— Lilian no puedo creer que ya declaró su amor por ti, cuantos amarres le hiciste al pobre.

Habló Z y Max se rió bajito para que Lilian no pueda escucharlo pero fue inútil.

— ¡Max, te dije que no le digas nada a Zoilo!

— No le dije nada —  se excusó Max.

—  No le creas Lilian, se ofreció solo a contarlo. Yo no lo obligué. Además no es un secreto de que tú y el naranjito están saliendo.




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