Yo no fui, Fue el gato. [pausada]

Agua entre las manos

Dejo las compras en la mesita que está en mi cuarto; Botas está acostado en mi cama y al parecer estaba en el tercer sueño.

Para aprovechar mi tiempo me desvisto y me doy un relajante baño, mientras estaba bajo esa lluvia artificial, pensé en los trabajos que tenía que hacer y que me estaban esperando. No era de las personas que dejaban las tareas para última hora, pero estos días han sido muy movidos y se me ha sido imposible realizar las tareas, pero tampoco es que sean difíciles, solo debo preparar el material para algunas exposiciones. Una vez fuera me enrollo en una toalla y mi cabello está todo mojado, e intento secarle, pero es inútil, las pequeñas gotas caen de la punta de mis mechones.

Cuando salgo mi pequeño Botas está con la cabeza levantada mirándome atentamente.

— Cuando hablo de la privacidad, hablo enserio. 

Me agacho a abrir uno de los cajones donde está mi ropa interior y los tiro en la cama, al otro extremo de donde estaba Botas, volteo a mirarlo y lo encuentro lamiéndose una pata.

— Sigue ignorándome, me encanta tu demostración de amor michino. 

Me cambio y después agarro mi laptop y me voy hacia el mueble, comienzo a hacer mis trabajos de la universidad, cuando ya estoy por terminar una, Botas llega y le acomoda en medio de mis piernas, busca su comodidad y se acuesta. 

Es una costumbre de botas siempre meterse entre mis piernas, quiero pensar porque es el lugar más calientito de mi cuerpo, pero de tan solo pensarlo me da risa. Lo miro y le sobo su pelaje.

— Creo que, si no hubiese aceptado adoptarte, en estos momentos estuviera arrepentida. — Lo quedo mirando y sonrío, porque estar al lado de Botas me tranquilizaba y me sentía feliz, era como ese amigo incondicional, que aún que no hable sabes que siempre estará para ti.

Sigo mis tareas, pero cuando estoy por comenzar a preparar el material para mi exposición el timbre de mi teléfono comienza a sonar, pero no estaba por ni un lado. Me levanto y me voy hasta mi cuarto y lo encuentro. Era una llamada de Max.

— ¿Que quieres? — respondí mientras caminaba hasta el mueble.

— ¿Esas son tus maneras de contestar?

Pongo en altavoz y lo dejo a un lado mientras preparo mi exposición.

— Hola Maxi, tu llamada me interrumpe en el mejor momento de mi vida. — Vuelvo a saludar, pero esta vez con sarcasmo.

— Ay disculpa por interrumpir en tu mejor sexo del año, pero necesito tu ayuda.

— No es gracioso, ¿Ahora qué quieres?

Escribo algunas cosas para mi exposición y por el otro lado de la línea se escucha el sonido de los autos, Max estaba en silencio.

—¿Maxi, todo bien?

— ¿Puedo dormir esta noche en tu casa?

Veo la hora en la laptop, y todavía era temprano, eran las ocho y treinta y dos de la noche, que raro.

— ¿Y tu casa?

— Pues... es una larga historia, pero quiero que me dejes quedarme en tu casa, y le compro un regalo a Botas.

Lo pienso y sonrío, pero luego acepto.

— Que no se te olvide el regalo de mi Botas, te estaré esperando. 

— Muchas gracias mi reina — Aquello me hace sonreír más. — Por cierto, no le digas a Lilian después te explico.

No me deja responder, porque inmediatamente después de hablar corta la llamada. Aquello me preocupa y lo único que hago es enviarle un mensaje a Lilian, diciéndole si sabía algo de Max, pero dijo que ni una novedad.

Me entretengo en finalizar el material de mi exposición, pero no lo logro ya que al parecer hoy no era el día indicado para realizar tareas, escucho el timbre y me levanto, sabiendo que el que estaba detrás de esa puerta era Max, abro la puerta e inmediatamente me volteo sin esperar que entre.

— ¿Que haces aquí pedazo de caca? — Me meto a la cocina, pero un carraspeo me hace voltear hasta la puerta. — ¿Que haces aquí?

Es lo único que logro decir por el asombro de ver al chico del ascensor parado en mi puerta, camino hasta él un poco avergonzada por lo que le acaba de decir.

—Ha.… este —Abre y cierra la boca sin saber que decir, inclina su cabeza hacia un lado, y me recorre con la mirada. — Tú... lo que me debes.

Dijo rápido, bajo mi mirada hacia mi cuerpo y ahora entendía su nerviosismo, estaba con un short muy pequeño de pijama con una blusa de tirante y sin sujetador, inmediatamente pongo mis brazos por encima de mis senos y le regalo una sonrisa nerviosa.

— Cierto, tu dinero.

Me volteo y camino rápido hacia mi cuarto, cuando llego a este cierro mis ojos y pateo al aire, y me regaño interiormente por ser tan imprudente. Busco mi cartera y saco un billete con algunas monedas, cuando estoy caminando hasta la puerta escucho unas voces.

— ¿Su vecino? que bien, entonces no debería de preocuparme. — Esa era la voz de Max.

— Toma, gracias por lo de ese día, ladrón.

Él se ríe un poco incómodo y mira a Max, agarra el dinero, se despide y se va.

—  Woo ¿Que fue eso? —  Le pregunto ceñuda a Max.

—  En mi defensa yo no le dije nada malo, solo dije que como era tu vecino, te eche siempre un ojito, ya sabes, con todo esto de los secuestros.

— Ay Maximiliano, en fin ¿qué es lo que ha pasado? —  Volteo a sentarme y enciendo el televisor.

— Yo no quiero hablar de eso en estos momentos. —  Se sienta a mi lado y me quita el control, hace zapping hasta encontrar el canal de las series criminalísticas.

— No intentes desviar mi atención poniendo eso ¿Por qué dormirás aquí? — Volteo a mirarlo.

— Estoy en algunos problemas, solo quiero evitar que lleguen hasta la casa de mis padres, ya sabes, la mierda que me rodea, ya olvidémoslo.

— ¿Sigues en esas estupideces? —  Levanto mi voz con una molestia notable. — Lilian y yo te emprestamos el dinero para que te apartaras de toda esa mierda, pero ¿me estás diciendo que sigues metido ahí?

— Mercy... — Bufa — No es lo que piensas, bueno si lo es, pero ya lo arreglaré.




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