Capítulo 13: El gato sabe cosas.
El día de ayer me pude dar cuenta que con el miedo de lo incierto no podría lograr nada, pero la felicidad que sentía en mi pecho me daba ganas de gritarle al mundo que era la mujer más feliz del mundo. Me sentía como una niña experimentando su primer amor y aunque no estaba lejos de serlo, me avergonzaba de mí misma por la explosión de emociones que sentía en mi cuerpo.
— Puedo decir que estoy feliz — miro a Botas que se estaba lamiendo las patas.
Camino hasta la cocina con el teléfono en la mano, revisando los mensajes del grupo que tenía con mis amigos.
«Hoy tengo la pelota y traigan cerveza, yo pongo la casa.»
El mensaje era claro, hace mucho tiempo no teníamos ese tipo de reunión y cada vez que la teníamos era muy divertido. Estaba tan entusiasmada de poder contarles lo que me había pasado; con el repentino viaje de Alex, me dejaba libre unos días antes de volver a mis clases. Mi teléfono vibró ante las respuestas de Lilian; sólo eran emojis de fiesta, flamas, y una cara de payaso.
Dejé el teléfono encima de la mesa y busco la comida de Botas.
— Botas la comida — le aviso, le sirvo en su plato y el sonido de las croquetas lo hace venir con prisa — Hoy será muy ruidoso, pero si eres un buen chico te daré un premio. — Paso mi mano por su pelaje y le cambio el agua.
Hoy quería pasar tiempo con Alex, pero por motivos de su trabajo no podía, ya que antes de regresar a Italia tenía asuntos importantes de lo que tenía que encargarse. Camino de regreso a mi habitación y me tiro en mi cama, pongo los pies sobre la pared, y bufo, nunca había sentido tan aburrido el día, era evidente que Alex había cambiado en totalidad mi estilo de vida. Ya no habrían salidas diarias por las noches, o excusas para salir en la mañana a recorrer la ciudad en el auto.
«Yo voy en una hora, no soporto estar en esta reunión familiar. Espérame lista nena»
Me rio ante el mensaje de Lilian y le respondo que traiga bocaditos para Botas y para nosotras mientras esperamos la respuesta de Max. Era un poco extraño que no respondiera inmediato, salgo de la sala de chat grupal y entro al de Max, envio letras al azar, imágenes, emojis de ambulancia, stickers y audios gritando. Al ver su estado en línea, salgo de la aplicación y sonrío con su respuesta de insultos.
«Mercy eres peor que un grano en el culo, por una maldita vez en tu vida ten prudencia, mierda eres jodida. Te odio maldita»
— Eres una cosita bien tierna — hablo sonriendo cuando leo su último mensaje.
«No es cierto, yo se que me amas y no tienen que negarlo, lo que te quería decir con tanta importancia es que hoy tengo la pelota, y faltar no es una opción bombón»
El peso de Botas sobre la cama me distrae del teléfono, pone su cabeza sobre mi vientre y le doy mimos en su cabecita.
— Mi bebé hermoso — levanto mi cabeza ligeramente para poder mirarlo — Eres la cosita más bella que tengo en mi vida.
El teléfono comienza a sonar con el sonido de una alarma, levanté el teléfono para apagarlo, pero no era cualquier alarma, era de una importancia definitiva.
— ¡El veterinario! — Botas levanta su cabeza y sale corriendo de mi habitación — Hoy no estoy para jugar Gato miedoso, esta vez no hay escapatoria.
Cierro la ventana de mi habitación para que no pueda escaparse, era consciente que Botas salía por la ventana, pero aún no podía creer completamente por que la altura era bastante notoria, pero al fin de cuenta era un gato sigiloso.
Me levanto de mi cama, me baño, al salir de la ducha busco un short con un polo largo, pero al mirar por la ventana el cielo está nublado y sentía el frío más fuerte.
— Entonces cambio de planes — busco en mi closet unas medias pantis y un vestido de tela gruesa color rosado pálido — Este estará perfecto, aunque mejor este.
Cambié de idea al ver la falda de estampado de leopardo, nunca había tenido oportunidad de ponérmelo, pero creo que hoy sí podría ponérmelo. Busco alguna blusa, pero la mejor opción era un suéter plomo, unas zapatillas clásicas color blanco. El cabello lo arreglo en un chonguito alto, me pongo mascarilla de pestaña y me arreglo las cejas.
— Perfecta nena — sonreí ante el reflejo del espejo — ¡Botas no podrás esconderte! — salgo de mi habitación y lo busco debajo de los muebles, pero no está.
Al principio, Botas no le tenía miedo la palabra veterinario hasta que comenzaron a bañarlo, pero no era constante, pero por alguna razón no le gustaba el baño. El veterinario se había hecho amigo de Botas ya que decía que era un gato especial.
—Botas no tenemos tiempo que perder — abro las alacenas de abajo, pero no estaba — Michi, michi, prometo que no te bañaran.
Botas era muy bueno al esconderse, muy impresionante la verdad, pero de la misma forma que él era bueno ocultándose, aprendí a ser una buena buscadora.
—Te tengo — lo agarro desprevenido y comienza a moverse. — Tranquilo bebé, hoy seguiremos sucios, solo es una visita cortita al doctor.
Paso mi mano por su pelaje intentando tranquilizarlo y logré hacerlo. Camino hasta donde estaba su jaula, pero elijo la mochila para gatos que había comprado por internet, era mi momento de utilizarla; de alguna forma me había convertida en una persona que gasta más dinero en cosas para su mascota que para sí misma, mi madre me lo advirtió, pero ella se había convertida en otra persona igual a mi y un gran ejemplo era el regalo que le había hecho al pequeño felino.
Bajo hasta el estacionamiento, la cartera la pongo al costado de la mochila y la mirada de Botas era diferente, la sentía diferente y sonreí ante su engreimiento.
— Hoy no saldrás de ahí hasta estar en el veterinario — La última vez que lo saqué de la jaula dentro del auto me hizo sufrir, porque el veterinario no era de sus favoritos.
Al llegar al veterinario, la recepcionista se emocionó al ver a Botas y aún más al ver su nueva casita de viaje.