Yo no fui, Fue el gato. [pausada]

El inicio

Capítulo 14: El inicio

La reunión por “la pelota” solo era algo que hicimos de adolescentes y así se ha quedado hasta hoy. Era un tipo de reunión que la hacía el que la anunciaba solo para que le escucharan lo que tendría que decir, aunque mayormente la utilizamos cuando teníamos algunas dificultades, pero esta vez yo lo estaba haciendo para dar un anuncio importante, algo que ellos ya sabían de cierta forma, pero que yo solo se los iba a confirmar.

En mi departamento siempre habíamos hecho las reuniones, por lo mismo que en esa noche no esperaba a nadie; y había ocasiones como las de hoy que no se espera ni una visita, pero nos sorprendemos. Por eso mismo ante la sorpresa teníamos reacciones que no esperamos, que son automáticas, no hay motivos para hacerlo, pero suceden.

Es por ello que preguntaba una y otra vez el motivo del por qué le había cerrado la puerta a Alex inmediatamente.

—¿Qué haces aquí? — la seriedad en la voz de Max hizo presencia en la sala.

Cuándo cerré la puerta de inmediato, Lili y Max la abrieron sin esperar respuesta de mi parte, no sabía qué cara poner ante la confusión que estaba dibujada en el rostro de Alex. Mis mejillas estaban calientes, doy unos pasos hasta donde él estaba, agarro su mano y lo hago ingresar.

El silencio solo hacía incómodo el momento y los ojos de Lilian sólo iban de Alex hacia mí y viceversa. Pero en ellas podía encontrar una chispa de picardía y sería mentir si negaba que no tenía miedo de que pudiera decir cualquier tontería; por el contrario, Max, solo lo miraba fijamente y más por el poco espacio que había entre ambos.

— Ya sé lo que sucede — da una fuerte palmada que me asusta, dando un respingón en mi lugar — Están comenzando a conocerse.

Volteo a ver inmediatamente a Alex que solo estaba sonriendo y mueve su cabeza.

— ¿No? — pregunta Lilian, y un fuerte vacío se instala en mi estómago.

— Estamos saliendo, como una pareja — agarra mi mano y entrelaza nuestros dedos.

Quería gritar como una desquiciada en estos momentos al ver su determinación al decir que estábamos saliendo, pero más aún cuando mencionó que éramos una pareja. Mi sonrisa se extiende de oreja a oreja y la emoción de Lilian es evidente, Max sonríe, pero intenta ocultar su sonrisa de inmediato.

— Era lo que les quería decir — musité.

— Estoy orgullosa del monstruo que he creado — mueve sus cejas — ¿Cierto Max?

— No juegues con ella o te busco bajo las piedras para asesinarte.

Lilian le da un codazo en las costillas, pero aun así no le quitaba la mirada de encima.

— Mercy es una mujer maravillosa y muy especial para mí — voltea a mirarme y sonríe — No dejaría que nadie la lastimara y mucho menos yo.

— Bueno… te lo repito como la vez pasada. Cuídala hermano.

— ¿Cómo la vez pasada? — pregunté con mucha curiosidad.

— Cosas de hombres, ojos pequeños. — se burla Max.

— Sus ojos son hermosos — me defiende Alex.

Eso hace que sonría más y me sienta feliz porque correspondiera mis sentimientos.

— Este tipo me agrada — dice Lilian mientras se levanta — Bueno, no interrumpo más a estos tortolitos, yo me voy porque mi tortolino me está esperando.

— Yo también me voy — da una fuerte palmada en el hombro de Alex — Buena suerte chicos, luego nos vemos.

Lilian y Max se van de mi apartamento, miro a Alex y aún no podía creer que estemos saliendo. Al pensar en eso, recuerdo algo importante.

— Pensándolo bien, nunca me pediste que sea tu novia — le hablo mientras miro nuestras manos entrelazadas.

— Perdón — besa mi frente — Pero creí que declarando nuestros sentimientos daba entender que estábamos saliendo.

— ¿Dónde harían eso? — sonrío burlándome.

— En Italia. — sonríe atrayendo mi cuerpo hacia él — Me había olvidado que estaba en Perú, fue mi error princesa.

El maullido de Botas resuena en la sala y su mirada recae en el gato.

— Es mi hijo — sonreí. — Se llama Botas.

— Lo conozco — voltea a mirarme. — ¿Tú eres la que está hurtando mi ropa?

— ¡Qué! — me separo de él — ¡Yo no fui, fue el gato! — señalé a Botas que tiene un bóxer entre el hocico.

— No creo que él sea capaz de hacerlo por su propia cuenta — entrecierra sus ojos.

— Te sorprendería lo que ese gato puede hacer por su propia voluntad — bufo.

Comienzo a explicar de principio a fin, como Botas comenzó con esta actitud tan extraña, sin dejar de recalcar a cada minuto que todo era porque Botas lo quería hacer, pero a la medida que seguía hablando y escuchaba lo que estaba diciendo, solo me sentía más pequeña porque todo sonaba tan irreal, tanto que parecía mentira.

— En serio, fue el gato — le miro y hago un puchero involuntario.

— Te creo princesa — me da un pequeño beso en la nariz.

— Ahí está toda tu ropa, te la devolveré — escondo mi rostro en su pecho.

— Tenla limpia y me la das cuando regrese — sonríe. — ¿Quieres salir a cenar?

Muevo mi cabeza asintiendo, camino rápido hasta mi habitación y saco mi abrigo camel, me lo pruebo y me miro en el espejo. Me cambio por unos pantalones blancos y zapatos altos, una blusa negra.

Botas entra a la habitación y me queda mirando.

— ¿Muy básico? — le pregunto al felino, sabiendo que no encontraré una respuesta. — No importa, solo es una cena.

Salgo y extiende su sonrisa al verme.

— Nunca me deja de sorprender lo bella que eres — sonrío y Botas maúlla — Tú también eres guapo, Ninja.

— ¿Ninja?

— Es una larga historia.

Salimos del departamento hasta el garaje, le doy las llaves de mi auto.

— Cenaremos donde tú quieras.

— Es de caballeros preguntarles a las damas que quieren comer.

— Es de Mercy no tener que elegir, porque lo indecisa, y nunca cenaríamos.

— Entonces más tiempo contigo. — rio fuertemente.

Durante el trayecto hablamos poco, pero su mano siempre estuvo entrelazada junto a la mía. Volteo a mirarlo de vez en cuando, era tan irreal que me encantaba.




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