Capítulo 15: Amistad e hipocresía
— ¿Tienes todo listo?
Asiente con la cabeza. Subimos a mi auto y emprendo al aeropuerto. Intento avanzar lo más rápido que podía, porque el joven señor se había quedado dormido y no había puesto alarma para levantarse.
— Todavía no puedo creer que sea tarde — reniego.
— Todavía no puedo creer que estés enojada — saca el chupetón de su boca — Si pierdo el vuelo, compro otro.
— Cierra la boca —siseo — Muy pronto llegamos.
Estaba muy ansiosa al pensar que podría perder el vuelo por su propia culpa, doy una vuelta brusca y avanzo.
— Calma, calma — se asusta — Tranquila que quiero llegar vivo a Italia.
— Disculpa, la emoción — abanico mi rostro con la mano suelta.
— Las dos manos al volante — me señala.
— No es la primera vez que conduzco — vuelvo a mirarlo.
— La mirada al frente — señala — Lo dice la que no estaba mirando el camino para mirar mi belleza.
— Miedoso —siseo.
Al llegar al aeropuerto tenía que estacionar el autor.
— Anda haciendo el check in — me estaciono en la puerta — buscaré estacionamiento y nos vemos allá.
Sale del auto sin prisa y le grito que se apresure porque no quería que perdiera el vuelo.
— Pareces una mamá, cariño.
Cierra la puerta, busco estacionamiento, lo encuentro muy alejado de la puerta y cuando lo estaciono apresuro mis pasos hasta donde quiera que estaba.
Al entrar estaba esperándome en las escaleras.
— Eres una renegona — me abraza y besa mi frente — El avión está retrasado una hora y media.
— Felizmente.
Pasamos por una cafetería y pedimos dos café. Ahora solo tocaba esperar. No me agradaba separarme de él, mucho menos ahora que habíamos expresado nuestros sentimientos, pero tampoco podía obligar a que se quedase.
— Prométeme que me avisarás si Roberta te molesta.
Mi corazón se acelera ante su preocupación, sonrío de oreja a oreja y asiento.
— No te preocupes — sostengo sus mejillas con ambas manos — No soy una niña, puedo defenderme sola.
Le doy un casto beso en sus labios, pasa su mano detrás de mi nuca y profundiza lo profundiza. Sonrío en medio del beso y él igual.
Los altavoces indican que ya su vuelo ya está listo para ser abordado.
Lo beso una vez más y paso mis brazos por encima de sus hombros, me abraza con fuerza en medio del beso y se separa un poco sin despegar su frente de la mía.
— Te extrañaré — me da un beso casto — Haré lo posible para regresar pronto.
— Yo te extrañaré más — ahora es mi turno de darle un pico — No olvides de escribirme cuando llegues.
Nos damos un último beso y un abrazo fuerte, que nos pueda durar hasta que regrese e inconscientemente las lágrimas comienzan a nublar mis ojos, me niego a soltarlo.
— Promete que regresarás pronto — oculto mi rostro en su cuello.
— Hermosa, regresaré lo antes posible. — me separo un poco sin soltarlo. — No llores, que se me parte el corazón.
— No estoy llorando — hago un mohín involuntario y sonríe.
Me separo de él dejando que se embarque hacia su país.
Me vuelvo cabizbaja caminando hacia el estacionamiento, respiro hondo y me mentalizo que esto es por poco tiempo y que él regresará pronto.
Al siguiente día me reuní con Lilian, ella estaba teniendo problemas con su pareja y aún no quería decir la razón, por otro lado, Max estaba en Dios sabe dónde, pero vivo que es lo importante.
— ¿Te parece justo? — me pregunta y asiento sin saber que estaba hablando — No me estás escuchando.
— Si te escucho — miento.
— ¿Te parece justo que ni siquiera me esté escribiendo luego de que lo dejara en visto?
Levanto mi rostro y la miro con incredulidad.
— ¿Qué? — se queja.
— Estás siendo inmadura — la señalo con la cuchara de plástico — El pobre te ha estado rogando todo el día.
— Debería — mete su cuchara en mi porción de helado — ¿Por qué no pedí ese sabor?
— Por qué no te gusta explorar otros sabores — alejo sus manos de mi helado — ¿Me dirás qué es lo que te tiene tan enojada?
— Llama a Max, esto es “la chisma” — sonríe.
Y pensar que me estaba preocupando en vano, le mando un mensaje a Max, pero no respondió, así que opto por llamarlo, me responde de inmediato.
— ¿Hola? — escucho la voz de una mujer.
— ¿Quién eres? — hablo con seriedad.
— ¿Tú quién eres? — esto ya me estaba irritando.
— Una nueva loca — susurro para que la mujer del otro lado no pueda oírme.
Lilian simula una pistola con su mano y dispara, reímos, pero el carraspeo del otro lado me regresa a lo que estábamos.
— ¿Mercy? — la voz de Alex suena del otro lado de la línea.
— ¿Nueva víctima, don Max? — me le burlo y lo pongo en altavoz.
— Habla rápido, estoy ocupado.
— Te necesitamos, Mercy te mandará la dirección. Byes.
Corto la llamada sin opción a que refute y terminamos muertas de risa.
— Llegué — se sienta en una de las sillas libres — Díganme que es algo importante o juro que no les hablo todo el año.
Miro a Lilian esperando a que saque la bomba que se está guardando, pero el pedido que había hecho antes de que llegara Max llega y observa el pollo crujiente que tenía frente a ella.
— Habla — le animo.
— Bueno — se acomoda en la silla — No lo quería creer, pero mi bebé me comentó que Alex y él se conocen.
Levanta la mano para que Max no la interrumpa.
— Es uno de los motivos por el cuál estoy enojada con él, porque me lo ocultó todo este tiempo. — agarra el muslo del pollo y le da un gran mordisco — Pero eso no es todo.
Me comenzaba a impacientar que se demore tanto.
— Me dijo que una de las gemelas, está tras de él y es una lunática.
— No me importa — hablo sin darle importancia.
— Debería — se burla — Digamos que ellos dos estuvieron comprometidos.