Yo no fui, Fue el gato. [pausada]

Puntos claros

Capítulo 16: Puntos claros.

En estos tres día me he comunicado con Alex a través de llamadas y mensajes, aunque la diferencia de horario era muy notoria, hacíamos nuestro mayor intento para poder comunicarnos a pesar de todo. Aún tenía aquella espina atorada en la garganta y unas ganas infinitas por querer preguntarle acerca de lo que me había enterado, pero no quería ser una impaciente, quería mirarlo directamente a los ojos y poder preguntarle.

Por otro lado, Lilian se reconcilió con Jonatan y eso era tranquilizador. Aunque mi discusión con Max aún me pesaba por ser tan injusta ante mis palabras, pero el que no le haya dicho acerca de la gemela de Rachel no fue por que no quise, si no que lo pasé por alto, tanto que no le di importancia en su momento y gran error mío.

Era un orgulloso empedernido y no se atrevía a responder mis mensajes y mucho menos mis llamadas, ya había retomado mis clases y las veces que me lo encontré me ignoró se una manera magistral y olímpica, lo cual me hizo enojar por su enojo y decidí no buscarlo más, eso le incomodaba y aturdía a Lilian porque decía que nuestra actitud era de niños pequeños y que ni siquiera ellos se comportarían de esa manera y eso era lo que menos me importaba. ¿Por qué tenía que enojarse?  si la que tiene gemela es Rachel no yo.

— Peludo — le hablo a mi gato — Ayúdame esta vez a entender el maldito compromiso de Alex.

Sabía que no podría tener ni una respuesta de él, pero lo necesitaba y deseaba una buena explicación.

Camino por la cocina buscando algo que comer, pero solo encuentro galletas. Algo nada apetitoso. Quería pizza, así que hice un pedido. Eran las ocho de la noche, algo tarde para comer, pero era lo que menos me importaba en estos momentos. Al esperar a que llegara mi pedido, entro a la sala de chat que tenía con mi novio, quería escribirle y preguntarle lo que me había enterado, pero de alguna forma sentía que era algo insano de mi parte estar dando vueltas y vueltas en algo del pasado, pero no lo podía evitar, porque esa mujer seguía ronzando en su vida y me enojaba encontrármela en cualquier lado.  

— No me mires de esa manera — señalo al gato — Tú no entiendes por lo que estoy pasando, ni siquiera tienes una gata.

Enciendo la televisión y pongo cualquier canal. ¿Si llamaba a mi madre para pedirle un consejo?

Niego con mi cabeza ante una pensamiento tan tonto.

— Mami — le saludo en un susurro.

—¿Hola? — su voz me calmaba un poco — ¿Con la ingrata de mi hija?

— No estoy para bromas — lloriqueo.

— ¿Botas está mal? — su preocupación era evidente.

— ¿Por qué todo tiene que ser de Botas? — me quejo.

— Es el único que ronda en tu vida, no veo porque la indignación.

Cuanta razón tenía mi madre, pero eso se había terminado porque Alex también formaba parte de mi vida.

— De eso quería hablarte — hago un puchero — Botas no es el único.

— ¡Mercy no aceptaré otro gato! — me llama la atención.

— No es un gato — refunfuño.

— ¿Un perro? — grita y tengo que alejar el teléfono — ¿Estás loca o que tienes?

— Mamá, es una persona.

— Como es posible que metas a una pers… espera, ¿Un humano?

— Si — musito — Recién hemos comenzado.

— Déjame asimilar primero.

— Deja de ser exagerada — pongo en blanco mis ojos — Estoy saliendo con él.

— Le diré a tu padre.

Le ruego que aún no le diga nada, porque papá debería de conocerlo en persona, para así tomarlo de sorpresa y no escuchar tanto sus sermones. Le conté como nos conocimos y parecía una adolescente emocionada por la historia.

— ¿Eso es todo? — pregunta calmada.

— ¿Cómo que eso es todo? — le reclamo — Te estoy diciendo que estuvo comprometido.

— Pero ya no lo está, le estás dando mucha vueltas al asunto.

— No estoy loca.

— Hija mía, no lo dije, pero tampoco lo negaría. — se ríe — Preséntame al yerno cuando regrese.

Le dije que lo iba a conocer después de mucho tiempo y aseguró que lo conocería antes de que terminara el año, pero quien le podría contradecir a esa mujer, ni siquiera mi padre lo hacía.

Al final de la conversación me recuerda que los tenía que visitar terminando mi semestre, la pizza había llegado y cuando estaba apunto de comerla el timbre suena con gran insistencia.

— ¡Ya va! — abro la puerta y la persona que veo del otro lado arruina mi noche en una manera olímpica.

— Al final tenía razón — habla y el solo hecho me irrita. — Vivir al lado de él hizo que lo engatusaras.

Ingresa a mi departamento sin ni una invitación y se sienta en el mueble, mira con asco la mesita de centro donde estaba la gaseosa y la pizza.

— Eres una … ni siquiera hay palabra para describirte.

— Vete de mi casa — le señalo la puerta — No eres bienvenida y nunca lo serás.

— Que gracioso — cruza sus piernas — Tú tampoco en la mía, pero de igual manera ingresaste.

— Quiero te largues. — hablo apretando la mandíbula con fuerza.

Se ríe y comienza a inspeccionar cada rincón de mi departamento con la mirada.

— ¿Qué es lo que vio en ti?

El maullido de Botas la asusta y a mi me asombra, ya que nunca lo había visto de esa forma, su cola estaba parada y su cuerpo detonaba el “alerta” en mayúsculas. Vuelve a maullar, pero esta vez más fuerte, como si estuviera apunto de pelear con otro gato, no desquitaba su mirada de Roberta.

— Vete de mi casa antes de mi gato te desfigure el rostro.

Hablo con altanería y sonrío de lado. Botas vuelve a maullar, pero esta vez dando tres pasos hacia ella.

— Me voy, pero no por tu estúpido gato — mira con cautela a Botas — Si no por esta pocilga me es insoportable.

Se levanta aún con cautela y Botas le sigue cada movimiento sin dejar de mirarla. Cuando sale, aviento la puerta que da un gran impacto.

— Muy bien bebé — sonrío y camino hacia él — Así tienes que defender a mami ante cualquier tonto.




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