Yo soy Vanesa

De compras.

Mi padre me dio una tarjeta de crédito, para ir de compras para convencerme de volver a estudiar y sacar mi diploma de bachiller, solo me falta toda la secundaria, realmente no quiero hacerlo y lo peor de todo es que me obligo a ir con Ágata de compras, es la primera vez que vamos a interactuar, desde mi regreso.

 

Ambas fuimos al centro comercial.

 

—Ágata ¿cuánto tiempo sin verte?

—No, finjas ya no somos niñas y no tengo que pretender que nos llevamos bien, me voy de aquí, pequeña bastarda, aunque hayas vuelto eres solo una pobre sirvienta y aún más una lunática

 

Maldita bruja, al menos no pretendió ser mi amiga como en el pasado, para luego traicionarme y hoy llega mi amado paquete, podre comenzar la venganza.

Saque dinero del cajero compre mi ropa y accesorios, una computadora y muchas cosas típicas para arreglar mi cuarto, unas cosas las compre con la tarjeta y otras en efectivo dependiendo de lo que quería, llame al chofer y le ordene que cuidara mis compras mientras caminaba así que el chofer se fue a dar una vuelta con mis compras

 

—Estas muy contenta, me alegra

—Saúl, eres tú ¿qué haces?

— Estoy monitoreando la zona, pero puedo acompañarte un rato

— Claro me encantaría.

—Te estas adaptando bien.

—Si, eso creo, aunque las cosas en casa son muy tensas, quiero ayudar a mi madre y Lucas es muy amable conmigo.

—Me alegra oírlo, tienes que tener paciencia no todo cambia de la noche a la mañana

— Lo sé, me alegra que estés conmigo.

 

Fuimos mirando ropa y una vendedora creyó que éramos pareja, el que pensara eso me hizo feliz, luego me invito a un helado de Vainilla, era como una cita.

La verdad prefiero el helado de maracuyá, aunque a Vanesa le encantaba la Vainilla de repente sentí que alguien nos observaba y sonó su radio al parecer estaban siguiendo a alguien y hablar conmigo lo hizo camuflarse de la gente, nos despedimos y siguió su camino.

Camine sin rumbo esperando la hora de reclamar mi maleta y llegue a un mini bosque por así decirlo, no había nadie alrededor excepto un perro callejero, se me acerco, al parecer lo habían lastimado, estaba cojo y todo sucio

 

Revisé que no tuviera collar, me senté en el suelo y le conté una historia al pequeño perro callejero.

 

Lindo perrito hace mucho tiempo Vanesa estaba triste y sola, su mejor amigo Sal, no estaba con ella, tuvo que irse a un viaje con su familia y no volvería dentro de 3 meses. Ella sufría bullying en el colegio, este era solo de mujeres, sus compañeras dañaban sus cosas, ensuciaban su pupitre, la humillaban física y verbal, ella podía soportarlo, pero no sola.

Su hermana Ágata estudiaba con ella, no hablaban en clase, pero no la lastimaba, era su única amiga por así decirlo, algunas veces comían juntas alejadas del resto del salón, Ágata era querida por todos en clase, nadie la lastimaba a ella.

Un día Vanesa encontró un perro abandonado como tú, pero en su casa no le permitían mascotas, así que ese perro se volvió su amigo secreto. Sólo iba a clase porque sabía que a la salida en ese callejón el perro la estaría esperando en su caja, lo alimentaba, lo sacaba a dar un paseo, lo acariciaba, se sentía segura con él.

Al perro lo llamo Caramelo, por su color de pelo, le compro un collar jugaba con él y al final lo devolvía a la caja, Caramelo sabia su rutina y siempre la recibía con mucho amor.

Un día Ágata la vio con el perro y Vanesa le hiso prometer que guardaría el secreto, ella lo haría dado que eran amigas y hermanas o eso era lo que pensaba Vanesa, al día siguiente, Vanesa descubrió que el perro no estaba y al otro día en la escuela en su pupitre había un regalo, una caja envuelta en papel regalo.

Ella tenía miedo y no quería abrirlo, pero su hermana lo abrió y era Caramelo, ella cayó al suelo, miro a su hermana estaba sonriendo y en su mano tenía el collar cubierto de sangre que Vanesa le había comprado a su perro.

Todos no hacían más que reírse, ella salió corriendo llorando desesperadamente y grito desconsoladamente, al final los profesores la castigaron por ese escándalo. Fue obligada a volver al salón, pero el regalo ya no estaba, ella no tenía prueba alguna de lo sucedido.

Desde ese día, ella descubrió que la líder de las compañeras que la maltrataban era su amada hermana.

 

Acaricio al perro, es una triste historia, pero yo no soy esa Vanesa, ella murió en ese país, me presento perrito Yo soy la nueva Vanesa.

 

Cogí una roca y aplaste la cara del perro, él no lo vio venir, comencé a reír y recordé porque el plan original era que cambiáramos, yo soy una asesina a sangre fría, pero ella se dejaría engañar, yo no cometeré ese mismo error.

 

El perro está muerto y me levanto, siento una presencia.

— ¿hay alguien ahí?

Salió un ave, respiré y me fui a lavar las manos, estoy tan feliz, el paquete ya debe estar aquí. Fui a una tienda de jardinería y compre una pala pequeña, camine hasta llegar al cadáver del perro.

Cave un hoyo, lo deposite, volví a tapar el hoyo, cogí dos ramas y con un caucho las uní haciendo la forma de cruz, pienso que al menos el perro callejero merece una tumba, como la que no tuvo Caramelo

Junto mis manos como rezando y pongo una flor que arranque de un jardín, me levanto y voy al lugar donde debo reclamar el paquete con mi maleta adentro.

Reclamo el paquete y llamo al chofer lo camuflo con las compras y llego a la mansión a desempacar.




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