Yo te Cuido

Prólogo

24 horas tiene un día, 7 días conforman una semana, 4 semanas conforman un mes y 12 meses conforman un año. Supongo que ya conocen esa información, es igual de fundamental para contar el tiempo como lo son los números. Sin embargo, en ciertas ocasiones se vuelven tortuosos esos datos. Justo como para mi se están volviendo ahora.

No paraba de contar los días, los que pasaban sin su presencia. Y aunque la situación no era tan grave, para mi era como si mi mundo se hubiera derrumbado.

Estaba tan acostumbrada a él que ahora se me hacia extraño no tenerlo en mi vida cotidiana.

Talvez fuera por la monotonía que nos invadió en los últimos meses o la compañía mutua que nos dábamos, pero lo cierto era que mi habitación se notaba vacía sin su presencia y sus pertenencias adornando el lugar.

Los días eran una rutina que me había invadido y de la cual no tenía muchas ganas de salir. Sin embargo, si seguía de esta manera a lo único que llegaría es ha ser una ancianita con 5 gatos antes de tiempo. Y en el trasncurso de los días, la idea había dejado de desagradarme.

Hasta elegí los nombres de los que serían mis futuras mascotas.

Mi amiga decían que no tenía que deprimirme por una ruptura amorosa, después de todo no era el fin del mundo. La gente era efímera y que no llorara por el patán de mi exnovio.

Ante esas ideas, solo respondía que un año y medio de relación no eran algo que simplemente podría borrar de mi vida. Después de todo, Derek había estado para mí en las buenas y en las malas, así como yo lo estuve para él. Y eso era una de las cosas que más me dolía, el hecho de que no le importo abandonarlo todo e irse.

Al menos había buenos recuerdos que queria conservar, sobretodo en el lugar al que me dirigía.

Caminaba en dirección a un edificio que se encontraba en el medio de la ciudad, estaba ubicado estratégicamente, así que la vista desde la terraza era realmente hermosa.

Al encontrarme al frente de las puertas de la increíble edificación, apresure el paso hasta el ascensor. Ya todos en el lugar me conocían, así que no tuve problemas en llegar a mi destino, la terraza del edificio.

Lo había descubierto en una de las visitas que le hice a Nakia, una buena amiga, desde entonces se me había echo costumbre visitar ese lugar. Y aunque ella ya no vivía en este edificio, no podía dejar de venir aquí en mi tiempo libre.

Pero, grande fue mi sorpresa al encontrarme a alguien más cuando normalmente se encontraba desolado.

Era un chico... y estaba parado sobre la cornisa.

Él miraba hacía el vacío cada tanto y sus manos formaban puños, estaba dudando.

Y fue ahí cuando decidí que no podía dejar que él hiciera lo que planeaba. 
 




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