Capítulo 3

Maverick

Y en ese momento me separé y corté el beso cuando estaba en todo su auge.

Me levanté como si no hubiera pasado nada- gracias por curarme- dije frío y distante.

-Pero... -intentó detenerme.
Yo fui más rápido y antes de que fuera a más yo ya había salido por la puerta.

Comencé a andar en dirección a mi coche. No podía parar de pensar en esa maldita niña. No puedo estar con ella, no podemos ser nada. No después de lo que pasó con Alison.

Cuando llegué al coche me monté y empecé a conducir dirección a casa de Matt. Veinte minutos más tarde llegué a la casa, toqué el timbre y me abrió un Matt en calzoncillos y con legañas en los ojos.
Se notaba que se acababa de despertar.

-Qué tal cabrón- pregunté a mi amigo mientras le chocaba la mano.

-Bien hermano, yo bien- dijo mientras se frotaba los ojos.

Me dirigí al sofá que había en mitad de la habitación.

Matt tenía una casa de mierda, y por si fuera poco siempre estaba todo por medio.

-Adivina quién no me ha pagado todavía -le dije a Matt mientras encendía un cigarro.

- ¿Quién? -preguntó confuso.

-Johnson -dije mirando al techo- ese cabrón cree que conmigo se puede jugar.

Matt comenzó a sacar su arma y a cargarla- ¿y a que esperamos? Vamos a hacerle una visita- dijo levantándose con una sonrisa.

-Quieto- le cogí del brazo y lo tiré de nuevo al sofá- llama a los chicos, vamos a las carreras. Johnson estará allí.

Matt empezó a llamarlos para avisarles de que en una hora estuviera en las carreras.
Yo mientras tanto cogí mi arma y la cargue, me encendí otro cigarro y puse un rato la televisión.
Pero no pude evitar pensar en Agnes y en el momento en el que la había visto moverse en aquella barra, estaba tan guapa y se movía tan bien. Uff como se movía para ser una niñata.

Matt entró de nuevo al salón y dijo que nos fuéramos, ya que los chicos ya iban para allá.

Dicho eso me levante, cogí mi arma y mis cosas y me prepare para salir.

El puto Johnson se iba a arrepentir de no haberme pagado la cocaína. Y yo lo iba a disfrutar.

Veinte minutos más tarde llegamos a las carreras.

Las carreras se hacían a las afueras de la ciudad porque eran ilegales.

Nada más llegar salude a los chicos y me fui directo hacia Johnson, no sin decirles antes que me siguieran.

-Bueno, bueno ¿Que tenemos aquí? - dijo el capullo con aires de superioridad.

-No me toques los cojones Johnson que nos conocemos. Y no creo que quieras verme enfadado. De nuevo- respondí, y a medida que las palabras salían de mi boca el rostro de Johnson se enfurecía cada vez más.
Lo estaba dejando en ridículo.

- ¿Qué quieres? -escupió.

-Mi dinero

-No lo tengo princesa, así que piérdete- dijo con un tono burlesco y con una estúpida sonrisa en la cara. Pero lo que él no sabía era que el que iba a sonreír ahora sería yo.

Sin perder un puto segundo más de mi tiempo me abalancé sobre él y comencé a pegarle un puñetazo tras otro. Lo veía todo negro. Nadie, NADIE se ríe de mí.

Cuando lo ví lo suficientemente destrozado como para que se acordara de mi por un tiempo paré.

Me levanté del suelo y lo observé, no se movía parecía que estaba muerto, pero me daba igual.
Saqué mi arma y le pegué un tiro en la pierna.

-Te doy una semana para que me pagues lo que debes.

Notaba como las miradas estaban fijas en mí, miradas de miedo y otras de respeto. Y eso me gustaba. Me gustaba que me tuvieran miedo porque así no seguirían los pasos del inútil de Johnson.

Me di la vuelta y comencé a andar en dirección al coche, no sin antes decirle a mis amigos que me siguieran. Dentro de poco vendría la policía y la ambulancia y no nos convenía estar aquí.

Después de eso me fuí para mí casa.
No era una casa de mierda como la de Matt. La verdad es que estaba bastante bien.

Me serví una copa de whisky y me eché en el sofá. Poco a poco me fuí quedando dormido pensando en Agnes, aquella niñata de bailes sensuales y labios carnosos.