You | Un Caos Perfecto

Capítulo 4

Agnes

Había pasado una semana desde que vi por última vez a Maverick.

No podía parar de pensar en él, y en lo misterioso que es.

Había hecho las paces con mis amigos y en el trabajo todo iba bien.

Eran las ocho de la mañana. Estaba esperando a María mientras me tomaba mi desayuno.

Diez minutos después de terminar sonó la bocina de su coche. Era hora de irme.

De camino al Instituto íbamos cantado canciones y hablando.

Cuando llegamos visualizamos a John y James, y fuimos con ellos. El primero en hablar fue John.

-Fiesta. Hoy. - dijo un tanto emocionado, mientras yo lo miraba como si tuviera monos en la cara. Me gustaban las fiestas, pero esta no había sido mi mejor semana y no tenía muchas ganas- esta noche.

-No, no, no y no- dije moviendo la cabeza de un lado para otro negando.

-Si, si, si y si- respondieron mis tres amigos al unísono.

- Es entre semana- me queje.

- ¿Y qué? - dijo María- es la excusa perfecta para despejarte y relajarte.

-Además hoy no trabajas- dijo james en tono serio pero con un atisbo de diversión mientras levantaba su ceja derecha.

-No- dije tajante.

-Va a ir todo el mundo, es la fiesta del año- dijo John entre quejas y lloriqueos.

-No se diga más- respondió María apresuradamente.

-Eh, que yo no he dicho que si- me queje.

-Hay que pena, está sonado el timbre - dijo María en el tono más falso que he oído jamás mientras John y James le seguían el juego.

-Pero si no ha soñado nada, todavía quedan diez minutos para que empiecen las clases- grite mientras los veía alejarse.

- No te oímos, lo siento Agnes, estas muy lejos- grito John riéndose mientras corría hacia la puerta del Instituto.

-Cabrones- susurre para mis adentros.

El día transcurrió con normalidad. Hasta el almuerzo.

Cuando llegué al comedor del Instituto fuí a por mí comida.

Y sí, ahí estaba yo, entre toda esa gente luchando por llegar a la mesa en la que estaba María.
Cuando la pizca de torpeza que tenía en mi cuerpo apareció y choque.
Con la mala suerte de que se me cayó la comida encima suya.

Uff, que pena, se ha desperdiciado la comida.

Desde un principio yo sabía a quien había manchado, por el simple hecho de que no paraba de gritar como una rata.

Era nada más y nada menos que la puta de Silvia.
No era nada personal pero era verdad que esta persona era de lo peor. Se pasaba las horas metiéndose con la gente.
Se creía mejor que nadie por el simple hecho de que tenía dinero. Nunca me habían caído bien este tipo de personas, así que sin más demora me levante y sin echar si quiera un último vistazo me fuí lejos de los gritos de rata y el barullo de gente.
Sabía que esto iba a traer consecuencias luego.
Sabía que Silvia y su grupito de "populares" me iban a hacer la vida imposible este año.

Cuando llegué a mi casa lo primero que hice fue comer, no había comido nada porque se me había caído todo encima de esa persona tan odiosa.
Y tenía hambre. Mucha hambre.

Después de comer me fuí a mi cuarto a hacer las tareas.

Sin darme cuenta la tarde paso y ya estaba anocheciendo.
Alguien tocó el timbre. ¿Quién será? Yo no había invitado a nadie, ni tampoco tenía nada previsto.
Abrí la puerta y me encontré a una María sonriente a la que se le cambió la cara cuando me vió.

-Me tengo que haber equivocado de casa-dijo con confusión, pero de repente se le cambió la expresión- TODAVÍA NO TE HAS VESTIDO -grito lo más fuerte que pudo y yo me tape los oídos. Entonces lo recordé. La fiesta.

-Vamos, vamos, vamos -dijo María mientras me empujaba dentro de mi casa- hay mucho que hacer.

Me llevó hasta mi cuarto y empezó a desvestirme mientras yo le decía con cansancio que no quería ir.
Pero era inútil, así que deje de intentarlo y la ayude a desvestirme.
Después de ducharme y vestirme, María me maquilló.

Llevaba un maquillaje sencillo, no me gustaba mucho el maquillaje. El vestido era corto y sin mangas, era muy sexy.

-Ya estas lista- María me miró con admiración. -mi obra de arte- exclamó lo más alto que pudo con voz de loca.

Mientras yo me reía. María estaba loca, pero yo la quería así.

Nos montamos en su coche para ir a la fiesta. Era en un club muy famoso, pero María y yo nunca antes habíamos ido.
Cuando llegamos llamamos a John para ver donde estaban.
Un pitido, dos pitidos, tres... No cogía el teléfono. Genial.

María llamó a James y nada. Decidimos entrar para buscarlos. Si total ya estábamos aquí, no teníamos nada que perder.

Cuando entramos al club todo el mundo se volteo para vernos. Las mujeres nos miraban con odio y los hombres con deseo.
Pero no me importó, yo estaba acostumbrada a este tipo de cosas debido al trabajo que tengo.


Estaba en la barra pidiendo las bebidas mientras María buscaba a James y John.
Me levante para ir en su busca.
Llame a María y me dijo que estaban al final de la sala en unos sillones.

Cuando llegué hasta ellos le di el vaso a María y pude ver por qué John y James no nos habían cogido el teléfono. Estaban liándose con dos tías. María los miraba con asco y yo con rabia.

-Por esto no cogíais el teléfono- grite, debido a que la música estaba muy alta- enserio, por esto- dije incrédula.

-Perdona- dijo una de las rubias oxigenadas muy ofendida.

-Lo que oyes bonita, así que ya podéis estar quitando vuestras sucias manos de mis amigos.

La rubia oxigenada número uno se levantó y vino hacia mí.

-Se nota que necesitas un buen polvo- dijo con orgullo- Catherine vamos.
La rubia oxigenada número dos se levantó y corrió hasta ella no sin antes mirarme con superioridad.

Pero no iba a dejar las cosas así. Y antes de que se fueran les dije.



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En el texto hay: ilegal, caos, amor

Editado: 19.04.2021

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