¿Alguna vez mencioné lo torpe que soy después de perder la vista? Creo que no.
Pero bueno. Hoy era una mañana muy agitada, acababan de tocar el timbre de entrada y aquí iba, tarde. La semana pasada tuve una anotación por llegar tarde y esta vez al parecer también iba por el mismo camino.
Que feo sonaba, no me gusta la idea de tener una anotación y menos cuando eso puede afectar mi promedio.
En fin, lo único que podía hacer era caminar lo más rápido que podía para llegar antes de que me cerraran la puerta.
Caminé con gran impulso y haciendo fuerza para que nadie fuera a chocar conmigo o en viceversa.
—Auch —la voz de una chica llamó mi atención—
Carajo, la había golpeado.
Odiaba este estilo de vida, esto no podía ser vida. Al menos no para mí
—Lo siento —pronuncié en un tono de arrepentimiento—
—Oye April, ¿por qué no te fijas por dónde vas? —mofó—
Sí, aquí iba de nuevo. Valentina, la típica chica odiosa que era capitana del equipo de porristas.
— ¡Cállate Valentina! ¿No vez que es una patética anormal?
Anormal, defectuosa y entre otros insultos que ya estaba acostumbrada a escuchar en mi día a día, mi vida desde los quince años dejo de ser la misma, cada día se tornaba más difícil. No por mi ceguera, si no por las personas que carecían de empatía, tal vez quejarme con la directora sería lo correcto, pero tal vez eso solo me traiga más problemas... No creo que tener un choqué con la capitana de porristas sea bueno para mí y menos en mis condiciones, tal vez puedan suspenderla o algo por el estilo... Pero cuando vuelva querrá desquitarse y no quiero ser afectada por ello.
Que lamentable soné, pero no es algo que pueda solucionar de un momento a otro. Aún que no niego que si me gustaría.
Solté un suspiro y traté de continuar.
Pero el sonido de un cuerpo chocando con otro llamó mi atención, no sabía que estaba pasando, me preocupaba que pudiera chocar con alguien y terminara en el suelo o en alguna postura que se me dificultara avanzar.
—¡Oye! —la voz de Valentina hizo eco dentro de mi cabeza— ¿acaso no vez por donde caminas? —su voz irritante me perforaba el cerebro—
—¿Había alguien ahí? Qué pena, no vi a nadie —su tono burlón y desinteresado al decirlo me causo ganas de reír, pero me contuve ya que en mi condición no podría defenderme de lo que me hicieran—
Oí los pasos alejarse y a Valentina rezongar.
—Idiota —fue lo único que escuché para oír unos pasos y sentir un hombro chocar con el mío—
Me apuré en seguir mi camino sin prestar atención a lo que sucedía en mi alrededor, iba tarde y no tenía una excusa eficiente para Leo, el profesor de historia, antes de entrar al salón sentí unas manos tibias en mi hombro.
—Por poco y chocas contra la pared —la voz de Mike apareció detrás de mí sacándome una sonrisa—
—Lo siento —musité—
Entramos al salón y con ayuda de Mike pude sentarme en mi silla, la clase empezó y todo fluía bien, los profesores me trataban bien, siempre me daban una hoja especial para que pudiera tomar apuntes y no me quedara atrasada.
...
—No me sueltes —supliqué en un grito diminuto mientras sujetaba la mano de Mike—
—Calma, a este paso te dará un ataque —bromeó—
—No es gracioso —chillé—
Escuché voces que venían en dirección a nosotros con una gran velocidad haciendo que me alterara y tomara con fuerza la mano de Mike
—Despacio por favor —oí su voz firme mientras sostenía mis manos—
Creí que todo había terminado, pero de la nada sentí un empujón fuerte haciendo que soltara la mano de Mike y caminara hacia atrás chocando con una pared.
—¿Mike? —musité mientras me sostenía de esta con miedo a caer—
Al no obtener respuesta me fui guiando de la pared mientras daba pasos lentos, la voz de los estudiantes me llenaba de terror, la idea de que uno de ellos me pudiera empujar sin querer invadía mi cabeza, puse el píe y supe que había pisado un escalón, justo ahí mi respiración se entrecortó y sentí mi corazón en la garganta, el miedo de caerme había incrementado.
Mis piernas temblaban mientras daba pequeños pasos para no caerme y me sostenía con fuerza a la pared, ya había contado 5 escalones cuando sentí que alguien golpeo mi espalda con fuerza haciendo que mi pie resbalara y me preparara para la caída. Grité y cubrí mi cara con mis brazos para protegerme del golpe, pero unos brazos me abrazaron evitando que chocara contra el suelo, escaleras o lo que sea que hubiera enfrente de mí.
—¡Ten más cuidado! —gruñó—
—Lo siento —musité al escuchar su voz suave y un poco ronca— resbalé y no me pude sostener
—No me importa —replicó y me soltó—
Dio unos pasos y lo sostuve de la mano deteniendo su caminata.
—¿No piensas soltarme? —su voz irritada hizo que girara en dirección a ella—
—Lo siento, perdí a mi mejor amigo y no sé dónde estoy —mordí mi labio inferior y un suspiro pesado salió de sus labios—
—Camina —me jaló con cuidado guiándome—
—Gracias —articulé en un susurró y me deje guiar por aquella persona— ¿puedo saber cómo te llamas? —traté de romper el hielo, pero no recibí respuesta alguna—
Luego de haber caminado cincuenta pasos pude notar el olor tan peculiar de la comida que me hizo dar cuenta que estábamos en la cafetería y de la nada este detuvo su caminata haciendo que me detuviera.
—¡April! —la voz de Mike fueron música para mis oídos— ¿dónde has estado?
—De nada y no pierdas a tu amiga de vista —soltó de manera frenética mi mano—
—Gracias —la voz de Mike resonó atrás de mí— ven, tienes que comer algo antes de que toquen el timbre —me agarró de la mano para guiarme hasta una mesa—
...
Estaba escuchando con atención lo que decía la profesora Aida mientras dictaba su clase de biología
—Y espero para su próxima clase la exposición de las leyes de Mendel —habló mientras su voz se acercaba— April —oí su voz a unos cuantos centímetros y dirigí mi mirada en su dirección— escucha temas sobre las leyes de Mendel y genética Humana, son los temas que te evaluaré en la próxima clase —asentí y sonó el timbre de salida— perfecto.