Episodio 3

¿Es que la gente no se baña? El no usar desodorante sería motivo de orgullo si tus olores corporales se mantuvieran controlados a pesar de ello. Pero oler a vagabundo a las 6 am debería ser una buena razón para consagrarse con el desodorante lo más pronto posible. Tener sueño, hambre, y poca motivación para estudiar no es una buena combinación un lunes a la mañana pero aún así, se puede sonreír y estar de buenas. Hasta que algún ser con olores exóticos decide que es buena idea compartir su esencia alzando demás los brazos.

Todo iba de maravilla hasta que llegué a la entrada del aula. En la puerta, se encontraba ese compañero hablando con otra persona. Todo normal, pero luego, justo cuando mi persona pasó, le dió un ataque de afecto y decidió demostrarlo en un abrazo que, aunque no iba dirigido a mi, sentí en lo más profundo de mi pecaminoso ser puesto que una de sus axilas quedó justo frente a mi cara.

Ya habían pasado tres horas desde el traumático suceso y aún sentía la nariz escoser. Estaría mareada por un par de días cuando menos.

- Ojalá se mueran todos.

- ¿Mm? - MJ, con esa esa expresión en el rostro que solía poner cuando yo intentaba ser cariñosa, observaba a una pareja de hormonales a unos cuantos metros de nosotras. Luego de su última muy tormentosa relación (si es que así podía llamarse) no estaba muy contenta con las demostraciones románticas a su alrededor, las cuáles eran muchas, por cierto. Ayer vi a un niño de 12 años succionarle la mitad de la cara a una niña en la salida del colegio - Pues te apoyo, amiga mía - dije, entrelazando mi brazo con el suyo - Vamos al baño.

- Sí. Antes de que suene el timbre.

°°°

A la hora de la salida, tenía ganas de caminar y el dolor ya no era intenso así que me fuí a casa a pie por primera vez después de varios días, también decidí que me merecía romper la dieta. Entré al pequeño establecimiento aparentando no estar desesperada mientras repasaba mentalmente los sabores que podría pedir.

Al pasar unos minutos y ver que mi turno se aproximaba, saque todo el dinero que llevaba encima: Tres monedas y un billete nuevo de lo más bonito. Empecé a contarlo a pesar de estar segura de que me alcanzaba, mejor prevenir. De pronto, alguien me tocó el brazo.

- ¡Muchacha!

- Señora Cristine - saludé, devolviéndole la sonrisa - ¿Cómo está? ¿Qué la trae por-? - me callé antes de hacer mi pregunta estúpida del día. Es una heladería, “¿Qué la trae por aquí?" ¿Qué crees?

- Pues no muy contenta contigo, niña - señaló, poniendo los brazos en jarra.

- ¿Y eso por qué? - pregunté extrañada. La última vez que la vi fue un día después de mi pequeño accidente. Fuí a su casa y merendamos juntas luego de conversar un buen rato, había sido bastante agradable.

- No has ido a visitarme en una semana - reclamó, entrecerrando los ojos.

- Oh. Es que... - la verdad, sí tuve ganas de ir estos días, pero cada que me animaba acababa hechandome para atrás. Ella no me había vuelto a invitar, y me daba vergüenza ir por mi cuenta - No quiero molestar.

-Tch. Molestar mis pelotas.

¿Sus pelotas? Me mordí la lengua, procurando no soltar un comentario inapropiado de vuelta.

- Iré a visitarla más seguido - reí.

°°°

Luego de nuestra breve conversación, Cristine me arrastró fuera de la heladería antes de poder comprar mi helado. La seguí con pesar. Es como un gran remolino, o te dejas llevar o te lleva por la fuerza. En fin.

Fuimos a su casa, ella tenía mi número (se lo di la última vez que hablamos) pero su celular estaba perdido y “había sido imposible cruzarse conmigo estos días". Bueno, lo último se debía a que estaba transportandome en taxi mientras se curaban las heridas de mis rodillas.

- ¿Te estás aplicando la crema que te di? - me había preguntado, dirigiendo una mirada a mis palmas vendadas.

- Sí. Muchas gracias, me ha aliviado mucho y ya estoy casi sana - dije, cerrando el puño con suavidad como prueba de que decía la verdad. Un quejido involuntario salió de mi garganta. Al parecer no estoy tan curada todavía.

-Pero, ¡Muchacha! - me reprendió la mayor. A pesar de que ya sabe mi nombre, continúa llamándome así. No me molesta, lo dice de manera familiar. Como una abuelita cariñosa le habla a sus nietos. Se siente bien.

°°°

Ya en mi cama, mientras observaba la renovada flor que decoraba uno de los estantes de la biblioteca, recordé que me había olvidado de poner la alarma.

- Mierda.

Me levanté, dándole una patada a la cobija. Justo hoy que había dejado el celular en el lugar más alejado posible.

- Tch.

Caminé hasta la mesita junto al clóset y agarré el aparato con brusquedad. Esto me pasa por andar posponiendo todo, tendría que haberla puesto cuando dije que iba a hacerlo.

~La alarma sonará en dos horas y cuarenta y seis minutos~

Suspiré. Dos horas de sueño.

- Ni modo.

Caminé de vuelta a la cama (esta vez con celular en mano) y me volví a enrollar en la calentita tela. Sonreí. Al fin: A dormi-

~Vrrr~

¿Un mensaje?

Levanté la pantalla, entrecerrando los ojos de manera instantánea. Tenía el brillo en cero y aún así alumbraba demasiado.

~Un mensaje nuevo~

Era un número desconocido. Pero, ¿Qué?

🐦~¿Qué sabor de yogurt prefieres?~√√

¹:¹⁹ am

- ¿¿Qué?? - parpadee un par de veces a ver si había leído bien. ¿Yogurt?

🌸~¿?~√√

¹:²¹ am

🐦~Fresa. Mora. Guanábana. Mango. Melocotón. Uva~√√

¹:²¹ am

- ¿Qué carajo?

🌸~¿Disculpa?~√√

¹:²² am

🐦~¿Natural?~√√

¹:²² am

🌸~Qué???~√√ ~Te conozco?~√√

¹:²² am

🐦~¿Qué sabor prefieres?~√√

¹:²³ am

Apreté los labios. ¿Es una especie de estafa nueva o algo así? ¿Cada sabor de yogurt es un órgano diferente y si lo eliges ya lo vendiste? ¿Qué carajos es esto?

🌸~¿Quién te dió mi número?~√√

¹:²⁶ am

🐦~Yo pregunté primero~√√

¹:²⁶ am