Your face (borrador)

Episodio 4

- Ah. Antes de que subas - mi mamá tendió su mano hacia mi, sujetando en ella una linda flor naranja - No olvides esto.

Sonreí de oreja a oreja, recibiéndola con todo el gusto.

- ¿Dónde la encontraste?

- Ya sabes, en la ventana junto a la entrada principal.

Claro que lo sabía, la flor solo aparecía en dos lugares de la casa: La ventana de mi habitación o la ventana junto a la puerta de entrada. Secretamente mantenía la esperanza de que apareciera con ella la persona que la entregaba, así que preguntaba lo mismo cada vez cuando era mi madre quien la encontraba.

No disfruto estar en el campo, pero amo los lugares verdes. Las plantas siempre me transmiten una sensación de bienestar que es sencillamente acogedora, en especial las flores.

Son tan hermosas.

°°°°

Pondré en marcha mi nuevo plan. El plan más factible que se me ha ocurrido hasta ahora para desenmascarar al vendedor fantasma.

En mis manos sujetaba una bandeja con una pequeña torta de uva. Yo misma la hice y, no es por presumir, pero tenía una pinta increíble.

- Señora Galicia - saludé - ¿Cómo está?

Luego de decidirme a hacer esto, lo primero que hice fue buscar una buena receta. Sé que mi vecina no puede resistirse a los sabores dulces, y usé tanta azúcar que una sola rebanada podría provocarle a alguien un coma diabético. Si no coopera por las buenas, empezaré a prepararle pastel todas las semanas MUAJAJAJA.

- ¡Que encantadora sorpresa! - exclamó. Sus ojos no se apartaban un segundo de la bandeja, probablemente, imaginándose comiendo un pedazo, la textura y el sabor del pastel. El simple olor ya parecía tenerla embriagada.

Eso. Muerde el cebo.

- Hice pastel, pero a mí madre no se le antoja y yo no quiero comer sola - expliqué, usando un tono de voz decaído - Me preguntaba si usted querría... No sé, ¿Un poquito?

No pasó un segundo de terminar la última oración cuando ella ya estaba respondiendo.

- Oh, pero, ¡Claro! ¡Por supuesto que sí!

- Que bien. Usé muchas uvas frescas, está delicioso. Se lo aseguro.

- ¡Te creo! Pero, ¡Pasa, no te quedes ahí parada!

°°°°

Mi calculada visita a la señora Galicia había ido bastante bien. Me habló de sus diecisiete novios y los otros veinte hombres que se morían por ella en su juventud. No quise ser demasiado obvia, así que ésta vez simplemente fuí a tantear el terreno, le empezaré a sacar información la próxima.

Aunque mi plan marchaba exitosamente, trajo consigo una desgracia. Mis dos mejores amigas disfrutan mucho (quizás demasiado) el socializar, siempre intentan que yo haga lo mismo y las amo por preocuparse, pero a veces (como ahora) me cae de la patada su insistencia.

Ochocientas cincuenta mil veces les recalqué mi negativa a cierta fiesta. Estuvieron engatusandome las últimas tres semanas hablando sobre eso sin parar y mencionando de paso lo increíble que la pasarían (mi respuesta seguía siendo “No.") Pero entonces me sentí mal, así que usé la vieja confiable: “No creo que me den permiso" Había dicho, agregando también que mi madre andaba de un humor de perros y que no había parado de montarme la pata desde hacía se-ma-nas. Ji.

La excusa perfecta, habría funcionado con cualquiera. Pero no con mis amigas. Mientras yo rellenaba el pavo (visitaba a la señora Galicia) fueron a mi casa y, naturalmente, hablaron con mi mamá. Olvidé pedirle que por favor no me diera permiso de ir a esa fiesta. Así que ella aceptó más que encantada, sugiriendoles a MJ y Dauli venir a la casa y arreglarnos juntas.

Lo tomé como un castigo divino por usar de esa manera a mi vecina.

Y aquí estoy, un día después, frente a mi closet. Llevo dos horas mirando fijamente la ropa, haciendo combinaciones en mi cabeza e imaginando cómo me vería. No estoy viendo la luz al final del túnel. Ninguna me convence.

- En media hora salimos y tú ni te haz vestido - me recordó Dauli.

- No sé qué ponerme - gemí, el ESTRÉS que comenzaba a experimentar era peligroso. Por esto y muchas más cosas no me gusta salir, siempre acaba volviéndose un completo dolor de cabeza elegir la ropa que usaré - Que fastidio.

- Ya, mira. Al menos, tu maquillaje y cabello ya están.

- Pues sí - refunfuñé.

°°°°

11:47 pm.

Podría estar en mi casita, en mi cama, disfrutando de una buena serie. Pero no, aquí estoy, contando cuántos puntitos de luz hay en la habitación. El lugar estaba a oscuras a excepción de una lámpara a mitad del techo cuyas pequeñas formas circulares permitían vislumbrar las siluetas de la gente.

Todos estaban animados, yo incluso hice mi mayor esfuerzo por dejar a un lado mi cara de culo y actitud aguafiestas. Y lo conseguí, los primeros diez minutos, al menos. Ya habían pasado casi tres horas y mis ganas de cooperar estaban más que extintas. Olía a axila sin lavar y el calor era asfixiante.

Mi irritación también se atribuía al hecho de que no pude ver al lechero misterioso por estar acá perdiendo el tiempo.

Inspiré profundamente, apreciando como nunca la brisa fría que golpeó mi rostro.

No tengo la obligación de quedarme en un solo lugar de la casa, y el jardín fue la mejor opción que encontré. La cocina estaba infestada de gente igual que la sala principal. La casa o, mejor dicho, mansión, era gigantesca así que había muchos otros lugares, pero lo primero que nos habían dicho al llegar era que los pisos superiores estaban prohibidos. La fiesta era solo en el primero. Imagino que la o el dueño de la casa sabía que era mejor que el desastre se extendiera lo menos posible.

A todo esto, ¿Quién será?

- Vaya - mi respiración se detuvo unos segundos al reconocer la voz a mis espaldas - ¿Pero qué están viendo mis ojos?

No puede ser.

- ¿Mogüel fuera de su cueva? - le oí caecajear.

Sí. Sí que “podía ser". Había visto muchos rostros conocidos a lo largo de la noche, más de la mitad de esas personas las reconocí de la escuela. Claro que él también iba a estar allí.



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En el texto hay: humor, romance drama, desamor dolor

Editado: 28.09.2024

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