🐦~Oye...~
²:⁰⁰ pm
🌸~?~
³:³⁵ pm
🐦~¿Te puedo hacer una pregunta?~
³:³⁵ pm
🌸~¿Qué pasa?~
³:³⁶ pm
🐦~Tienes que ser completamente honesta, ¿Bueno?~
³:³⁶ pm
Alcé una ceja. Me parece que es el menos indicado para exigir honestidad. Yo no soy la de la identidad secreta aquí, ¿O sí?
🌸~Depende de tu pregunta~
³:³⁷ pm
🌸~Si es muy personal entonces paso~
³:³⁷ pm
🐦~No estoy seguro de si pueda considerarse personal~
³:³⁷ pm
🐦~Es algo que ha estado rondando mi cabeza últimamente~
³:³⁷ pm
🌸~¿De qué se trata?~
³:³⁸ pm
🐦~No tienes novio~
³:³⁸ pm
🐦~¿Cierto?~
³:³⁸pm
°°°°
¿Pero qué karma estaré pagando yo? Parece que mientras más deseo que algo no pase, estas cosas se adelantan y me dan una buena bofetada para recordarme que solo soy una insignificante y pequeña humana incapaz de controlar el destino. Aunque no creo que el destino sea tan desocupado, ¿Es necesario hacerme pasar por tantas humillaciones? ¡Ya entendí el mensaje!
- Creí que ibas a la universidad desde muy temprano en la mañana y regresabas por la tarde - comenté intentando sonar casual - Tu abuela lo comenta seguido - agregué al darme cuenta de había sonado como una acosadora.
- S-sí. Es cierto. Pero me estoy tomando unos días - respondió él - ¡Ayer tampoco fuí!
Ayer...
Su cara se enrojeció unos segundos después, seguramente recordando el fatídico suceso. Créeme, a mí me pasa exactamente lo mismo que a ti. ¡Así que no entiendo por qué estás aquí ahora! Estaba luchando con todas mis fuerzas para no pensar en eso, ¿Acaso quería atormentarme en venganza por haber visto (SIN QUERER) su cosa?
Carraspeó.
- Mira, sobre lo que pasó ayer...
- ¿Tienes sed? - pregunté antes de que pudiera decir una palabra más.
- Pues-
- ¡Yo también! Iré por jugo - caminé (*corrí) hacia la cocina. ¿Qué le pasa? ¿Por qué menciona eso? ¿Es que no ve que me muero de la pena? ¿Cómo estaba tan tranquilo? Pensé que él como yo necesitaba un tiempo antes de poder siquiera verme a la cara sin querer que la tierra se lo trague. Al parecer, no podía estar más equivocada. ¡Había venido a verme! ¡Y sólo! ¿Dónde está Cristine en momentos como este? Los diez minutos que ese chico lleva ahí sentado han sido de lo más incómodos.
Intenté salir de mi casa. Ya sé que estuvo mal, pero juro que no iba a ir muy lejos. Simplemente quería ver a la señora Galicia y hablar un ratito con ella en lo que volvía mi guardiana asignada. Sé que Mimi no solamente está cuidándome mientras sana mi herida, vigilarme también es parte importante de su nueva tarea. Hoy apenas se fue mi madre, subió a mi habitación y me propuso un juego muy divertido que, como ella misma bautizó, se llamaba: “No despegarse de Mimi en todo el día" Cero discreta, ya sé. También cerró la ventana de mi habitación, eso sí que me había molestado. Es decir, ¿Qué motivos le he dado yo a mi madre para que piense que voy a escapar por la ventana? Por Dios. ¿Qué imagen tienen de mí esas dos?
El caso es que cuando abrí la puerta me encontré con dos sorpresas. Una agradable y la otra pues... no tanto.
Quince minutos atrás:
Mi mirada se dirigió instantáneamente a la flor naranja que sostenía en su mano.
- Ah. Toma - me la extendió.
- Tú... ¿Dónde la...? - de mi boca solo salieron balbuceos. No podía ser él, ¿Verdad? - ¿Cómo es que tú...?
- Eh... - rascó su nuca, parecía algo nervioso - Perdón por tomarla sin permiso. La encontré tirada junto a la puerta y no quise dejarla ahí así que...
- ¿La encontraste... tirada?
- Sí. Es tuya, ¿Cierto? - cuestionó.
Asentí quedadamente.
- Sí. Se me... Debió haber caído del marco de la ventana - dije - El viento, seguramente.
Asintió. Se quedó callado unos segundos. Segundos en los que caí en cuenta de que el nieto de Cristine estaba justo frente a mi, en la puerta de mi casa, esperando quién sabe qué.
- ¿Necesitas algo? - pregunté educadamente. Crucé los dedos para que me dijese que simplemente iba pasando, vió la flor y quiso devolverla, y eso era todo. No necesitaba nada más. Pero, de nuevo, el Universo se rió en mi cara.
- B-bueno, me preguntaba si... Podía hablar contigo unos minutos.
¿¿Hablar de qué?? Por favor, que se vaya. En ese momento, ir y enterrar la cabeza en los arbustos hasta asfixiarme se veía más atractivo que tener una conversación con aquel chico.
- Claro. Pasa.
En el presente:
¿Y si me desmayo? No sería una mentira. El doctor dijo claramente que uno de los efectos secundarios del golpe podían ser desmayos repentinos.
No. Blues Mogüel, tu madre no te educó para que seas una cobarde. Respiré profundamente, caminando hacia la sala con toda la seguridad con la que contaba en ese momento.
- Espero que te gusten las naranjas.
Le tendí el vaso de vidrio lleno hasta la mitad de jugo de naranja que había sobrado de esa misma mañana. Mimi me lo hacía todos los días y me obligaba a tomar un vaso antes de ir a la escuela, para mi no era un gran sacrificio, la verdad. Siempre le queda delicioso. Y aunque al nieto de Cristine ya no le había tocado recién exprimido, estaba segura de que su sabor se encontraba lejos de ser malo.
- Sí, muchas gracias - sonrió recibiendo el líquido - ¿Tú no tomas? - cuestionó mirando mis manos vacías.
- No. Estoy bien así.
- Pero pensé que tenías sed.
- ¡Ah! ¡Sí! - recordé. Que mala mentirosa - <Tenía>. Ya no.
- Ah...
Sonreí con incomodidad, tomando asiento junto a él en el sofá.
- ¿Estás... bien? - preguntó de pronto mientras señalaba el parche blanco en mi frente que cubría el moretón.
- Oh. Esto. Sí. No es tan grave como parece - reí restándole importancia.
- Ya veo... - asintió - ¿Y-y cuándo te...?
- Ayer.
- Mmm.
- Sí.
Por Dios, qué incómodo.
- O-oye. Sobre lo de ayer... - ay no. Otra vez no, ¿Ahora con qué excusa tonta me vuelvo a escapar?