Tomé un gran trago, sintiendo el líquido pasar por mi garganta como un elixir. Olvido continuamente que debo tomar mucha agua para que mi piel esté en condiciones. Antes mi obsesión con el agua era tal que tomaba hasta cuatro litros en un día. Como dicen por ahí “Todo en exceso es malo" así que me detuve después de un tiempo. Pero lo llevé al otro extremo de nuevo. Ahora tomo uno o dos vasos de agua al día cuando voy a la cocina y tengo el grifo frente a mi. Solo así lo recuerdo. Terrible.
👺~¿Ya te calmaste, Nomo-Güel?~
⁴:⁵⁷ pm
Abrí la cortina, observando al chico recostado de una de las columnas junto a la puerta de entrada. Él alzó la mirada del celular, le saqué el dedo medio, volviendo las cortinas a su lugar.
👺~Veo q no~
⁴:⁵⁸ pm
👺~¿Todos los enanos tienen un temperamento tan difícil?~
⁴:⁵⁸ pm
Me eché en el sofá, procurando ignorar al neandertal al otro lado de la puerta. Estaba completamente entregada a ello cuando, de repente, un relámpago ensordecedor me hizo pegar un brinco. Vaya. Parece que va a llover fuerte. ¿Mamá habrá llevado paraguas? Su auto estaba aparcado afuera, así que no tenía un transporte seguro para refugiarse de la lluvia. ¿Por qué no llevó su auto hoy? Sé que odia el trasporte público tanto como yo, ni hablar de los taxis. Ojalá le dé tiempo para llegar antes de que largue a llover. Tomé el celular, buscando su contacto para marcarle.
- ¿Hijita? - respondió luego de sonar un par de veces.
- ¿Tienes sombrilla?
- No. Camilo vendrá a recogerme hoy.
- ¿Camilo?
- Sí. Voy a acompañarlo a comprar unas cosas. Tardaré un poco así que no te preocupes.
Camilo era el ex-compañero de trabajo de mi madre y su mejor amigo. No le tengo confianza. Mamá lo conoce hace tres años, compartieron un montón porque trabajaron codo a codo en la misma empresa y la misma área, pero yo solo lo he visto unas cuántas veces. Veces que podía contar con los dedos de una mano. Todas esas veces me dió la impresión de que tenía otras intenciones con mi mamá, quizá no eran malas, pero como no lo conozco no puedo saberlo. Así que mejor desconfiar.
- ¿Y adónde van a ir? - pregunté usando un tono casual.
- A un centro comercial que queda cerca de donde trabajo. Lo más probable es que compremos lo que necesita y luego comamos por ahí.
- Bueno. Me llamas cuando lleguen.
- Sí. No te olvides de cenar algo tu también.
- Sí, mami.
- Chao.
- Ah - recordé - ¡Ma!
- ¿Qué pasa?
- Le voy a decir a Mimi que se vaya, ¿Bueno? Está por llover y pues...
- Sí, sí. Es mejor - accedió - No la vaya a agarrar la lluvia.
- Okay. Adiós.
Me levanté, dejando el celular en el sofá.
- ¡Miriam! - llamé al tiempo que otro relámpago iluminó la habitación. ¿Dónde estará ahora? Ella siempre está haciendo algo, cualquier cosa, pero nunca se está quieta en un solo sitio - ¡Miriam!
La busqué en la habitación de mi madre, en la mía, en las de invitados, en los baños, y resulta que estaba en la terraza regando las plantitas.
- ¿Qué pasa, Blú-Blú?
- Puedes irte. Hablé con mamá, si quieres la llamas para confirmar.
- ¿Ya viene la señora? - preguntó.
- No. Pero dijo que te fueras antes de que comience a llover.
- Ya veo - asintió ella mirando el cielo - Sí, debería irme.
- ¿Tienes paraguas?
- Sí, cielo.
- Bien.
Ella sonrió, dejando a un lado la regadera.
- ¿Quieres que te prepare algo de comer antes de irme?
Un relámpago hizo acto de presencia. Fue tan ruidoso que me dió la impresión de que tembló el piso bajo mis pies.
- Estoy bien así. Sigo llena del almuerzo - mentí.
Ella asintió.
- Adiós, Blú-Blú.
Me despedí con la mano, girándome de espaldas cuando su silueta desapareció por completo escaleras abajo. El paisaje que contemplaron mis ojos era simplemente perfecto. El día lucía oscuro, como si estuviese a punto de anochecer debido a la enorme y espesa nube gris que cubría el cielo. Una ráfaga de viento cubrió mi rostro por completo con mis rizos. Se siente tan bien cuando nada sujeta mi cabello.
Sonreí. Amo este clima.
La lluvia siempre ha sido muy especial para mí. No podía evitar sentirme feliz cuando llovía, me emocionaba ver caer las gotas, el sonido era satisfactorio y siempre traía consigo la sensación de bienestar que tanto me gustaba. Otro relámpago repentino me hizo dar un brinco. En verdad va a llover fuerte.
¿Quesito andará por ahí?
Miré hacia abajo, recordando de pronto que no era Quesito lo que debía preocuparme justo ahora.
Salí corriendo, esquivando la regadera que la mayor había dejado tan mal posicionada.
- ¡Mimi!
- ¿Blú-Blú? - volvió la cabeza asustada - ¿Pasa algo?
- N-no. Solo quería ver si ya te habías ido.
- Ah...
- ¿Por dónde... vas a salir? - cuestioné rascando mi cuello mientras disimulaba el hecho de que estaba a punto de desmayarme. Dios. Qué mala condición física que tengo. Ni siquiera corrí tanto.
- Por la puerta de servicio, igual que siempre.
Suspiré. Bien.
°°°°
Luego de despedir a Mimi y asegurarme de que en verdad saliera por la puerta de atrás, fuí corriendo a la ventana junto a la entrada principal.
- No puede ser.
🌸~¿Por qué sigues ahí?~
⁵:³⁰ pm
👺~Al fin😩~
⁵:³⁰ pm
👺~Tengo frío~
⁵:³⁰ pm
🌸~Vete~
⁵:³⁰ pm
🌸~Va a llover~
⁵:³⁰ pm
👺~No me había dado cuenta~
⁵:³⁰ pm
Dios. Podía oír el tono de obviedad chocante que solía usar.
🌸~No tienes nada mejor que hacer?~
⁵:³¹ pm
🌸~Vete o te vas a mojar~
⁵:³¹ pm
👺~Sería más fácil que me abrieras la puerta~
⁵:³² pm
Dos toquecitos en la ventana me hicieron alzar la vista. Ahí estaba él, del otro lado del vidrio, sonriendo como si fuésemos amigos.
👺~O la ventana~
⁵:³² pm
- Lárgate - articulé.
👺~Está helando aquí afuera, Mogüel~