Daniela Ruíz, capitana del equipo de fútbol de la escuela, mide como 1,80 metros de estatura y tiene el físico de una atleta. Nunca la he visto pelearse con alguien o tan siquiera mirar mal a otra persona fuera de un partido.
Hasta ahora.
La mirada asesina que me lanzó desde el otro extremo de la cafetería no pasó desapercibida, ni para mí, ni para mis acompañantes.
- Guau. Daniela acaba de mirar a Blues de la forma más malvada posible - río Louis sentándose junto a Dauli mientras depositaba la bandeja sobre la mesa - ¿Le robaste un balón o qué? - carcajeó el chico.
No era para reírse. Lo último que quería era enemistarme con semejante potra, la he visto explotar pelotas de fútbol sin querer por no controlar su fuerza, también estaban las abolladuras en los arcos que ella usaba para practicar. Arcos de metal. Metal. Y ella les hacía huecos con la punta del pie como si fuese plastilina.
- No que yo sepa - murmuré.
MJ y Dauli cruzaron miradas.
- A ver, no es para tanto Louis. Apuesto a que ni siquiera la estaba mirando a ella - dijo Dauli restándole importancia.
- Entonces Daniela debe tener cuentas pendientes con la mesa que está detrás de nosotros, amor - bromeó el castaño.
Era cierto, la mesa donde nos encontrábamos estaba adelante de otra que, por lo general, estaba completamente vacía. Nadie se sentaba ahí salvo por los estudiantes nuevos, lo hacían hasta que les contaban aquella absurda historia de terror.
- La mesa maldita... - comenzó a hablar Louis con un tono de voz dramáticamente bajo y susurrante, como si estuviera a punto de revelar un gran secreto.
- Daulina, calla a tu novio antes de que le entierre esta cuchara en el cuello - advirtió MJ alzando la vista de su bandeja para mirar a la pelirroja.
Ella le dirigió a Louis una mirada de reproche pero cariñosa.
- ¿¿Qué hice?? - saltó él desconcertado.
- Sabes que a MJ y a B no les gusta hablar de esas cosas - le recordó Dauli usando ese tono de voz dulce y meloso que emplean las parejas cuando están siendo demasiado cursis.
- Ah... Perdón - dijo Louis mirándonos simultáneamente a MJ y a mí - ¿Estás enojada, amorcito? - un milisegundo después toda su atención estaba otra vez en la pelirroja - Perdóname, ¿Sí? No lo voy a volver a hacer. ¿Me perdonas? ¿Shí? ¿Shí?
Ay Dios. Ya van a empezar.
°°°°
Me da rabia que no llueva cuando estoy en el colegio. Desde que estudio aquí, solo me ha tocado lluvia dentro de la escuela unas tres o cuatro veces. Con el cielo tan obscuro cómo está y la brisa helada, juraba que iba a llover. Pero no. En diez minutos salimos y ni una gota.
Estaba buscando a Kristopher para devolverle el suéter y también porque habíamos quedado en ir directamente a mi casa cuando salgamos de la escuela. Lo haremos así hasta que terminemos con el trabajo.
- MJ, hoy no podré irme contigo.
- ¿Y eso? - cuestionó.
- Pues... Tengo que esperar a ese ser para ir juntos a mi casa - gruñí.
- ¿Ese ser...? - la morena abrió los ojos de par en par - ¿¿A Cipriano?? Ay, qué. ¿Él va a tu casa ahora? - río con picardía.
- Cállate. Es por el trabajo de física - volteé los ojos con molestia - No sabes el martirio que tengo que soportar cada reunión. Aunque al menos se lo toma en serio - eso sí - Y ha sido muy responsable - eso no lo puedo negar - Y me ha estado explicando muchas cosas - cierto. Eso también - Y es paciente - sorprendentemente - Y considerado...
Quién lo diría.
- No suena como un martirio - canturreó MJ tapando con la punta de sus dedos la sonrisita sugerente en sus labios gruesos.
Alcé una ceja.
- ¿Qué es esa cara?
- ¿Qué cara? Es mi cara - respondió de forma inocente.
- “eS mI CarA" - arremedé.
- ¡Oye! ¡Yo no hablo así!
-“yO No HabLo AsÍ"
De su boca iba salir otra protesta cuando de pronto una niña, con las manos a la cadera y expresión de fastidio, la llamó.
- ¡Megan! ¡Papá dijo que hoy tenías que ir conmigo a casa! ¿¿Qué estás esperando??
- ¡No me hables así! ¡Ya voy!
Era la hermana menor de MJ. Nunca paran de pelear, lo cual es gracioso puesto que tienen el mismo temperamento y actitud. No, más bien, es lógico que se anden peleando todo el tiempo si se parecen tanto. Yo sé que se aman mucho, por más que se esfuercen en ocultarlo.
- Hola, Isabella. No te ví hoy en la mañana - la saludé.
- Hola, sí, salí más temprano.
- Oh - asentí.
- Para estar en la esquina con esas niñas - escupió la morena a mi lado.
- Con mis <amigas> - corrigió la menor con enfado.
- Jmm. “Amigas." - farfulló MJ con desaprobación. A mi tampoco me caen bien esas niñas. Cada vez que las veo reafirmo la misma impresión que me dieron la primera vez que las vi con Isabella: No son buenas personas. Y mucho menos, buenas amigas. MJ siempre se lo decía, pero la menor no iba a alejarse de ellas solo porque su hermana mayor se lo ordenaba, al contrario, así con más ganas la contradecía.
- Vámonos ya o papá va a enojarse - apuró Isabella con impaciencia.
- Ya voy.
- ¡No me hables así!
- Tch, ¿Cómo te estoy hablando?
Observé con una sonrisa a las hermanas alejarse, discutían sin parar y daban manotazos al aire.
- Pfffff, hasta caminan igual.
- ¿Quiénes?
Me aparté con brusquedad al sentir el cálido aire en mi oreja.
- ¿Qué pasa contigo? - chillé. Dios mío. ¿Es que levita acaso? ¿Por qué nunca escucho sus pasos acercarse? - Voy a tener que ponerte una campana en el cuello.
- Mejor un collar - ronroneó él.
- Ajjj, mejor cállate.
- ¿Qué hacías parada a la mitad del pasillo, Mogüel? Pensé que estarías buscándome.
- ¿Por qué iba a buscarte yo a ti? - repliqué sabiendo perfectamente que sí que lo estaba buscando.
- Porque nos vamos a ir juntos. ¿Ya se te olvidó? Tu fuiste la que dijo que-
- ¡Sí, sí! Me acuerdo - corté con fastidio. Me acomodé el bolso y comencé a caminar rumbo a la puerta de salida.