- Que tengan buen provecho.
Asentí con la cabeza, sonriendo a la muchacha con amabilidad.
- Gracias.
Vaya. Observé el plato con una sonrisa mecánica, sobre él descansaba una pequeña porción de una especie de crema marrón acompañada con algo rojo que parecía mermelada, y unas rebanadas finas de ¿Mini tostadas?
Tomé una tostada (la cuál por su textura suave y blanda, supe que en realidad era pan) y la metí en la crema roja brillante. Era pegajosa y viscosa, pero se miraba apetitosa porque parecía caramelo derretido; no puedo decir lo mismo del resto del plato, lamentablemente. Le dí un mordisco al pan sin pensármelo demasiado.
En efecto, es mermelada, aunque no fuí capaz de identificar de qué exactamente. Sabía dulce, pero no era empalagoso.
- ¿Está rico?
Mis ojos viajaron hacia el chico frente a mi, su cabello rubio iba perfectamente peinado y su rostro mantenía aquella expresión de expectación con la que me había recibido inicialmente.
- ¿Cómo... dijiste que se llama este plato? - inquirí desviando la vista a mi comida.
- Parfait de foie gras - respondió él con voz de comercial.
- Ya.
La verdad, me sorprendí mucho cuando Cristine se apareció hoy de nuevo en la puerta de mi casa en horas de la mañana. No por ella, sino por su acompañante. Me sorprendí más cuando él me pidió acompañarlos a desayunar. Al parecer iba en serio esa vez que mencionó la invitación.
En un momento dado, le pregunté (procurando que la mayor no me oyese) si por casualidad estaba siendo presionado por su abuela para hacer aquello, pero lo negó enérgicamente. Me aseguró que era más como una disculpa por lo de la otra vez. A pesar de que en realidad todo fue mi culpa.
Qué amable es.
- Y... - carraspeó - Y-ya entraste de vacaciones, ¿Cierto?
- Sí - afirmé haciendo una mueca - Pasaron demasiado rápido.
- ¿No te agrada volver a ver a tus amigos?
- No tengo muchos ahí - acoté encogiéndome de hombros - Estoy segura de que puedo contarlos con los dedos de una mano.
- Oh... - una expresión de sorpresa surcó sus facciones - Pensé que eras el tipo de persona que está rodeada de gente en la escuela - admitió con una pequeña sonrisa nerviosa.
- ¿De verdad?
- S-sí. Pareces una chica muy extrovertida - soltó y yo tuve que contener la carcajada para nada elegante que amenazó con perturbar la paz en el silencioso establecimiento. Comienzo a sospechar que hay una regla implícita de silencio, ni siquiera se oía el sonido de algún cubierto a pesar de estar relativamente lleno.
Carraspeé, dando otro mordisco a la delgada rodaja de pan en mi mano. Sin mermelada me supo bastante insípido, tragué con lentitud procurando no hacer ninguna mueca desagradable. Era de muy mala educación hacerle el feo a la comida, además, el nieto de Cristine pagó todo por anticipado. No entiendo por qué escogieron un restaurante tan caro.
Cuando hablaron de desayuno me imaginé en la barra de una pequeña y acogedora cafetería con un un par de croissants con huevito revuelto y salchichas. Al menos me hubieran avisado así tomaba prestado uno de los tantos vestidos de gala de mi madre. Miré a mi alrededor con disimulo, reparando en mi propia ropa al mismo tiempo. ¿Por qué todos estaban tan elegantes? Incluso mi acompañante usaba un traje.
Suspiré, sintiéndome fuera de lugar.
Miré de soslayo a la persona frente a mí, recordando que aún no le había respondido. Iba a hacerlo, pero olvidé por completo de qué estábamos hablando. Alcé la vista y le sonreí para que no pensase que lo estaba ignorando, él sonrió de vuelta en un gesto torpe que me sacó una pequeña risa; luego me dediqué a comerme las rodajas de pan una por una, untándolas de mermelada cada que podía. La cosa marrón todavía no me atrevía a probarla, parecía caca de bebé.
- Ya se está tardando, ¿No? - comentó de pronto. Tardé unos segundos en entender a quién se refería - Mi abuela - Aclaró.
Ah.
Cierto. Olvidé decirle.
- De hecho, me escribió hace unos minutos. Se fue - informé.
- ¿Cómo que se fue? - cuestionó el contrario confundido.
- Sí. Me dijo que le sentó mal la comida y prefería caminar un rato por ahí. No debe estar lejos - acoté agitando la mano para restarle importancia - También dijo que en un rato volvería.
- ¿La comida? - repitió él juntando las cejas - Pero si ni siquiera habíamos ordenado cuando-
Benediht se interrumpió al caer en cuenta, acto seguido, miró al techo, tomando una profunda respiración.
- Ella...
- Nos dejó solos a propósito - completé yo.
Yo ya me sospechaba que haría algo como esto. Y parece que el rubio también puesto que parecía más harto que sorprendido.
- ¿En qué momento salió del restaurante? - cuestionó él con incredulidad.
- La verdad, yo tampoco lo sé - respondí encogiéndome de hombros - Cuando me escribió, probablemente ya estaba afuera.
Cristine era una terrible actriz, pero haría un muy buen trabajo si fuera ninja o algo parecido.
- Dios - artículo él, su voz tenía un tono de irritación bastante marcado - No se da por vencida.
- Nope.
- Un momento. Blues, tú... ¿Sabías que mi abuela está...? - su rostro se tornó rojo antes de poder acabar la pregunta. Asentí.
- ¿Tratando de emparejarnos? - reí - No es como que ella disimule sus intenciones.
- Ay Dios - soltó cubriéndose el rostro con ambas manos - Discúlpame. ¡T-te juro que yo no tuve nada que ver con esto! - se apresuró a decir. Eso ya lo sé.
- No te preocupes. Sé cómo es Cristine. Además, su intención fue bastante obvia para mí desde la primera vez que me habló de su queridísimo nieto.
- Creí que después de nuestra última conversación había entrado en razón... - murmuró más para sí - Todo esto ha de ser muy incómodo para ti - dijo apenado.
- Igual que para ti - sonreí comprensiva. Imagino cuánto lo atizara su abuela con el tema. Si estaba siendo así de insistente haciendo este tipo de cosas, ¿Qué no le dirá a Benediht mientras yo no estoy presente?