Cada vez se esfuerzan menos en las máscaras de Halloween. Al menos en lo que refiere a esta tienda. Podría ir a otro puesto, en Strip hay un montón. Pero, para mi mala suerte, no soy la única que deja su disfraz para última hora. Después de todo, decidí salir un rato a pedir dulces con MJ. Esta fue la única tienda que encontramos cuyo interior no estaba atestado de gente.
Y ya veo por qué.
No es que no hubiera disfraces, sino que todos ellos estaban empolvados, mal remendados y con un fuerte olor a moho.
- Creí que te disfrazarías de policía con Louis - comenté mirando a la pelirroja pegar un pequeño brinco cuando intentó medirse una máscara.
- Está llena de telarañas - la volteó, enseñándome la cara interna. Y sí. En efecto, estaba toda cubierta de telarañas. Lo bueno es que eran negras, lo que significaba que hace mucho tiempo que ninguna criatura de ocho patas vivía ahí - Se supone que sería así - resopló con un repentino mal humor - Pero, hace unos días, cuando le mostré mi disfraz, no reaccionó como yo esperaba.
- ¿A qué te refieres?
- Tenía mucho que decir sobre el diseño - respondió ella irritada - Dijo que no le gustaba que mostrara tanta piel, intenté convencerlo y al final acabó dándome un ultimátum.
- ¿Un ultimátum? - inquirí frunciendo el ceño.
- Así es. Que si yo pretendía salir con eso puesto me olvidara de la idea de hacerlo con él.
- ¿¿Qué?? ¿¿En serio?? - solté indignada. Ella asintió algo decaída - ¿Y tú qué le dijiste?
- Pues, no mucho - repuso encogiéndose de un hombro - Discutimos. Al día siguiente me pidió disculpas y me explicó por qué no estaba de acuerdo con esa ropa y al final decidí darle gusto. No me cuesta nada de todas formas. Es solo un disfraz.
“Solo un disfraz" Apreté los labios. No digas nada. No digas nada.
La primera vez que vimos a Louis fue una tarde en el colegio cuando ya todos habían salido, alguien le había amarrado los cordones de los zapatos y caminaba como un pingüino. Terminamos ayudándole o, mejor dicho, intentando ayudarle. Al final lo único que pudimos hacer por él fue prestarle unas tijeras. No había forma humana de desatar aquel nudo, y si nos quedábamos a intentarlo, probablemente nos hubiésemos tenido que dedicar a dicha tarea durante los próximos dos días. Hacía ya tres años de eso.Dauli y él empezaron a salir hace unos ocho meses aproximadamente.
Intercambié una mirada con la morena, ella se encogió de hombros, negando con la cabeza en un gesto de derrota.
Unos meses atrás, cuando estábamos decidiendo de qué nos disfrazaríamos este año, Dauli se entusiasmó mucho por un disfraz estilo asesina que además de sexi y bonito, era perfecto para ella. Estaba decidido. Hasta que unos días después desistió debido a que Louis quería que su novia y él llevasen uno de pareja. El castaño llevaba años usando el mismo disfraz de militar. Y pues alguno de los dos tenía que dar el brazo a torcer para que el “disfraz de pareja" fuese un disfraz de pareja.
- Entonces ya no van a disfrazarse igual - señalé lo obvio.
- Ambos iremos de negro - respondió ella encogiéndose de hombros - Y con una máscara.
- Ya veo - dije simplemente, dando el tema por terminado. Mejor no meterse en asuntos de parejas.
Empecé a recorrer la pequeña tienda, adentrándome en un pasillo cuyo desorden apenas y dejaba paso. Uno de los artículos en el suelo llamó mi atención.
- ¿Y esto?
°°°°
Observé la puerta. Ya eran las 10:57 p.m.
Hoy tampoco vino.
El vendedor misterioso no mostraba la nariz por estos lares desde hace semanas. Más específicamente, desde aquella noche en la que intenté desenmascararlo. No me importaría tanto si contara con mi fuente de información. Qué importaba si venía o no siempre y cuando yo tuviese una idea de quién era.
Pero la señora Galicia se había ido. Y no volvería hasta dentro de unos meses. Todo el tiempo que yo tendría que esperar.
Si él no fuese un maldito cobarde, ya lo habría descubierto. Lo extraño del asunto era que a nadie parecía importarle el hecho de que el yogurero no hubiese vuelto a aparecer. ¿Quizá sus productos no eran tan buenos como la señora Galicia afirmaba? Inclusive le pregunté a Cristine en una ocasión y me dijo que no tenía idea de quién le estaba hablando, que nunca había visto ni oído algo sobre un muchacho rubio que tocaba las puertas vendiendo yogurt.
¿Cómo es posible que nadie lo conozca?
👺~Oye, Pitufina~
¹¹:⁰⁰ pm
🌸~No me llames así 😬🤌~
¹¹:⁰⁰ pm
🌸~¿Qué quieres?~
¹¹:⁰⁰ pm
👺~Siempre tan cariñosa~
¹¹:⁰¹ pm
👺~Mañana no podré reunirme contigo~
¹¹:⁰¹ pm
🌸~¿Por qué?~
¹¹:⁰² pm
Me arrepentí al segundo de haber enviado ese mensaje. No era de mi incumbencia el por qué. Lo único que debe importarme en si nos reunimos o no y él ya me dijo que mañana no podría. Malditos impulsos de mierda. Pensé en eliminarlo pero...
👺~Debo salir a pedir dulces con Alisson~
¹¹:⁰² pm
Él siempre responde al segundo. Tuve ganas de recordarle que mañana no habría clases así que podíamos reunirnos perfectamente en horas de la mañana sin interrumpir sus planes. Pero me contuve. Seguramente querría pasar todo el día con su novia.
🌸~¿Tú? ¿Pidiendo dulces?~
¹¹:⁰⁴ pm
👺~A Alisson le gusta así que...~
¹¹:⁰⁴ pm
🌸~Guau. Qué complaciente~
¹¹:⁰⁴
No quería que eso sonara sarcástico, pero no lo ví de otra manera cuando releí una y otra vez el mensaje de texto. Dios. Casi parece que le hago una escena de celos por querer salir con su novia.
¿Pero qué pasa contigo, Blues?
👺~No puedo evitarlo cuando se trata de ella~
¹¹:⁰⁴ pm
Un leve pinchazo de no sé qué se hizo presente en mi pecho. Dejé a un lado el celular como si este me fuese a contagiar algún tipo de enfermedad e intenté convencerme con todas mis fuerzas que aquel sentimiento se atribuía al hecho de que no pude vengarme del pelinegro por sus estúpidas bolitas de papel.