Había esperado este momento desde hace semanas, por fin iba a salir de mi casa y empezar mi vida, a mi manera, sin exigencias, sin reglas, iba a poder hacerlo yo sola a mi manera. Había dado miles de vueltas en la cama mientras pensaba en cómo sería mi primer día e imagina como seria la conversación con mi compañera de habitación, no había podido sacarme aquello de la cabeza, estaba nerviosa y las piernas me tiemblan mientras organizo las últimas maletas.
Mi madre no está feliz de que me vaya a vivir a un campus, pero esa fue la condición o me iría a vivir a Las Vegas con mi padre y estudiaría allá la Universidad, pero el orgullo de mi madre hizo que aceptara que viviera en el campus, fue la única manera de convencerla. Vivo en Los Ángeles, California, y durante un periodo de tiempo mi madre me presiono para enviar mi solicitud a diferente universidades, incluyendo las de Elite, aspiraba poder llegar a Columbia o a alguna privada con la posibilidad de tener una beca, pero de todas las universidades a las que mande la solicitud, solo la de San diego me acepto en la facultad, mi madre no estaba del todo feliz porque fue la universidad donde estudio mi padre y claro que el si estaba saltando de alegría, sin embargo yo estaba satisfecha por la universidad que me toco.
Cuando mis padres se separaron el primer año que ingrese al bachillerato fue muy difícil para mí lidiar con una mujer llena de depresión que se despreocupaba de todos e incluso de mí, recuerdo que los dos primeros meses mis brazos se llenaron quemaduras, trabaja en un café medio tiempo para poder comprar lo necesario para comer, porque ella pasaba en cama todo el día, nunca se lo dije a nadie para que no la lastimasen en un futuro. Ahora que se ha recuperado y ha vuelto a ser la de antes e incluso más exigente no tengo que darle explicaciones a nadie sobre el pasado.
Tengo un hermano siete años mayor, vive en Chicago, su lejanía de veintinueve horas de diferencia es por qué el y mi madre tuvieron una discusión cuando yo tenía nueve años y el dieciocho, tomo sus cosas y se fue con la condición de mi madre: - Si cruzas esa puerta, olvídate que tienes madre y no volverás a ver a tu hermana, eres igual o peor que tu padre. Con todo el orgullo del mundo Cole abandono la casa y no volvió, hasta hace un año atrás que me visito para decirme que se comprometió y que desde ya yo iba a ser la dama de amor. Desde entonces él y mi madre tienen una amistad compresiva de madre e hijos.
-Creo que estas forzándote a irte – miro a Lance y termino de organizar mi Kit de aseo personas y mi maquillaje – Debbie, no tienes que forzarte a irte, ni dejar a tu madre sola.
Lance Hall, es mi mejor amigo de la infancia, un año menor que yo, pero mi madre ya nos ha planeado la boda y todo, es increíble como esa mujer quiere interferir en la vida de los demás, aunque a Lance no le parece mala idea casarse conmigo, pues su familia tiene una posición y él es todo un caballero de rostro angelical, eso dice mi madre. Aunque él ya ha confesado sus sentimientos hacia mí, yo no le correspondido de la misma forma, he tenido otro dos novios, pero ninguno soporto a mi madre y me dejaron, entonces decidí no tener novio hasta la Universidad, así seré más feliz.
-No estoy forzando a dejar a mi madre, yo quiero esto, Lance, y si no estás de acuerdo al igual que ella, puedes volver a tu casa, yo no tengo problemas con eso. – le digo tranquila, lo que menos quiero es irme discutiendo con él, está claro que mi madre le ha lavado el cerebro.
-Debbie – me cuelgo mi mochila y lo miro, por su expresión sé que está bastante inconforme con mi decisión, pero no siempre puede dejar que otras personas tomen decisiones en mi vida. – Escucha – se acerca repentinamente – Si tienes algún problema, llámame, no importa la hora que sea. – sonrió y le doy un abrazo.
-Es la universidad, no la guerra, esfuérzate este último año para que el próximo podamos reunirnos en la Universidad, de verdad quisiera que vengas conmigo, no conozco a nadie.
-Es parte de la universidad, hacer nuevos amigos, amigos de bien que compartan tus mismos gustos. – sonrió y asiento.
-¡Deborah, se hace tarde! – grita mi madre desde la planta baja, suspiro y Lance toma mis dos maletas y sale primero, le doy un vistazo a mi habitación por última vez, que nostalgia.
Cierro la puerta y desciendo las escaleras, mi hermano y mi padre mantienen una charla alegre, mientras que mi madre está lejos, muy lejos de ellos leyendo una revista de modas. Los hombres de mi familia por alguna razón odian a mi madre, tal vez sea por su carácter o por exigir demasiado donde no le corresponde.
-¡Universitaria! – mi hermano se pone de pie y me da un abrazo fuerte, el me entrega una pequeña caja y me guiña un ojo – Ábrela cuando estés en la universidad.
-Gracias, eres el mejor por estar aquí este día.
-¿Qué hay de mí? – Le doy un abrazo a mi padre – Yo no te traje nada, pero mi presencia es más que suficiente ¿verdad?
-Ojala estuvieras detrás de una pantalla – dice mi madre mientras devuelvo la revista a la mesa de centro – Aun puedes considerar la idea de vivir aquí, conmigo.