Han empezado las clases, y no siento ni una pisca de emociones por el inicio de clases ni por que empiezo a trabajar hoy.
Mi vida paso de estar llena de adrenalina, a volverse tan normal y rutinaria, mi compañera de habitación no me dirige la palabra, me siento tan sola, y he tenido que comprar un móvil de esos de tapita que se usaban antes, es para lo que me ha alcanzado, al menos puedo despistar a mi madre con las llamadas y mensajes, en cuanto a las redes sociales le he dicho que las desinstale para centrarme en los estudios, que siempre puede llamarme y dejarme un mensaje. No sé por qué pero se lo ha creído y luego de eso me eche a llorar en silencio. Esto no es lo que pedí, no es lo que imagine que sucedería, deje todo para enfrentarme a la vida de la universidad creyendo que sería diferente a lo que mi madre decía, ahora veo que no.
Para mis clases he tenido que escoger una extra, y aunque al principio había decidido estudiar literatura inglesa para ser maestra de aquello, tuve que cambiar mi carrera luego de que mi madre me insistiera que aquello no me traería un trabajo bueno, que era muy difícil encontrar un trabajo como editora o maestra de literatura, que es algo que nadie escoge estudiar, me llene de inseguridades y luego de eso decidí cambiarme a educación básica. Pero ahora tuve la oportunidad de escoger clase de español y literatura. El maestro es bastante majo y ha logrado sacarme una sonrisa con su primera clase, e incluso me han dado muchas ganas de descubrir que nos tiene para la siguiente.
-Ha sido una clase fantástica ¿a qué si? – pregunta el maestro mientras recoge sus cosas y nosotros hacemos los mismo – Espero que las próximas clases tengan el mismo entusiasmo que ahora – todos ríen – un consejo más, puedo ser su amigo, su colega, su profe de confianza, el favorito – se escuchan varios carcajeos – pero al final no doy puntos extras, no envió tareas, no hago ni presto favores, quiero que todos aprobéis mi clase sin necesidad de adicionales, si llegáis tarde perderán quince minuto de mi clase y al siguiente día empezaran recordando la clase anterior.
La puerta se abre llamando la atención de todos en el salón. Viste de negro, absolutamente todo de negro, incluso su corazón y estoy segura que su alma es más negra que la brea, comparado con el diablo le queda corto, realmente lo siento por su familia.
El avanza hacia el maestro con una hoja y se la entrega sin articular una sola palabra, se pasa la mano por su copete castaño y da una ligera mirada hacia los asientos, tomo mi cuaderno y mi bolígrafo rueda, me inclino para alcanzarlo, lo tomo y luego lo guardo en mi mochila, evito mirarlo, me cuelgo la mochila y bajo las escaleras, camino hacia la puerta y salgo siguiendo al resto de la clase.
-Hola – me detengo y miro al chico que me ha saludado - ¿No te acuerdas de mí?
-Lo siento, últimamente no he salido de mi habitación, no…¿Quién eres? de verdad lo siento – el asiente.
-Estaba en la fiesta, te di mi sudadera – abro los ojos recordado al chico – Esa expresión en tu rostro me confirmo que recordaste quien soy.
-Sí, de verdad quiero seguir hablando contigo, pero es mi primer día de trabajo y si no llego a tiempo daré una mala impresión. – el asiente. – Gracias, en serio.
-De nada, adiós. – le hago de la mano y paso de su lado, empiezo a caminar un poco acelerada para llegar rápidamente a mi trabajo.
Me coloco el delantal con el logo de la cafetería, hoy había decidido llevar el cabello suelto pero con una liga en mi mano para recogérmelo justo ahora y colocarme la gorra también. Me han dado un mini casillero para dejar mi mochila, no puedo usar el celular así que le dije a mi madre que estudiaría un poco.
-Ella es Liana y te entrenara con la caja y probara si el café es bueno e evaluara como lo sirves y te explicara lo de las cremas y las natas. – Asiento hacia la encargada – que tengas un buen día, ella me dirá como progresaste. Te veré al cierre del café.
-Soy Liana, bienvenida al café. – le sonrió ampliamente y sujeto su mano mientras le digo mi nombre.
No creí que el café se llenara tanto por las tardes, pero parece que los estudiantes necesitan más cafeína que todos los doctores juntos, lo que más piden son cafés sin azucare y muy cargados, las chicas se inclinan por un moca con caramelo y para las que están más tranquilas cualquier café helado con crema y caramelo está bien para ella, y para las chicas más regias té helados.
-Lo haces muy bien y te mueves muy rápido, abriré la otra caja. ¿Estarás bien sola? – Asiento hacia la chica – buen trabajo, Debbie. Siguiente por favor – dice mientras se coloca detrás de la caja.
-Aquí tiene frappuccino con crema y caramelo. – Le digo a la chica – Gracias, buen día. – vuelvo a la caja con una gran sonrisa y miro al siguiente cliente. – Hola – le susurro al chico que me esperaba afuera del salón de literatura y español. - ¿Qué te sirvo?
-¿Qué me recomiendas? Algo personal, algo nuevo que probar. – hago una mueca con una media sonrisa.
-En lo personal me fascina el Frappuccino Coffee con crema batida y canela – el sonrie mientras ve el tablero de bebidas sobre mi cabeza.