Camino de regreso a la residencia en silencio, con el corazón roto buscando las emociones que he perdido, intentando superar el hecho de haber renunciado a lo que probablemente sería mi futuro más cierto y casi perfecto, aunque aquello no puede ser descrito ahora, pero si se puede tener una visión, de otro modo las personas se volverían locas si no pudiesen pensar en cómo sería su futuro.
Manteniendo los pasos cruzo la calle deteniéndome frente al vidrio que me muestras los libros más populares, e incluso los mejores Best Seller internacionales imaginando que algún día poder ver mi libro en esta hermosa vitrina. Un reflejo oscuro me hace levantar la cabeza.
-Señorita, King, venga conmigo y todo estará perfectamente bien – me mantengo en mi posición y un segundo después siento el arma a un costado en mi vientre. – De otro modo tendré que dispararle.
Camino por donde el me indica sin llamar la atención de nadie nos metemos en un callejón y el me embiste con fuerza pegándome a la pared.
-Que es lo que quiere.
-Que le digas a Christian que su tiempo de pago expiro hace un mes, y que si cree que va a seguir ocultándose, pues está muy equivocado.
-Y por qué no va y se lo dice usted mismo. – le digo con los dientes apretados. – Yo no soy su mensajera.
-Pero si un buen cebo para hacer que cumpla con sus obligaciones. Y para asegurarlo. – el dolor tarda un poco en aparecer, pero poco a poco mi labio se calienta y el dolor vive. – Y para que todo quede claro contigo y con Christian, que aquí yo soy quien está al mando.
Camino por el pasillo de mi residencia sujetando mi vientre mientras mi labio no deja de sangrar, creo que tengo mucha suerte de que la seguridad no este hoy.
-Oh dios mío – murmura una chica – Dice que está saliendo con Christian. ¿Crees que haya sido él? ¿Qué Christian la haya golpeado?
-No me extrañaría que eso pasase, Dios ese imbécil debe estar en la cárcel.
-Cierren la maldita boca y métanse en sus propios asuntos, metiches. – les digo mientras continuo caminado, no, más bien arrastrándome hacia la puerta de mi habitación. Toco la puerta y luego de unos segundos esta se abre, Kara borra su sonrisa. – No le digas a Christian, dirás que estábamos jugando y que resbale con alguna prenda tuya, necesito que traigas a Kyle, pero que no le diga a nadie más. Quiero recostarme, por favor.
Una parte de mi subconsciente estaba atento a lo que el maestro explicaba y la otra permanecía sumida en mis pensamientos, he evitado a Christian a toda costa hoy, pero sé que al final del día termina yendo a la habitación.
-Señorita King – mi apellido es pronunciado muy lejos - ¡Deborah!
Reacciono al sentir una mano cubrir mi nariz, me siento muy mal y débil. Todos mis compañeros están mirándome con los ojos abiertos, el maestro se acerca y hace que ponga mi nariz hacia atrás.
-Tiene hemorragia nasal, por ambos lados. – dice el chico que ha puesto un pañuelo en mi nariz. – Hay que llevarla a emergencia, yo lo hare.
-Sí, sí. – Me mira - ¿Te sientes bien? ¿Esto te pasa muy seguido? – Asiento – Bien, llévala.
La enfermera retira los algodones de mi nariz y suspira, levanta mi barbilla e incrusta un microscopio para ver que mi nariz.
-Deberías ver a un especialista.
-Sí, deberías. Y lo veras, justo ahora. – Me dice Kyle mientras ingresa con unos lentes negros y las llaves colgando en su dedo - ¿Puedo llevármela?
-Sí, tienes que firmar la salida y ya. – Kyle asiente y me señala sin entender nada mientras se aleja junto con la enfermera.
-¡Los Ángeles! – Le grito mientras caminamos a su auto – Kyle, eres mi mejor amigo y te quiero. Pero no puedo pagar una cita con tu padre, es…muy costoso.
-No te costara nada, sube al auto. – me abre la puerta y yo ruedo los ojos mientras hago mojitos me subo al auto. – Y esa cortada en el labio, debes curártela, me sorprende que Christian no te haya dicho nada aun.
-No lo sabe, no nos hemos visto, he estado ignorándolo. – el resopla, cierra la puerta de su lado y me mira. - ¿Y si estoy muriendo?
-Hay una posibilidad del 1% de que sea algún tipo de enfermedad que se pueda combatir, hay otros porcentajes, y el más probable es que tengas un problema nasal por golpes y esas cosas.
-De acuerdo.
Durante nuestro viaje Kyle y yo charlábamos de cosas simples, y luego salió del tema de mi declinación hacia la propuesta del cambio de carrera, su expresión fue igual o mucho peor que la de Christian, luego de un sermón de hermano mayor, finalmente nos detuvimos en el hospital privado de su padre.
-Bienvenida a Medical Live Rees. – me bajo viendo el gran edificio blanco donde las personas entran y salen como si nada.
-¡Aparte una cita, conduje cuatro horas! – Me aferro al brazo de Kyle – Dígale a doctor Rees que no me iré de aquí. – la mujer de cabello rizado tira de su hija y toma asiento en la gran sala de espera. Nos acercamos hacia la recepcionista y ella nos mira con ojos fastidiosos.
-EL Doctor Rees no está.
-Sí, si esta. – Murmura Kyle – Dígale que su hijo está aquí para su cita.