Zignum Meiga Entre las dos caras de la luna Parte 2

Capítulo 24 Astral

Desperté creyendo que todo era una maldita pesadilla. Sirhan se encontraba sentado durmiendo en una de las sillas de bambú junto a Zeév que yacía durmiendo en el suelo, y al otro lado de la cama, en donde yo había despertado, se encontraba durmiendo Zulia. Sabía que estábamos en la casa de bambú.
Sirhan despertó enseguida cuando Zeév ladró al percatarse que quería levantarme de la cama.
-Recuéstate, los efectos del dardo tranquilizante que la sicaria te disparó aún no han pasado del todo-. Ordenó Sirhan.
-¿Qué sucedió? ¿Dónde está Gema?-. Pregunté.
-Duerme Skoll, después harás preguntas, te contaré todo cuando estés mejor.
-¡¿Cuando esté mejor?! ¡Responde ya maldita sea!. ¡¿Dónde están todos?!.
-Lo lamento tanto Skoll. Ellos no sobrevivieron. El edificio en donde estábamos colapsó por completo cuando sucedió el terremoto. 
-¡¿Qué terremoto?!
-Sucedió en pleno eclipse de sol.
-¡¿De qué hablas?!-. En ese momento recordé lo que había hecho. Estaba arrepentido. Había entregado a Gema a la cueva de los lobos. Me cegaron la ira y la confusión. No quise escucharla. La sentencié sin darle oportunidad de defenderse. Y ahora era yo quien la había traicionado cuando una vez le prometí que nunca la abandonaría. 
-¿Y Miyuki?-. Pregunté, pensando que todo había sido producto de mi imaginación. Aún me rehusaba a pensar que Miyuki era realmente la traidora. 
-Todo este tiempo fingió ser tu amiga Skoll, sólo para investigar a Gema. Gema escapó del Bohemian Collyseum, entonces aquellos enviaron a la mariposa negra a buscarla y atraparla con vida. Psikheya pensó que tú sabías la ubicación de la Doncella de Hierro, dado que Gema y tú escaparon juntos, pero Psikheya no podía arriesgarse a atraparla sabiendo que un Omega Rugaru la protegía. Así que planeó secuestrar a Zulia sólo para que Gema entrase por cuenta propia a la boca del lobo-. Explicó Sirhan.
Recordé la visión de aquellos recuerdos que tuve desde la perspectiva de Zazil en estado de coma cuando Miyuki, o mejor dicho Psikheya, se encontraba a solas con él, luego pensé que ella seguramente sabía de Troyano 999 y que, a través de su celular, él podía saber lo que hacía ella a solas. 
-Encontré entre sus cosas un juego de seis cuchillas mariposa ocultas en el doble fondo del estuche de su violín con los que asesinó al grupo de hombres que la siguieron en el hotel. Y entre las cosas de Gema hallé esto-.
Dijo Sirhan mostrándome un objeto que medía cerca de medio metro envuelto en una funda de cuero negro. Enseguida descubrió su contenido . Dentro había un extraño objeto semejante a la punta de una lanza. 
-Estuve investigando y si es lo que creo que es, se trata de la legendaria Longinus. El arma mística que el Führer quería para dominar el mundo. 
"Quien la sostenga en sus manos, sostendrá, para bien o para mal, el destino del mundo", así lo afirma la leyenda que acompaña a la denominada "lanza del destino", la reliquia asociada a un soldado centurión romano llamado Cayo Casio Longinus, quien sufría una ceguera parcial que casi no le permitía ver. No obstante, la sangre del mesías que le salpicó a los ojos cuando le clavó la Lanza obró un milagro, recuperando la vista en ese preciso momento. Después de eso, el agradecido Longinus decidió convertirse al cristianismo, señala el evangelio de Juan (19:33-34).
Hitler dio con la lanza por casualidad en 1912, cuando no era más que un pintor fracasado que intentaba malvender sus óleos por los cafés de Viena. La leyenda cuenta que un día, el joven Adolf, de tan sólo 23 años, entró en el conocido museo del Palacio Hofburg para refugiarse de una fuerte tormenta sin saber que allí encontraría su destino. Deambulando por las salas, centró su atención en un objeto singular; sobre un manto de terciopelo rojo se le ofrecía la visión de una reliquia cristiana de gran poder místico perteneciente al tesoro imperial de los Habsburgo: la Lanza de Longinus.
La leyenda afirmaba que el poseedor de la lanza no perdería jamás una batalla, sin embargo, si el propietario se separaba de ésta, tendría bastantes calamidades. Ese incidente trajo consigo su muerte.
-Esta debe ser una broma. ¿Qué haría Gema con un objeto así?.
-¿Es en serio Skoll? ¿Te atreves a decir eso después de todo lo que ha sucedido?-. Dijo Sirhan mientras sostenía la lanza entre sus manos.
De pronto sentí que aquel objeto me llamaba a tocarlo. Y una gran tristeza me consumió. Mis fuerzas habían menguado. Y una gran sensación de muerte me cautivó. La lanza me llamaba a tocarla para darle fin a algo que hace mucho tiempo debió terminar ya. Morir era la única solución a tanto sufrimiento, a tanta traición, a tanto abandono. En un mundo de máscaras donde nadie era real. Donde todo era falso, hasta el amor, la amistad y la vida misma. Esta vez el lobo negro le ganaría la batalla al lobo blanco.
Estiré mi mano para acabar de una vez por todas con esta sofocante falsedad que arrastraba sin saber lo que ocurriría después. Al tocar el objeto, algo en mí ardió. Mi costado ardía como si me clavaran una puntiaguda lanza. En ese preciso instante me sentí desfallecer y ahora no era la oscuridad que me cubría sino la luz que abría los ojos de mi mente y arrancaba mi alma de raíz para transportar mi conciencia a otra parte, a otro tiempo, para mostrarme todo lo que había acontecido.
Un hombre en sotana y sombrero de copa negro, que guardaba su sombrilla con la cual se había protegido del sol, se dirigía al lujoso hotel de 5 estrellas "Oblivion Paradise" con un judío ultraortodoxo a su lado. 
Era el padre Abelard quien había entrado a la recepción del hotel con Eshkol, quien se encontraba esposado y con una argolla en el cuello donde una cadena lo sujetaba y tiraba de ella el sacerdote cual si fuese su vil perro.
Las bellas recepcionistas lo reconocieron de inmediato pero aún así le pidieron la insignia de acceso. 
El sacerdote tiró de su labio inferior con sus dedos para mostrar en el interior un símbolo tatuado semejante a una herradura que era la marca Omega. A continuación la hermosa recepcionista le hizo una señal a su compañera para que tocara un botón debajo del mueble de recepción. Enseguida dos guardias de la clase Beta salieron de una puerta al fondo. 
Las recepcionistas ordenaron llevar al sacerdote con el gran jefe Omega.
Los guardias revisaron a Eshkol y al sacerdote de pies a cabeza pero éste último sólo traía una biblia consigo, además de una botella de vino tinto como obsequio para el jefe según había explicado el sacerdote a los guardias.
El padre y Eshkol siguieron a los guardias, una vez fueron revisados, hasta uno de los dos elevadores que yacían juntos en el lugar. Uno de los guardias tocó el botón el cual llevaba las letras SC junto a otro extraño botón con forma de ojo los cuales yacían ocultos detrás de un panel situado al lado contrario del resto de los botones del elevador. 
El elevador descendió dos pisos. Al abrir, las puertas del ascensor se abrieron a un pasillo que parecía infinito, con luces raras a la distancia, estaba completamente oscuro y con sonidos extraños acercándose súbitamente a la distancia. Al doblar a la izquierda, recorrieron un pasillo sombrío de luces rojas que llevaba a una entrada de grandes puertas rojas donde arriba decía en letras de un rojo intenso fosforescente las palabras "SALAMANCA CAVE". 
El guardia ahí presente les abrió las puertas las cuales dejaron escapar, como el quejido de un cadáver, la música y el bullicio de aquellos seres que se divertían ahí.
Enseguida entraron. Las puertas y paredes eran a prueba de ruido, ahí dentro nadie sospecharía que se celebraba una fiesta día y noche. El lugar era espacioso y semejante a un teatro de arte lleno de luces de colores que parpadeaban al ritmo de la música. Todos llevaban máscaras con imágenes aterradoras que ocultaban aquellos rostros inhumanos como si se tratara de una fiesta de disfraces. Y todos tenían aquellos fríos ojos de serpiente que se asomaban por los agujeros de sus tétricas máscaras. Había bailarines que escupían fuego de sus bocas dentro de jaulas doradas. Bailarinas que se contorsionaban en las alturas colgándose de aros giratorios. Era una discoteca con la fachada de un teatro circense. La discoteca estaba abarrotada de draconianos de las clases Beta y Omega de las castas Aes Gnomer y Aeris Silfer. Se trataba del clan Daimon de Centroamérica. Abelard y Eshkol fueron dirigidos por los guardias a una habitación ubicada en la zona vip, al otro lado de la gran pista de baile. Los guardias dieron acceso rápido a la habitación a Abelard y a Eshkol. 
Y dentro se encontraba un hombre vestido de manera muy elegante, tenía un traje color rojo hecho de piel de cocodrilo y tenía puesta una máscara roja de un demonio con cuernos; y jugaba cartas con un grupo de enmascarados mientras bebían hidromiel. Ahí dentro no se escuchaba la música ni el bullicio del antro, pero se podía ver todo a través de los cristales polarizados. En una esquina la bella melodía de un violín tocada por una joven con máscara de mariposa acompañaba el juego en la habitación. En la otra esquina un hombre alto y corpulento, con máscara de tigre, vigilaba el lugar.
-No podía creerlo hasta verlo con mis propios ojos. Escuché rumores de que había muerto, pero sabía que eso era imposible. ¿Quién podría vencer al gran Abelard?. Qué gusto de verlo con vida padre. Y veo que ha traído a una mascota nueva con usted. ¿Y esta vez de quién se trata?. Pero venga, siéntese a jugar con nosotros. No se quede ahí y platíquenos mientras nos demuestra como siempre sus grandes habilidades como Jugador de póker. Si quiere puede encomendarle su mascota a nuestro guardia Edward-. Dijo el jefe de los Omegas mientras el vigilante se acercaba para que el sacerdote le entregara la cadena con la que tenía aprisionado a Eshkol. Después de entregárselo, el sacerdote se sentó al otro lado de la mesa frente al gran jefe Omega. Mientras repartían los naipes comenzaron a platicar.
-¿Y bien padre? ¿Dónde ha estado todo este tiempo?-. Inquirió el jefe Omega.
-Después de la muerte del caporal del pueblo y de su inválido hijo, decidí investigar sobre su otra hija. Descubrí que ambos hijos ni siquiera eran suyos. Su único hijo biológico desapareció después del terremoto de hace 7 años. 
Creo que habrá escuchado sobre el clan Angeloi. Seres humanos que nacen de forma especial y a los cuales se les ha dado muchas explicaciones a lo largo de los años, desde niños prodigios e, incluso, llamándolos niños índigo.
Pero estos seres no son humanos sino que son en realidad seres de una dimensión de vibración alta que tienen el poder de reencarnar en humanos o en bestias con el único propósito de aprender de ellos y así ayudarlos a despertar del control Arconte. Estos seres serían la otra cara de la moneda. Si los Arcontes son la oscuridad, los Angeloi serían la luz que guiaría a la humanidad a la salvación. 
Zazil y Zulia pertenecen a los humanos que han logrado el despertar y el judío que le he traído he de revelarle que pertenece nada más y nada menos que al clan Angeloi. El judío es lo que se llamaría más bien un Nephilim, la clase Omega de los Angeloi. El espíritu del Kakasbal es muy exigente y su sacrificio sólo funciona en Omegas Arconte o en humanos despiertos, por alguna razón rechaza a los Nephilim, por lo tanto, el judío no me sirve de mucho. Por eso he venido a traérselo, para dárselo a cambio de Zulia quien sería mi próximo rosario negro. Sé que usted le daría un muy buen uso. Es decir, como ambos sabemos, la sangre del clan Angeloi puede traer de vuelta al jinete del caballo negro. Y una cosa más; el caporal no está muerto, es un Rugaru igual que yo. Él vendrá a buscar a Zulia y cuando la encuentre vendrá por el judío, eso es seguro-. Dijo el sacerdote. 
-¡Sabíamos que no podíamos confiar en ti!-. Espetó Eshkol. En seguida el hombre de la máscara de tigre le asestó un fuerte golpe detrás de la nuca provocando que Eshkol cayera inconsciente al suelo. 
-En estos momentos acaban de informarme que aquel hombre, llamado Ulysses, acaba de llegar con los tesoros que se ha robado y ha decidido devolver bajo amenaza. Él cree que le entregaremos a la niña y a su amiga a cambio, pero lo que no sabe es que no le daremos absolutamente nada. La Omega Psikheya se comunicó con nosotros y ha hecho un trato conmigo, le ayudaríamos a atrapar a esta mujer llamada Gema a cambio de que nos diera información de aquel hombre que había allanado la residencia donde hurtó nuestros objetos. Las cámaras dentro del lugar lo captaron y nos mostraron el momento justo cuando él entró a la bóveda antes de la destrucción de la residencia. Él fue el único que pudo entrar sin activar la maldición y eso es porque logró obtener la llave del vinagrillo que lo hizo inmune a los ataques del vigilante. Y una vez tomados los objetos, la maldición acabó y la residencia colapsó en consecuencia. ¡Psikheya, Edward, vayan ahora!-. Acto seguido, la violinista y el hombre grande con la máscara de tigre obedecieron la orden y salieron de la habitación.
-Crees que tienes todas las cartas pero no es así. Ese hombre no robó tus tesoros. No sé quién habrá sido pero no fue él. Él no te ha traído nada más que a Gema y lo descubrirás muy pronto. Psikheya se llevará a Gema y tú te quedarás sin nada. Ahora yo te estoy ofreciendo un trato real y justo. Una carta por otra. La niña a cambio del judío. La niña a cambio de aquello que puede traer de vuelta al jinete con la máscara de chacal.
-¿Y por qué es tan importante la niña para ti que arriesgaste tu propia vida al entrar aquí para negociar con el diablo? Creíste que no sabía de tus cartas ocultas y todos los Ases que creías tener bajo la manga pero se te olvida que estás jugando con el mismo demonio. ¿Crees que no sé quién eres? Has cambiado mucho Xandria. Antes no te importaba nadie. Y ahora ve, haces todo esto por la salvación de una niña. ¿Qué te asegura que no te mataré y me llevaré al judío de todas formas? ¿Ahora ellos son tus amigos? o ¿Acaso me traicionarás como los traicionaste a ellos? ¿A mí que te liberé como a muchos otros del control del proyecto Monarch y te di una nueva vida?
-Claro que no. Sólo te pido que la liberes así como me liberaste a mí. Ella no tiene nada que ver en ésta guerra. No es necesario que ella también sufra.
-Oh pequeña Xandria, creo que ya hablamos de eso miles de veces. Para que podamos ganar la guerra es necesario algunos sacrificios. Y son pocos comparados al número de hermanos que lograremos salvar. 
-Lo sé. Y nunca te he pedido nada mi señor pero... podría complacerme en éste primer y último favor. Se lo ruego. 
-¿Cuándo te he negado algo mi pequeña? Sólo tenías que pedírmelo y ahorrarte en armar todo este absurdo teatro que en verdad te hubiese creído sino fuera porque eres una muy mala jugadora al revelarme todas tus cartas en la primera ronda, cosa que el padre Abelard nunca hubiese hecho. Está bien mi niña, aceptaré tu trato, la liberaré, pero me temo que los demás tendrán que perecer.
-Gracias mi señor, en verdad se lo agradezco. Ahora tiene que prepararse que el Rugaru no tardará en venir. Pero antes quisiera tomar un trago de vino con usted como en los viejos tiempos y como símbolo para sellar nuestro trato-. Dijo Xandria disfrazada del sacerdote. 
Xandria sacó una botella de vino tinto, acto seguido el gran jefe llenó dos copas con el vino de Xandria y brindó con ella. Xandria enseguida se acercó a Eshkol quien yacía aún inconsciente en el suelo, escupió el vino en el rostro del judío y luego espetó con la misma voz de Abelard:
-¡Estúpido judío, polvo eres y en polvo te convertirás!-.
Sirhan se sobresaltó al escuchar del otro lado de su teléfono móvil aquel abrupto silencio. Su intuición de agente le decía que algo andaba mal. 
Rápidamente dio la orden a los perros lobo que se quedaran para vigilar a las recepcionistas y enseguida se dirigió al elevador y presionó el botón para subir al quinto piso. Las recepcionistas quisieron presionar el botón que llamaría a los guardias pero el par de perros lobo que se situaron, uno a un lado de cada una de ellas, les impedía con cada feroz gruñido hacerlo. 
Al llegar el agente al quinto piso corrió desesperadamente a través del pasillo. Cada segundo era crucial para evitar ver morir a su amigo. Disparó la cerradura con la pistola y abrió la puerta con una fuerte patada, y entró abruptamente a la elegante habitación. Dentro, Sirhan vio a Zulia amarrada a la silla con el saco en su cabeza, a Ulysses que se encontraba tirado en el suelo boca abajo, a Gema que era sujetada del brazo por Edward con expresión de asombro y a Miyuki sin sus gafas rosas revelando su verdadera y oscura identidad. Psikheya lo recibió con una patada circular interior directo a su antebrazo, provocando que éste tirase el arma. Sirhan sacó rápidamente una navaja y dirigió la filosa punta contra la suave piel de Psikheya quien a su vez, con una gran velocidad, acortó su distancia y le sujetó con ambas manos la muñeca provocando que Sirhan se inclinara. A continuación, la mariposa negra con un ágil movimiento se colgó con las pantorrillas al cuello de Sirhan y utilizó su propio peso para balancearse en un rápido giro alrededor de él y lo lanzó con sus pantorrillas con gran destreza, proyectándolo en el acto contra el suelo. Sirhan había escuchado su manera de pelear. Nadie volaba como la mariposa negra, que ante oponentes más grandes que ella los dominaba con sus movimientos aéreos. Su tamaño y su peso tal vez la hacían menos imponente, pero la hacían más ágil y letal a la hora de enfrentar a sus enemigos.
De repente, Gema desapareció de la vista de todos, se había esfumado de las manos de Edward como si hubiera sido un fantasma o una mera ilusión. Acto seguido, una daga de hierro salió disparada en el aire y dio como blanco el costado derecho del Sicario. En ese preciso instante, Gema salió de la gran maleta que ella misma había traído, poseía otra daga de hierro en lugar de una mano, sustituyendo su prótesis de porcelana, y atacó en un salto, con ambos pies al aire, pateando el extremo del mango de la daga que yacía ensartada en el cuerpo de Edward, provocando que la daga se enterrase aún más en él y causando que se estrellase de espaldas contra la pared por la potencia de la doble patada.
Gema aprovechó a correr hacia Zulia para liberarla de la silla donde estaba atada. Sin embargo, al momento de tocar las cuerdas para cortarlas con la daga, aquella quien creía que era Zulia se levantó de la silla como si nunca hubiese estado amarrada, levantó ambas manos y atacó lanzando una llamarada de fuego directamente contra Gema. El saco negro cayó de su cabeza y reveló la identidad de una Omega draconiana quien tenía la edad de 15 años aproximadamente. La línea mortal de fuego casi atrapa a Gema, no obstante, había logrado arrojarse al suelo a tiempo. Edward sacó la daga de su costado para luego arrojarla lejos de sí. Acto seguido, sacó un guante metálico con tres cuchillas de acero en forma de garras de su sobaquera de portación oculta que tenía guardado bajo su blazer. Se la colocó en su diestra en un instante y atacó con éste a Gema quien aún yacía en el suelo. Gema esquivó rodando rápidamente el ataque mortal del sicario quien dañó rasgando el suelo, en seguida se puso de pie de un salto y atacó con la daga de su diestra en dirección a la yugular de Edward. La cuchilla mariposa sibilante de Psikheya giró en el aire en dirección al rostro de Gema quien, al percatarse del peligro, canceló su ataque contra Edward y se escudó en el instante con la hoja de la daga, logrando desviarla de su trayectoria. Una cuchilla más fue lanzada en dirección al pecho de Gema y una vez más fue desviada con el hábil movimiento de su daga. Edward atacó de nuevo y Gema se apartó velozmente del ataque de sus garras que aterrizaron en una mesa central, destrozándola en el acto. La Draconiana atacó con otra llamarada mortal y Gema volvió a esquivarla una vez más por escasos momentos de ser alcanzada. 
En un instante, Psikheya había acortado su distancia y con la diestra atacó con una más de sus cuchillas al cuello de Gema quien detuvo de nuevo el ataque escudándose con la hoja de su daga. Psikheya atacó con la cuchilla de su zurda a su estómago pero Gema detuvo su ataque tomándola de la muñeca. Edward atacó con su garra al rostro de Gema al igual que la Draconiana quien lanzó una llamarada al mismo tiempo en el mismo blanco. Gema se inclinó hacia atrás rápidamente esquivando los ataques al unísono de sus adversarios mientras apartaba la cuchilla con la daga con una mano y con la otra sujetaba la muñeca de Psikheya a quien pateó apartándola a su vez al momento de inclinarse hacia atrás. Gema aprovechó en sujetar el brazo de Edward que había estirado al momento de atacarla con las garras y se colgó con ambas pantorrillas al cuello del sicario, copiando a continuación el hábil y rápido movimiento que Psikheya había utilizado contra el agente. El sicario aterrizó al suelo boca abajo. Gema procedió a enterrarle la daga en su cuello mientras Edward comenzaba a levantarse de nuevo. La Draconiana aprovechó la distracción y lanzó otra llamarada para detenerla al igual que Psikheya quien lanzaba una más de sus cuchillas. Gema canceló su ataque al intuir el peligro que sentía en cada fibra de su ser y jaló del cabello del sicario para que éste se levantara completamente y enseguida se posicionó detrás de su cuerpo cubriéndose de los ataques de sus crueles adversarias. La llamarada de la Draconiana y la cuchilla de Psikheya junto con la daga de Gema, quien terminó por atravesar su espalda, lastimaron el cuerpo de Edward quien parecía que caería tendido al suelo una vez más. Sin embargo, se mantuvo de pie a pesar de sus profundas heridas. Sus ropas se habían desgastado y teñido de sangre y el humo aún emanaba de su lacerada y quemada piel. Se sacó la daga de su espalda y la cuchilla de su pecho y arrojó las armas empapadas de sangre al suelo, a continuación, se dio la vuelta y corrió con gran ira hacia Gema. Gema se arrojó al suelo en una vuelta de carro hacia al frente con una sola mano, se inclinó y se levantó atacando con la daga una vez más. Sin embargo, Edward detuvo la daga entre las garras de su guante y estiró el brazo izquierdo logrando agarrar a Gema del cuello. Le terminó por arrebatar la prótesis daga con las garras de su guante arrojándola lejos de ella y comenzó a asfixiarla como aquella vez lo hizo con Ulysses en el ring del Bohemian Collyseum. Las garras del sicario estaban por terminar el trabajo. De pronto, alguien disparó a la espalda de Edward. Era Sirhan quien había despertado y aprovechado en agarrar el arma cuando todos estaban distraídos. La Draconiana lo miró y le apuntó con sus manos con la intención de calcinarlo. Gema había quedado inconsciente. De repente, apareció una bella y feroz bestia. Era como la extraña mezcla de una pantera de las nieves y un puma con leucismo. Sus hermosos y feroces ojos azules y su pelaje plateado eran semejantes a los de una bestia mitológica. El felino corrió velozmente y saltó atacando a la Draconiana quien no tuvo oportunidad de defenderse. La empujó hacia la ventana que había detrás de ella y juntos atravesaron rompiendo la ventana de cristal la cual tenía una pantalla de sombra que evitaba que entrasen los rayos uv en el interior de la habitación. Psikheya le arrebató el arma al agente con una patada mientras la Draconiana y el felino caían desde el quinto piso. Y en las alturas, mientras caían, el felino se desvaneció y los rayos del sol bañaron el cuerpo de la Draconiana convirtiéndola en el acto en una horrible estatua de piedra que se destruyó en miles de pedazos al estrellarse contra el suelo. Gema despertó con radiantes ojos azules semejantes a los del felino, apartó el brazo de Edward de su cuello con una increíble fuerza. Edward atacó una vez más y Gema corrió hacia una pared velozmente. El sicario la siguió, a su vez que Gema daba un par de pasos recorriendo la pared para impulsarse en un medio giró horizontal hacia atrás en el aire. A continuación aterrizó con las rodillas dobladas asentadas en los hombros del sicario, acto seguido, giró rompiendo su cuello con las rodillas y enseguida enroscó sus piernas alrededor de su cuello roto, se balanceó rápidamente dejándose caer hacia el frente y arrojó con las piernas al sicario quien se estrelló de cara a la pared atravesándola en el acto mientras Gema caía al suelo en tres extremidades, agazapada como un feroz felino. Edward quedó con la cabeza clavada en la pared. Gema se levantó, tomó la daga con su diestra y alzó la mano con la daga con la intención de degollarlo. 
-¡Detente o lo mató!-. Advirtió Psikheya a Gema mientras sostenía una cuchilla cerca del cuello de Ulysses. 
-¡Arrójala ahora y apártate de él!-. Volvió Psikheya a ordenar.
-¿Y qué si no lo hago?-. Contestó Gema.
-Última advertencia. Si no haces lo que te digo en cinco segundos, lo lamentarás. Créeme que yo no pierdo mucho, de todas formas él ya está muerto, pero dime tú, soportarías ver morir a éste humano-.
-No lo asesinarías-.
-¿Crees que no mataría a Skoll? Desde hace tiempo había estado esperando este momento. Como dije una vez, yo no asesino a niños. Pero ahora ya no lo es. Sin embargo, matarlo no es mi prioridad. Tú lo eres Gema. Esa inmunidad que posees contra el poder de mi Supekutoru sólo lo he visto en tí y en este chico. Eres especial Gema y por eso te necesitamos o... ¿quizás prefieras que lo llevemos a él?.
Suelta ya la daga Gema. 1, 2, 3, 4...-.
Acto seguido, Gema arrojó la daga. Edward despertó, sacó la cabeza de la pared y se levantó como si sólo hubiese tomado una breve siesta. 
Sujetó a Gema del brazo y la llevó a la salida de la habitación. Psikheya dejó a Ulysses y caminó detrás de Gema y, mientras salían, Gema recibió un disparo con un dardo tranquilizante en su espalda. 
Gema cayó al suelo inconsciente y Edward la cargó en su hombro izquierdo. De pronto, el agente agarró el arma que tenía oculta en su tobillo debajo del pantalón y apuntó a Psikheya quien se dio la vuelta y soltó una mariposa negra de su mano derecha la cual se transformó en una temible sombra con alas negras. La sombra voló amenazadora y velozmente y cubrió con sus alas el cuerpo del agente quien quedó sumergido en una profunda oscuridad. En seguida, la oscuridad se convirtió en docenas de mariposas negras que abandonaron revoloteando el cuerpo del agente y salieron por la ventana rota de la habitación, esfumándose al tocar la luz del sol. El agente disparó con el arma pero los asesinos ya se habían ido. Era como si el tiempo dentro de la sombra se hubiese detenido y en el exterior todo seguía igual. 
Los perros lobo abandonaron a las recepcionistas y corrieron rápidamente por las escaleras después de escuchar el sonido sordo del silbato para perros, que Sirhan había hecho sonar posteriormente, y alcanzaron a los asesinos justo cuando caminaban por el pasillo a escasos segundos de llegar al elevador. Tanuki se detuvo y miró a Psikheya a los ojos, la había reconocido, eran sus mismos ojos grises, sabía que era Miyuki. Zeév siguió corriendo y atacó mordiendo a Edward en la pierna izquierda. El sicario intentó patearlo con el pie derecho pero Zeév esquivó la patada rápidamente haciéndose a un lado. También había reconocido a aquel hombre que lo había pateado cuando era tan sólo un cachorro, y contraatacó mordiendo su entrepierna. Edward sintió dolor y estaba por atravesar al perro con el guante de garras a consecuencia pero no fue necesario, ya que cayó inconsciente al suelo por un disparo del mismo dardo con el que Psikheya había dormido a Ulysses y a Gema. Tanuki también había sufrido el mismo destino y enseguida fue cargado inconsciente en los hombros por Psikheya que había decidido llevarlo con ellos. 
A continuación, entró al hotel un hombre con una gran gabardina café y un parche en su ojo izquierdo. 
Zamná había escuchado también el silbato gracias a su súper-desarrollado sentido del oído, y entró de inmediato a la recepción donde lo esperaban una docena de guardias que habían sido llamados por las recepcionistas. Los guardias atacaron al hombre de la gran gabardina quien los repelió con una fuerza bestial, incapacitándolos con un golpe veloz en sus cabezas y estómagos, mandándolos a volar y a estrellarse contra las paredes. 
Más guardias seguían entrando para intentar detener al tipo del parche en el ojo. Era aquel sujeto que parecía haber salido de un cuento de piratas. Los guardias comenzaron a disparar con sus armas al darse cuenta de que no podían detenerle con mera fuerza bruta. Zamná saltó, resguardándose de las balas, detrás del mueble de recepción. Los guardias rodearon el lugar y se asomaron, encontrando detrás a las dos recepcionistas asustadas y a una estatua de roca que simulaba a un hombre. A continuación se escuchó un fuerte aullido. La estatua se rompió y algo enorme salió de su interior masacrando a todos los guardias ahí presentes de inmediato. 
Pocos minutos después todo había terminado.
-Con permiso-. Dijo Zamná a las recepcionistas después de vestirse con aquella gabardina café su desnudo cuerpo otra vez humano y se dirigió hacia uno de los elevadores, sin más espera tocó el botón del quinto piso y subió enseguida. Mientras subía, pudo notar el aroma de Gema, de Miyuki, de Tanuki y de un hombre, bajar en el elevador de a lado. Pero no podía regresar, no cuando el aroma de Zulia le indicaba que ella se encontraba cada vez más cerca. Al abrir las puertas del elevador se encontró con Xandria disfrazada del sacerdote, a Zeév tirado inconsciente en el suelo del pasillo y a Zulia junto a él abrazándolo con una expresión de preocupación.
Sirhan caminaba por el pasillo cargando a Ulysses en su hombro hasta encontrarse a Zamná quien hablaba con Xandria en ese momento. Acto seguido, Zamná se acercó a Sirhan y le pidió que se quedara con Zulia y que saliera cuanto antes de ahí con ella y con Ulysses sin mirar atrás. Después de eso, Zulia cargó como pudo a Zeév y tomaron el elevador derecho. 
Zamná y Xandria bajaron por el elevador izquierdo tocando el botón que tenía la letra A con forma de ojo y que estaba a lado del botón SC. Las luces del elevador parpadearon, a continuación, el elevador bajó tan rápidamente que parecía que caían en un abismo. La señal de arriba mostraba los números, 5, 4, 3, 2, 1, PB, SC, A. De pronto, el elevador aterrizó abruptamente. Las puertas se abrieron y aquel lugar apareció ante sus ojos. Estaba envuelto en tinieblas. El ambiente generaba una sensación desagradable como si uno se abriera camino a través de un fluido viscoso y negro. Habían calabozos, ríos de lava, pirámides negras que alcanzaban un interminable cielo hecho de cenizas y humo tóxico y los moradores e influencias que se encuentraban allí eran completamente indeseables. Seres amorfos y larvas que parecía que no les afectaba el fuego. Y de pie, en el suelo yermo de tierra árida y seca, frente a Zamná y Xandria, se encontraba aquel elegante sujeto de la máscara de diablo sin su máscara cubriendo su rostro que era el de un humano común y corriente excepto por sus ojos rojos de dragón. Su identidad se había revelado. El sujeto habló amablemente con voz grave y dijo:
-Bienvenido señor Zamná a la cuarta división del plano astral. Soy el líder de la Doble S y líder de la rebelión de los Omegas draconianos, mi nombre es Arian Levi y esté lugar será su tumba-.




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