Zignum Meiga Entre las dos caras de la luna Parte 2

Capítulo 32 La Carta de la muerte

Así era la naturaleza de las termitas, que se ocultan de la luz, cuando te enteres de su existencia ya habrá sido demasiado tarde, pues el daño ya estará hecho. Las termitas poseen fototropismo negativo, es decir, huyen de la luz para destruir en la oscuridad. Y este monstruo, este demonio, actuaba de igual forma. Si queríamos enfrentar a Halrinach, teníamos que ver a través de la oscuridad.
La visión es el resultado del trabajo en equipo de los ojos y el cerebro, que juntos crean una imagen completa y compleja del mundo que nos rodea. Pero... ¿Es posible ver con los oídos?
¿Qué pasa con la corteza visual del cerebro de un ciego? Lejos de quedar en desuso por la falta de vista, las neuronas se reciclan y se dedican a agudizar otros dos sentidos: el sonido y el tacto. A falta de estímulos visuales, la plasticidad del cerebro permite que se usen estas células para analizar los datos recibidos de otros sentidos, si los ojos no dan información, el cerebro recurre a un plan B y recopila los datos del tacto y el oído para construir una imagen mental espacial del mundo que les rodea. Había sido entrenado para ver con los oídos. Sin embargo, nunca pude ser tan hábil en batalla a ciegas como Zamná y Eshkol. Debía apaciguar mi mente una vez más y escuchar la música del universo que guiaría mis movimientos, tal como lo había hecho cuando me enfrenté contra Cerberus. De repente, Valentina y la niña iraquí aparecieron con cuerpos espectrales cerca de mí. Dichos cuerpos se transformaron inmediatamente a mis costados en alas oscuras conformadas por bisturíes negros en forma de plumas que en realidad se trataban de las 58 cuentas oscuras del rosario de Valentina que habían sido bañadas con un aura oscura. En seguida, sentí el peligro aproximarse rápidamente con la forma de una lanza. De pronto y sin previo aviso, Halrinach se lanzó al ataque de inmediato. Mi instinto me decía que debía saltar y así lo hice. El ataque de Halrinach destruyó el sitio donde me encontraba como una explosión provocada por una bomba. La enmascarada y yo nos apartamos rápidamente de la trayectoria de su ataque. El humo de tierra se elevaba acompañado de fragmentos de rocas por la destrucción generada por sus extremidades que, como enormes lanzas, destruían el suelo donde estábamos. Halrinach enseguida atacó con una ventisca acompañada de hojas muertas que volaban como cartas al aire y que actuaban como cuchillas de aire en movimiento rápido. Las alas oscuras aletearon en un ataque dirigido contra las hojas muertas. Al chocar las plumas de bisturíes contra las hojas, éstas se convirtieron en polvo, y el polvo de éstas se convirtió en estelas de gas que con el viento se dirigieron en forma de neblina contra mí. -¡No respires, es un gas tóxico y letal, un hálito expulsado de los cadáveres de sus víctimas!-. Me advirtió la enmascarada. Las cuentas en forma de bisturíes siguieron su trayectoria intentando llegar a Halrinach la cual se movía como una neblina intocable. Sin embargo, cuando lograban alcanzarla, las cuentas no lograban penetrar. Halrinach parecía poseer un exoesqueleto más resistente que el de los escarabajos vigilantes de Arian Levi. Seguí atacando hasta ubicar un punto lo suficientemente blando para que los cuentas lograran entrar. Hasta que por fin lo encontré. Acto seguido, cerré la mano en un puño, en mi mente estalló el recuerdo de la niña iraquí muriendo junto con mis compañeros en aquella explosión, y a continuación, las cuentas en forma de bisturíes cortaron dentro algunas terminaciones nerviosas y expulsaron en el acto ondas de choque explosivas que no lograron destruir el cuerpo del demonio, sin embargo, pudieron afectar la fuerza de su ataque que provocó que el gas se dispersara sin poder llegar a mí. Las explosiones crearon una abertura mucho más grande en el agujero por donde entramos, lo cual permitió una mayor claridad producida por el brillo lunar que dejó observar las características anatómicas de Halrinach que estaba compuesto de tres partes con tonalidades marrones: Cabeza, tórax y abdomen. Su cabeza tenía dos ojos compuestos y tres ocelos, así como dos antenas que salían de la parte delantera de la cabeza con forma de pluma. Tenía un par de mandíbulas dentadas. Su tórax era una parte esclerotizada, alargada y delgada, formado por tres partes y cada una de estas partes constaba de un par de enormes patas con forma de lanzas. En la parte más alargada se encontraba el primer par de patas distinto a los otros dos pares, adaptados para prensar a sus presas, lo cual daba la postura como si fuese una posición de rezo, fémures con espinas y tibias con una garra terminal. El abdomen era la parte posterior de las tres regiones de su cuerpo, era grande y segmentado. Era el lugar donde se llevaban a cabo las funciones de reproducción y digestión, era la parte menos esclerotizada, es decir la parte más blanda por donde habían logrado penetrar las cuentas oscuras. Usaba un órgano similar al oído en el centro del pecho y medía un poco más de tres metros de altura. El feroz depredador Halrinach se trataba de una aterradora y gigantesca mantis hoja muerta.
La enmascarada enseguida atacó por la espalda del monstruo con la daga aprovechando su inmovilidad. Pero el depredador, con una impresionante velocidad, se movió de su vista en menos de un parpadeo en una explosión de hojas secas que se unieron reapareciendo nuevamente detrás de ella. Halrinach desplegó a continuación un golpe ultra-rápido en dirección a ella. En ese preciso instante, volví a cerrar la mano en un puño y las cuentas crearon una barrera que logró desviar la trayectoria del mortal ataque por algunos centímetros suficientes para que la enmascarada lograra escapar a tiempo. Halrinach giró su cabeza para observarme y se dirigió en contra mía en un veloz ataque con su enorme extremidad. Pero, pese a su impresionante velocidad, logré esquivarla y atacarla con las cuentas oscuras a tiempo. Halrinach se tele-transportaba en un estallido de hojas muertas y era más que claro que no podía ver sus movimientos, pero gracias a las cuentas que yacían en su interior podía sentir cada movimiento suyo, y así, poder atacar y esquivar sus ataques a tiempo todo gracias al entrenamiento a ciegas de Zamná. Las 58 cuentas se habían vuelto mis ojos. Había desarrollado la visualización que era en sus propias palabras "La habilidad de poder ver las posiciones claramente sin tener que mover las piezas".
Mientras la rodeábamos y nos cubríamos con los muros, Halrinach se escudaba y protegía sus partes blandas con sus patas al tiempo que giraba su cabeza en un movimiento de 360 grados mientras creaba una barrera de gas venenoso salida de su boca y atacaba con millones de hojas muertas que giraban con el viento en espiral alrededor de ella, destruía y desintegraba los muros del laberinto con facilidad, y rápidamente nos dejó sin un sitio en donde escondernos. Acto seguido, la enmascarada atacó desde arriba con un impresionante salto a más de tres metros de altura con ayuda del muro, y descendió en un ataque con el filo de la daga en dirección a la cabeza del monstruo. Halrinach enseguida desplegó una vez más una de sus extremidades de lanza y atacó a la enmascarada quien de inmediato le clavó la daga en su monstruosa pata. Halrinach apartó rápidamente su extremidad al sentir el filo de la daga, se había percatado de que las dagas podían atravesar su cuerpo con facilidad, pues aquella arma se trataba de una de las cinco reliquias. Enseguida, el monstruo desplegó su otra pata y golpeó con el dorso a la enmascarada quien esta vez no tuvo oportunidad de esquivar el ataque, impactándose en el acto contra la pared de roca. Halrinach enseguida intentó atacarla con el gas venenoso de su boca, sin embargo, la daga en su cuerpo había hecho efecto y su poder se había menguado. A continuación, el depredador optó por atacarla de frente y se acercó a gran velocidad a ella. Ya no quedaban más cuentas oscuras como mini-bombas en su cuerpo que la pudieran detener, y mi energía astral comenzaba a menguar también, entonces me abalancé en su camino con premura y la extremidad atravesó mi hombro derecho cual lanza impactándome contra la pared de roca en el acto. Levanté rápidamente el brazo izquierdo con la intención de invocar a Longinus, pues pensaba efectuar el mismo plan que había usado contra Belle. Sin embargo, Halrinach fue más rápida y atravesó mi brazo izquierdo con su otra extremidad. Me tenía atravesado con sus dos extremidades de lanza contra la pared de roca. Mi energía comenzaba a disminuir significativamente. De pronto, Halrinach acercó su rostro al mío y al fin la pude ver más de cerca. Vi aquellos ojos cuya profundidad no había ninguna gota de compasión. Supongo que este era el castigo que merecía por tomar malas decisiones todo el tiempo, decisiones que me obligaban a tomar desde muy pequeño. Pero de algo estaba seguro es que había de morir salvando a alguien más. Vida por vida, esa debería ser la mejor manera de llegar al final de este inevitable camino. Sí, esta sin duda era la mejor manera de morir.
De repente, alguien o algo atacó el rostro de Halrinach con una llamarada de fuego. Aquella chispa de luz refulgente aturdió al monstruo y provocó que desencajara sus extremidades fuera de mi cuerpo. Aquella llamarada era el alma de la niña Omega que mi álter ego había salvado del Vigilante Silbador y la había traído hasta aquí. La llamarada yacía en su rostro como un hada traviesa que con fuego vendaba sus temibles ojos para jugar a las escondidas. Halrinach enseguida apartó el alma llameante de la niña Omega con un potente y huracanado soplo de viento. La enmascarada rápidamente arrojó una segunda daga en dirección a la frente de Halrinach al tiempo que el alma de la niña Omega se apartaba de su rostro. Halrinach desplegó cuatro alas al instante. Las membranas superior e inferior de las alas cubrían una red de tubos endurecidos como venas o nervios que le aportaban rigidez, y a continuación emprendió el vuelo esquivando la segunda daga. No obstante, la daga la persiguió girando por los aires como si estuviese viva. Halrinach cambió rápidamente su trayectoria de vuelo, realizando una espiral descendente, evitando de esa forma que la daga la atravesara. De pronto, se acercó hacia la enmascarada a escasos centímetros y ascendió con gran velocidad esquivando la daga nuevamente. La daga estuvo a punto de atravesar el rostro de la enmascarada al perseguir a Halrinach, sin embargo, la reliquia se detuvo girando a milímetros de su rostro y ascendió continuando la persecución contra Halrinach. De repente, Halrinach se percató de la primera daga que había atravesado una de sus extremidades. Sabía que aquella daga era la razón por la cual la segunda daga la perseguía. Entonces, rápidamente cercenó esa extremidad con el filo de su otra extremidad y la apartó lejos de sí, mientras le crecía inmediatamente otra extremidad renovando la extremidad cercenada. A continuación, la segunda daga en vuelo persiguió su extremidad cortada y la atravesó en el mismo punto donde la primera daga la había atravesado. Y Halrinach, triunfante, dirigió su mirada hacia abajo, buscando a su presa, La Doncella de Hierro, para acabar con ella de una vez por todas. Pero en ese preciso instante, una daga más atravesó su frente. La enmascarada le había lanzado una tercera daga. Luego, le lanzó la cuarta daga que perforó su abdomen. Enseguida, la daga que atravesó su frente activó un sello. Halrinach se petrificó al instante y adoptó una pose con las extremidades abiertas y el abdomen hacia abajo. Las dos dagas que habían atravesado su extremidad cercenada se liberaron súbitamente y se lanzaron por si solas al cuerpo de Halrinach atravesando en el acto sus dos extremidades abiertas cual si estuviese siendo crucificada. Todas las dagas clavadas en su cuerpo completaron el sello que convirtió a Halrinach en una mujer humana mortal. Sus muñecas, sus pies y su frente llevaban la reliquia en forma de cuatro clavos. Y Halrinach cayó de cabeza desde las alturas cual ángel caído.
-¡Tienes diez segundos para atravesar el vientre de Halrinach con la reliquia Longinus antes de que la larva en su interior despierte y abandone su cuerpo!-. Me advirtió la enmascarada. No podíamos desperdiciar esta oportunidad de vencerla al fin. Rápidamente invoqué a Longinus con la forma de una espada. Faltaban ocho segundos. Intenté correr pero las heridas y mi poca energía astral me lo impedían. Faltaban seis segundos y Halrinach aún se encontraba a varios metros de mí. Entonces lancé la espada en el aire en dirección al vientre de Halrinach con las últimas fuerzas que me quedaban y caí al suelo ya sin fuerzas. Tan sólo faltaban tres segundos. En ese preciso instante, la espada se transformó en el aire en una lanza y, en el acto, atravesó el vientre del monstruo humanizado. En seguida, Halrinach estalló en millones de partículas de polvo. Por fin Halrinach había muerto. La enmascarada corrió a socorrerme y me levantó en su regazo al acercarse a mí. A lado mío se encontraban las almas de Valentina, la niña Omega y la niña iraquí, junto con las almas de todos los niños Omega disfrazados con trajes infantiles de animales, y uno de ellos, con el disfraz de un elefante, llevaba al bebé Gabriel entre sus brazos. -Todavía no ha acabado. Halrinach aún sigue con vida-. Dijo la enmascarada.-Aún queda el recipiente con la última parte. -Yo sé dónde está-. Dije, todo este tiempo lo supe, pero no quería aceptarlo. Su alma o corazón estaba unido al alma de Valentina-. Enseguida saqué algo del bolsillo de mi chaqueta. Aquello era una cuenta de oro blanco y en él latía un diminuto corazón. Mis sentidos eran más sensibles en este plano y podía escucharlo con toda claridad como latía el corazón de ese demonio dentro de aquella valiosa cuenta. Los rosarios tienen 59 cuentas. Sin embargo, todo este tiempo solo podía sentir 58 cuentas durante la batalla y como estas se iban destruyendo poco a poco. Pero nunca pude sentir esta cuenta. En esta última cuenta yacía la última parte de Halrinach.-Creo que ya no podré verte nunca más Valentina-. Dije con gran pesar.-Siempre estaré contigo aunque no puedas verme-. Dijo Valentina. Acto seguido, la enmascarada me entregó a Longinus aún con la forma de una lanza. Me puse de pie con su ayuda y, a continuación, destruí la cuenta con el filo de la lanza y el corazón dejó de latir, al tiempo que el alma de Valentina se desvaneció para siempre. Después de eso, el alma de la niña Omega se acercó a mí.
-A los dos nos trataron peor que a un perro, nos trataron como monstruos, pero mirábamos a nuestros verdugos con cariño como agradeciéndoles por darnos de comer, ellos por otra parte nos miraban con desprecio como deseando que nunca hubiéramos nacido. Nos acercábamos a ellos sin que lo notaran y les pasábamos nuestras manos por sus mejillas con un amor y cariño. Ellos sentían de inmediato repugnancia y nos castigaban pues nuestras manos estaban llenas de escamas. Sólo éramos unos monstruos para ellos. Y nos enseñaron que un monstruo sólo tenía un propósito en el mundo. Adorábamos sus castigos porque era la única forma que ellos nos tomaban en cuenta y se atreviesen a tocarnos, no nos importaba que sólo fuera para golpearnos. Sentíamos que cada golpe era un TE AMO. Ya que nunca recibimos un abrazo, un simple te quiero, cosas que anhelábamos más que cualquier cosa en el mundo. Envidiaba a Eleni porque tenía lo que yo siempre quise pero nunca quise asesinarla ni a ella ni a sus padres. Pero lo hice por el propósito que mis verdugos me impusieron-. El alma de la niña Iraquí también se acercó y dijo:-Yo también fui usada por alguien malo, y ese alguien era mi propio padre quien eligió ver morir a sus enemigos que ver a su hija vivir una buena vida. Nos han obligado a matar, nos han usado como armas mortales. Ahora está en tí mostrarle un camino diferente a este niño. Se el padre amoroso que nunca tuvimos. Enséñale un buen futuro. Sólo así podrás salvarlo de su destino. Y sé la esperanza de que aún existe amor en el mundo. Por más mal que te hayan hecho, no dejes que la oscuridad extinga tu luz, esa misma luz que iluminará su camino como un faro en su futuro-.
La inocencia de estos niños se ahogó en un oscuro abismo. En ellos aparecieron las mismas fuerzas incontrolables e insaciables que movieron las acciones de sus verdugos. Su infancia ya no pertenecía al reino de lo inofensivo y fue retratada como una realidad amenazadora. Se habían convertido en una serie de fantasmas y miedos ocultos de sus padres sobre su propia naturaleza. Se habían convertido en monstruos. Sus malformaciones eran una consecuencia del mundo creado por la maldad de otros.
Sin embargo, la deformidad física no significaba lo mismo para ellos. Por tanto, la sensibilidad a lo siniestro en las culturas no era innata e inmutable, sino que estaba estrechamente relacionada con el grado de inmersión en lo que todas las sociedades prohibían, rechazaban o reprimían. Aunque el hecho de que una muñeca cobrara vida podría ser una posibilidad aterradora para un adulto, el miedo estaba fuera del camino en absoluto para un niño, ya que el niño no teme la animación de sus muñecas y puede que incluso le guste la idea. En resumen, el miedo a la deformidad en los niños muestra menos la naturaleza "malévola" de ellos que la incapacidad del mundo para comprenderlos y cuidarlos.
El mundo querrá voltear la cara, esconder y torturar a los niños en cuartos sucios, los condenará a vivir escondidos en cuartos especiales y los obligará a usar máscaras cada vez que quieran ingresar al espacio público para ocultar la deformidad de sus rostros. Paradójicamente, estas máscaras eran mucho más aterradoras que la supuesta fealdad que se suponía que debían ocultar. No eran realmente el mal que todos pensaban que eran, solo niños abandonados y juzgados por su deformidad. La máscara era el significante que cubría el horror, pero lo realmente terrible no era lo que había debajo de la máscara, sino en sí mismo como signo de la opresión y la incomprensión del mundo. Entonces, lo realmente monstruoso fue la forma en que el mundo trataba a los niños.
El mundo le dio la espalda a lo que habían causado. Los trataron como monstruos, y los monstruos aparecieron como resultado del mundo destruido y hostil que habían creado. El mundo que los padres ofrecen a sus hijos es un mundo peligroso, una especie de campo minado en el que el más mínimo error es fatal.
En este lugar hostil, lo que en un comienzo apareció como una niña amenazante que ocultaba explosivos o una niña con un poder ardiente y siniestro, se reveló, poco a poco, como lo que en realidad era: una víctima más de la crueldad del mundo que ha contribuido a crear las condiciones que han provocado sus monstruosidades, convirtiéndolos irremediablemente en monstruos, para recordarles una vez más su culpa.
De pronto, una carta cayó en mis manos. Era la carta de la muerte. Detrás de la carta yacía la imagen de la serpiente Uróboros. Enseguida partí la carta por la mitad y todo terminó en ese momento. De repente, todo el sitio comenzó a derrumbarse. Tanu dio un fuerte ladrido que obligó a abrir mis párpados y desperté una vez más de la pesadilla. Entonces vi a un pequeño insecto, una termita alada caminando sobre el cristal de la ventana. Le pedí al taxista que se detuviera. A unos metros pude ver a una niña corriendo con su pequeño paraguas atravesando la calle. Salí del taxi y corrí de inmediato con Tanu hacia aquel edificio. Aquel teatro tenía la apariencia de haber sido abandonado hace mucho tiempo. No había ninguna función programada para las siete de la noche. En vez de eso tenía un enorme anuncio amarillo que decía: "CLAUSURADO". De repente, el sonido estridente de una gran explosión llamó mi atención. Corrí preocupado en dirección a donde al parecer se había generado la explosión. Corrí tan rápido que dejé a Tanu atrás con mis dos piernas de carne y hueso varias calles hasta que pude ver el fuego que consumía aquella casa. Y me dispuse a entrar al lugar en llamas, corrí atravesando las llamas que devoraban la casa volviéndose cada vez más intensas. Derribé de inmediato la puerta y me dirigí a una habitación al final de un pasillo donde el humo amenazaba por asfixiarme en cualquier momento. Abrí la puerta con rapidez, me arrojé de cuclillas al piso y desprendí por instinto una tabla suelta del suelo de madera. Enseguida hallé adentro a un pequeño bebé envuelto en mantas. Lo cargué rápidamente y éste empezó a llorar como si recién hubiese nacido y me apresuré a sacarlo de inmediato de aquel infierno.
Los días pasaron muy rápidamente. Regresé a mi casa en Colombia con Tanu y un pequeño bebé en mis brazos. Había adoptado a Gabriel (no sé por qué se me habrá ocurrido ese nombre). Y me convertí en su nuevo padre. En mi chaqueta sólo se hallaba un descompuesto y antiguo reloj de oro con las manecillas dando las 9, mi cartera y nada más, era como si algo o alguien más faltara y no lograba recordar quién era. Había fotos y videos guardados en cajones bajo llave donde aparecía yo hablando con alguien que evidentemente no aparecía en la cámara. Intentaba encontrar respuestas pero sólo lograba recordar que, después de la guerra, me había mudado a Colombia por trabajo después de haber perdido la casa del lago de Miklós.En Diciembre de 1999 recibí un sobre, adentro había una llave y una mensaje de un extraño sujeto quien tenía por remitente: "Troyano 999". "Felicidades señor Skoll, ha dejado de ser un tonto Arlequín, ahora es un astuto Brighella. Le aviso que la casa del lago de su padre es suya nuevamente o mejor dicho del pequeño Gabriel hasta que cumpla la mayoría de edad. He movido algunos hilos y todo ahora está conforme a la ley. En la propiedad hallará las escrituras. No olvide que aún tiene una búsqueda pendiente. Lo estaré vigilando. Que pasé una linda noche".
Viajé lo más pronto posible a Praga en vísperas de año nuevo. Y al llegar, encontré todo como lo había dejado. Era como si no hubiera pasado el tiempo. En la oficina de Lykaios estaban las escrituras de la casa. Había dejado a Gabriel en la cama de una habitación al cuidado de Tanu. Al recorrer el lugar, recordé las clases de esgrima, Krav Maga y lucha con vara en la amplia sala donde también se hallaba un viejo piano. Me senté de inmediato y comencé a tocar, no algo melancólico como Claro de Luna, lo cual siempre tocaba, sino algo más alegre, algo que nunca había tocado antes, algo como la novena sinfonía en cuarto movimiento de aquel compositor que pudo escuchar aún siendo sordo, así como yo pude ver aún estando en la oscuridad. Al terminar de tocar la última tecla del piano con el himno de la alegría, un compartimiento secreto detrás del piano se abrió. Dentro de él se hallaba una llave con forma de espada. Entonces una idea surcó por mi mente. Saqué de inmediato el reloj de bolsillo que siempre guardaba cerca de mi corazón. Aquel reloj tenía un símbolo en la cubierta, era el símbolo del nudo de la triqueta, era el mismo símbolo de aquel sello en mi pierna izquierda, detrás del reloj había un zorro dentro de un triángulo equilátero, y en el interior detrás de la cubierta había una inscripción que decía "Ostatnia Symfonia", que significaba "la novena sinfonía". Era evidente que la música que había tocado había revelado la llave oculta. Desarmé el reloj intentando encontrar algo más, y en efecto lo había. Adentro del reloj se hallaba un pequeño papel doblado con un mensaje escrito con la letra de Miklós, el cual decía: "Cuando aprendas que los monstruos no viven bajo la cama, habrá llegado la hora de blandir la espada". Aquello se trataba de un acertijo y de alguna manera conocía su significado. Al terminar de leer el mensaje me dirigí al lugar que antes era mi habitación. Hice a un lado la cama, y aparté las tablillas de madera como había hecho cuando salvé a Gabriel en aquella casa en llamas. Entonces lo encontré. Una puerta secreta con una cerradura. De inmediato introduje la llave que había encontrado y la puerta se abrió. Dentro se hallaba una majestuosa lanza-espada, me apresuré a tomarla, y al tocarla, pude recordarlo todo en un instante como el caer de un fulgurante rayo. Su filo había liberado todos mis recuerdos. Me encontraba en otra realidad alterna a la mía. Sabía cuál era mi misión ahora, debía encontrar a Gema y a todos los demás para acabar con la Alianza de la Oscuridad de una vez por todas y encontrar a Ania, la hija de Pandora, la descendiente del jinete del caballo negro, y sobre todo, proteger a Gabriel, mi hijo.




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