Zigor

NUEVE 1/2

–¡CORRE!

Zigor y yo corremos como si nuestra vida dependiera eso porque literalmente nuestras vidas dependen de eso.

–Estoy corriendo lo más rápido que puedo.–estoy corriendo con los tacones en mano y la parte de debajo de mi vestido en la otra.

Horas antes

–Necesito que me hagas un favor. –le digo a Trevor dándole un trago a mi café.

Estamos Trevor y yo en la cafetería donde trabaja, cuando desperté vi en la encimera de la cocina una tarjeta de descuento de la cafetería así que decidí aprovecharla y venir a desayunar.

–Claro, dime que necesitas. – dice dándole una mordida a su sándwich.

–Me podrías llevar a la Mansión de los Datch, esta noche.

Él se atraganta con su sándwich, intenta tomar aire y cuando lo consigue da una larga respiración.

–Pensé que no irías a ese baile. –se da una palmaditas en el pecho. Me ve con cara de  'acaso te volviste loca'.

–Claro que pienso ir, necesito hablar con Zigor y contarle lo que está pasando. Tenemos una pista importante sobre la desaparición de su hermana, no puedo dejarlo pasar.

–Lo que haría una persona normal sería llevar ese cassete a la Policía, la desaparición de Aria esta acargo de los Datch. No tuya.

–No. La desaparición de la melliza Datch no es mi problema, pero lo que si es mi problema es el responsable de esa desaparición.

Trevor me vio unos segundos evaluándome, al ver mi cara de decisión soltó todo el aire que estaba reteniendo.

–Bien, te llevare. Cambiando de tema ¿has hablado con Marcela?.

Solté un gran suspiro antes de contestar–No, no contesta mis mensajes y dudo que vuelva a hacerlo honestamente.

–Tampoco contesta los míos, sabes... ella nunca mostro interés en esas fiestas; Siempre desprecio a los Datch.

¿Marcela despreciaba a los Datch?

–¿Por qué?.

–Digamos que ella y Aria no tenían muy buena relación. Aria era o es una persona que siente que todo el pueblo le pertenece, siempre se burlaba de los gustos y costumbres de las demás personas. Marcela y yo no, nos salvamos de sus constantes burlas...

Okey, me queda claro que Aria no era una persona muy querida en el pueblo. Quien sea el culpable de su desaparición debía tener sus razones pero... ¿en dónde entraba yo en todo esto? Soy prácticamente nueva en el pueblo, solo tengo dos amigos bueno ahora uno.

–¿Qué hay con su hermano Zigor?, ¿Es igual a ella?

Trevor lo piensa un minuto antes de contestar.

–No, el es muy callado y extraño. Dejo la escuela en el penúltimo semestre de preparatoria, dicen que comenzó a tomar clases en casa. En realidad casi no se sabe nada de él y ahora con la desaparición de su melliza es como si no viviera más en este pueblo, casi no se le ve y son escasas las veces que sale de la mansión Datch. Aunque últimamente se le ha visto más que otras veces.

Estoy acostada en mi sofá comiendo una pizza congelada mientras veo keeping up with the kardashians. Volví a casa después de desayunar con Trevor, las cosas que me conto sobre los mellizos Datch no han dejado de rondar por mi cabeza en especial el hecho de Aria no era o es una persona muy agradable con la gente.

Estaba a punto de quedarme dormida cuando suena el timbre de mi casa.

Al abrir la puerta mi encuentro a un chico de cabello blanco.

–Zigor...

Ahí estaba el; Con su cabello perfectamente desordenado, con esos ojos tan claros y con un cigarro en sus perfectos labios.

–¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabes dónde vivo? – verlo parado frente a mi puerta me descoloca bastante, el corazón comienza a aselarse y mis manos comenzaron a sudar.

La suelta el humo del cigarro para después tirarlo y pisarlo.

–Me dijeron que me estabas buscando, decidí ahorrarte la molestia de buscarme. –lo dice con una sonrisa torcida de labios cerrados, su voz es tan profunda que llega hasta lo más profundo de mi, haciendo que se me erice la piel.

Trago saliva con mucho esfuerzo para recuperar la voz que perdí por unos segundos, trato de calmar mis nervios dando una profunda respiración. Para después contestarle con seguridad.

–¿Quién te dijo que te estaba buscando? – entrecerré los ojos hacia su dirección.

El se encoje de hombros restándole importancia. –Digamos que en este pueblo son algo chismosos, cualquiera pudo haber escuchado que me buscabas. ¿Me vas a invitar a pasar? O ¿Me dejaras aquí afuera?.

Eso me hace reaccionar ya que afuera está lloviendo y él se está mojando un poco. Me hago hacia un lado para dejarle el paso libre para que pase a mi casa.

Sus botas son tan pesadas que hacen que sus pisadas se escuchen en la piso de madera de mi casa, sus ojos viajan por todo mi lados inspeccionándola. Al pasar un lado de mi me llega su aroma a tabaco mesclado con una colonia cara y no es desagradable en lo absoluto.

–¿Me dirás para que me buscabas o prefieres seguir mirándome?– el voltea a verme con una ceja alzada y con una sonrisa en los labios.

Carraspeo un poco para poder hablar.

–Es sobre la desaparición de tu hermana, hay algo que tienes que escuchar...

Su cuerpo se tensa completamente antes de fruncir las cejas, se acerca a mí de una manera lenta pero intimidante, todo su cuerpo esta tenso. Para a solo unos centímetros de mi cara para verme a los ojos aun con sus cejas fruncidas.

–A ti que mierda te importa la desaparición de mi hermana, ese no es asunto tuyo. –dice entre dientes sin despegar sus ojos de los míos, puedo sentir su respiración mezclándose con la mía.

–Creme que este es asunto de los dos– me acerco más a él sin despegar mis ojos de los suyos.

–¿Tu que tienes que ver en esto?.

–Tengo que ver mucho más de lo que tú te puedes imaginar.

Eso parece hacerlo creerme, ya que despega su mirada de la mía para después darse la vuelta e irse a sentar a mi sofá.

–Dime lo que me tengas que decir, y espero que no estés jugando. –dice esto último mientras se lleva el pedazo de pizza congelada a la boca.




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