Zion

Capítulo nueve

«¿Cuántos continentes existen en el mundo?».

 

Capítulo nueve

 

¿Qué es un Japón?

—Alec, te pregunté algo —llamé su atención; parecía haberse quedado en blanco.

—Son bocetos.

—Sí, lo sé... Lo pone aquí. «Gia: bocetos». Pero no entiendo.

—Verás... A veces dibujo y empecé a dibujar un rostro al azar, pero al reconocerlo... Eras tú. Entonces empecé a dibujar más y todo fluyó, cuando lo noté, tenía muchos bocetos tuyos. La razón por la que estoy así es porque en realidad es un poco acosador y no quiero que te sientas mal…

—Oh, wow... Es increíble.

—Eso quiere decir que... ¿No me crees? —dijo, yo reí y negué.

—Me refiero a que es genial. De verdad, me gusta mucho.

—Gracias. —Sonrió y miró al piso, pero luego alzó la mirada y tomó el cuaderno de dibujos—. Este es para ti. —Sacó una de las hojas y luego guardó el archivador en un cajón.

—Lo pondré en mi habitación. Es... precioso. ¿Siempre dibujaste?

—Sí, empecé a los cinco. A mi madre le encantaba, siempre dibujaba para ella.

—Tienes un talento innato ahí.

—Lo heredé de mi padre, creo que es de las pocas cosas buenas que hizo en la vida.

—Hey, no pongas esa cara. Vamos a ver una película en Nextflip, ¿no?

—Por supuesto. —Asintió, tomó el control, nos sentamos en el sofá y la película empezó.

Llegamos a una conclusión: las películas hechas en Baltimore eran horribles.

—Detesto las producciones de este país, son tan raras. Prefiero las de Japón.

—Los comerciales japoneses son muy extraños, Alec.

—Lo sé, están locos y son geniales.

—Eres tan raro. —Reí negando con la cabeza—. No entiendo por qué no te conocí antes.

—La burbuja.

—¿Eh?

—Que si viste el comercial japonés de la burbuja. Resulta que están dos tipos tratando de atrapar una burbuja vestidos de sushi.

—¿Por qué?

—Ni idea, aún no sé si el comercial era sobre sushi o burbujas.

—Okey, creo que debo ir a casa. —Reí mientras me levantaba.

—Claro, ¿te acompaño?

—No te preocupes, puedo tomar un taxi. No quiero que vayas y luego regreses.

—Bueno, al menos déjame acompañarte a tomar el taxi.

—Está bien.

Alec y yo caminamos al menos diez minutos hasta llegar a una calle donde pasaban autos sin miedo a que les robaran hasta el freno de mano. No sabía cómo Alec caminaba tan tranquilo por esa zona. Ojalá pudiera vivir en un lugar más seguro, no me gustaba pensar que le podía pasar algo.

—Nos vemos en la escuela mañana. —Me despedí con un abrazo y él asintió.

—Nos vemos, Gia. —Cerró la puerta y me saludó con la mano. Unos diez minutos después, estaba en mi casa.

—Así que fuiste a ver películas con el niño del saludo vulcano, Peach —mencionó Pam mirándome mientras entraba.

—Se llama Alec.

—Pues ese Alec se está robando a mi prima.

—Tú estabas en clase de piano, ¿bien?

—Bueno, está bien. Te perdono, pero tengo algo que contarte.

—¿Qué?

—¡Nos mudamos!

—¿Quiénes?

—Mis papás y yo, tonta. Vamos a vivir más cerca. Resulta que bajo nuestra casa había restos de dinosaurios y el gobierno nos compró la casa, así que decidimos mudarnos a una zona más céntrica de la ciudad.

—¡Esta es una zona céntrica! —grité llena de emoción.

—¡Lo sé!

—¡¡Genial!!

—¡Lo sé! —gritó ella también.

—¿Estuviste viviendo sobre restos de dinosaurios?

—Sí.

—Y el gobierno compró la casa...

—Eso es lo que dije. —Asintió.

—Qué raro.

—Raro es tu amigo, ¿de qué tanto hablan? No me parece tan interesante.

—Bueno, vimos una película producida aquí. Horrible, por cierto. Luego hablamos de Japón...

—¿Japón? ¿Qué es un Japón?

—Pam, es un país. —La miré intentando no reír.

—¿Eh? Claro que no, estás hablando con alguien que sacó diez en Geografía toda su vida. Sé perfectamente que «Japón» no es un país.

—Pam, está en Asia.

—¿Qué rayos es una Asia?

—Un continente, Pam.

—Georgia, ¿qué te ocurre? Existe un continente llamado América, donde vivimos, y están los países: Estados Unidos, Canadá, México y Counterville. Dentro de Counterville está Baltimore y aquí estamos.

—¿Estás loca?

—Prima, ¿estás bien? Podemos buscar en internet. —Sacó su computadora y escribió: «¿cuántos continentes existen en el mundo?».

—¿Uno? —leí confundida.

—Ahora, mira: «¿cuántos países existen el mundo?».

—Cuatro... A ver, déjame. —Tomé el portátil y escribí «Japón».

«No existen resultados para tu búsqueda, quizá quisiste decir jabón».

Mi prima me miró y tocó mi frente.

—Bueno, no tienes fiebre, ¿estás bien?

—Sí, estoy bien... Uhm, ¿podrías dejarme? Quiero dormir y...

—Sí, está bien. Descansa. —Acarició mi cabello y me estremecí.

—Espera... Pam.

—Dime.

—¿Sabes qué es un saludo vulcano?

—No, solo lo digo porque Alec y mi tía lo mencionaron la otra vez.

—Oh, bien...

—Adiós, loca. —Mi prima se fue riendo y caminó a la salida.

Todo era tan extraño.

 

—¡Acto de presencia parental! —mencionó Arnold sonriendo. ¿Ese hombre no pararía de sonreírme? Empezaba a asustarme.

—Hola.

—Buenos días, bebita. Vamos a desayunar, anda.

—Uhm, no tengo hambre.

—No, señorita. El desayuno es la comida más importante del día.

—Bien, desayunaré. Pero luego, vayan comiendo sin mí.

—Está bien. —Sonrió y salió de la habitación. Me volví a estremecer y sacudí el cuerpo.

Gia

Buenos días

11:05 am

Alec

Buenos días, ¿todo en orden?

11:05 am

Gia

Sí, creo. ¿Tienes planes hoy?

11:05 am

Alec

Mudarme. Mi padre se enteró dónde estaba viviendo y le pidió a su mayordomo que me consiga un lugar más... Habitable y seguro




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