Zion

Capítulo doce

«Tenía tantas preguntas y a nadie para responderlas».

 

Capítulo doce

 

¿Y mi cuaderno?

—No puedes hacer esto, Alec —supliqué mirándolo, él me miró confundido.

—¿Por qué? No es como si fuese algo malo...

—En definitiva, no lo es.

—¿Entonces? ¿Tan feo te parezco? —mencionó, yo reí negando.

—Al contrario, y eres una persona increíble.

—¡Ahí está! ¡De nuevo con eso! ¿No me crees?

—Basta. —Empujé su frente con un dedo—. Me refiero a que es muy complicado. Hay algo que quisiera contarte pero...

—Soy feo. —Me señaló y suspiré.

—Sí, eres muy feo.

—Lo sabía, ahora dime la verdad. —Rio cruzando los brazos.

—No puedo.

—Nunca le digas a alguien que le quieres decir algo y luego no se lo digas, es horrible, mala persona.

—Es que...

Entonces sentí algo raro, me descompensé y Alec me sujetó antes de que caiga.

—Wow, ¿qué pasó? ¿Estás bien?

—Sí, sí. No pasa nada. Solo me mareé.

—¿Comiste hoy?

—Sí, creo que debo regresar a casa.

—No puedes ir sola a tu casa así, Gia. Espera, llamaré a tus papás para que vengan por ti.

Me llevó hasta uno de sus sofás y tomó el teléfono, de lejos oí decirles a los Todd que me había mareado y si podían buscarme. Pocos minutos después, ellos estaban junto a mí.

—¿Qué pasó, mi amor?

—No sé, me mareé, ¿podemos ir a casa?

—Claro que sí. —Katherine acarició mi mejilla y Arnold me cargó.

—Gracias por avisarnos, Alec.

—No hay problema, señor. —Asintió y vi cómo Alec se despedía de la mano mientras me llevaban al auto.

***

Al día siguiente no fui a clases, me dijeron que descanse, así que solo vi películas malas en Nextflip y releí mis manuscritos de Zion... Y me había dado cuenta de algo.

Zion terminaba en la graduación de Georgia. Y los exámenes finales estaban por iniciar, por consiguiente, una semana más y llegaría la graduación, ¿y después?

¿Qué iba a pasar? ¿Qué seguía? ¿Y si quería volver a la vida real? ¿Cómo lo hacía? ¿Y si todo volvía a empezar?

Tenía tantas preguntas y a nadie para responderlas.

Y como dije, los exámenes finales iniciaron. Si bien es cierto, había escrito que Georgia era buena en los cursos, había cambiado tanto las cosas que realmente no había estudiado durante el año. Así que ahí estaba, estudiando para una historia ficticia, porque no sabía si iba a aprobar.

—Vamos por Matemáticas, chicos. —Alcé las manos, Alec y Pam las chocaron y entramos al salón.

Giré a ver la ventana, Shawn estaba ahí con su moto. Negué con la cabeza y el profesor habló.

—Muy bien, mis pequeños rayitos de sol. Aquí tenemos su examen final. Solo quiero decirles que estoy muy contento con sus notas, creo que han sido el mejor salón del año, así que los felicito. Ahora pueden iniciar.

Y como el primer día, mi mano se movía en automático, resolviendo todo. Tal vez aún quedaba algo de Georgia.

Unos cuarenta minutos después, todos entregamos los exámenes y salíamos en orden del salón.

—Creo que ha sido el más difícil, ¿tú qué opinas, Peach?

—Uh, ajá.

—Gia, ¿podemos hablar? —preguntó Alec mirándome, yo alcé la vista y asentí.

—Bueno, yo voy a estudiar a la biblioteca, ¿de acuerdo? —Pam acarició mi cabello y se fue.

—¿Estás bien? Hace unos días te pusiste mal, y desde ese momento te noto un poco rara.

—No sé qué me pasa, es muy extraño. Me gustaría decirte qué es, pero es que no lo sé.

—¿Te puedo decir algo? Espero que no te moleste.

—Sí, dime.

—Tu padre, el señor Arnold...

—¿Sí?

—El día que fue a recogerte, lo vi diferente.

—¿Cómo diferente?

—No lo sé, no parecía él. Es decir... No era ni siquiera el hecho de que te pusiste mal. Realmente lo vi muy extraño.

—No lo he notado porque últimamente casi nunca está en casa, pero veré eso. Gracias por avisarme.

—Gia, ten cuidado. En serio. —Tomó mi mano y fruncí el ceño.

—Sí, lo oí. Está bien, tranquilo. Gracias por preocuparte.

—Bien, ¿quieres ir a algún lugar? Vamos al cine, oí que van a estrenar otra película horrible.

Sonreí mirando alrededor porque sentía que nos observaban.

—No, debo ir a casa. Le prometí a papá que limpiaríamos el patio hoy.

—¿Qué? Pero… Uhm... ¿Puedo ir?

—¿Quieres ir a mi casa a limpiar el patio?

—Claro, me encanta la limpieza. —Miró alrededor—. Vamos, será divertido. —Tomó mi mano y caminamos a la salida.

—¿Desde cuándo la limpieza es divertida? Alec, ¿te pasa algo?

—Hey, Romeo y Julieta —llamó una voz de lejos y nos detuvimos.

—¿Qué quieres, Shawn? —hablé poniéndome de frente.

—¿Por qué siempre hablan de Romeo y Julieta como si fuera una bonita historia de amor? —preguntó Alec poniéndose delante de mí—. ¿No sabes cómo terminaron ambos? —Shawn palmeó su mejilla, yo quería hacerle algo, pero Alec me detuvo.

—En efecto, lo sé. ¿Por qué crees que los llamo así? —Rio cruzando los brazos.

—Estás enfermo, lárgate. Vamos, Alec. —Tomé su mano, Alec quiso volver, pero halé de él—. ¡Vamos!

—¡Los veo pronto! —Shawn sonrió despidiéndose de lejos.

Todo era tan extraño, le había dicho que se fuera, ¿por qué había regresado? ¿Y los deseos?

—No sé qué le pasa a ese tipo. —Alec se quejó tocando su rostro, justo donde le había golpeado.

—¿Estás bien?

—Sí, es solo que me tocó la mejilla que golpeó el otro día.

Puse mi mano sobre su rostro y suspiré.

—Lo siento.

—¿Por qué te disculpas siempre?

—Porque en parte es mi culpa, pero no vas a entender.

—Si me dijeras alguna razón, seguro podría entender, Gia.

—¿Puedo preguntar algo? —Me detuve un momento, y por consiguiente, también él.

—Claro.

—¿Por qué me llamaste Gia desde el inicio?




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