Zoe

0.6

El 11 de septiembre de 2013 sería una fecha que jamás olvidaría, aquel día estuve a punto de perder mi vida y ver cómo mis padres morían tratando de salvar las suyas, descubrí que nunca nos preparan para cosas como estas, las que nadie creía, pero que finalmente se hicieron realidad. Y es que los zombis no son ciencia ficción: existen.

El origen de la enfermedad, por llamarlo de alguna manera, se creyó en su momento que había nacido en un laboratorio, como la mayoría de virus letales.

La población mundial se veía cada vez más afectada por extrañas enfermedades, de las que poco se conocía e investigaba. Cuando comenzaron a brotar nadie se preocupó por encontrarles una solución, pero cuando empezaron a afectar a miles de personas de todo el planeta, las farmacéuticas compitieron por ver quién conseguía la cura.

Fue una de esas compañías quien logró sacar al mercado y comercializar un fármaco que combatía un setenta por ciento de las enfermedades, lo cual era más de lo que se tenía hasta la fecha, la gente se echó a la calle y en pocos días el medicamento se agotó, dejando incluso a las distribuidoras sin existencias para abastecer a farmacias y centros médicos.

Tal fue el éxito del Protostan que pronto se fabricaron nuevas remesas para distribuir, pero no se cumplió con la reglamentación, saltándose las inspecciones de sanidad del producto, el cual había sido modificado para reducir su coste en el mercado y conseguir una mayor ganancia.

El resultado de todo eso fue que cientos, y después miles de personas comenzaron a caer enfermas. Los síntomas eran los mismos, no importaba qué dolencia hubieran sufrido anteriormente, se debilitaban con rapidez, su organismo no metabolizaba ningún alimento, su cuerpo comenzaba a palidecer hasta un tono gris severo, y solo era cuestión de días que el sujeto terminara falleciendo. Lo más aterrador de todo era cómo las víctimas volvían inexplicablemente a la vida.

A partir de ahí los afectados sentían la escalofriante necesidad de morder a la gente, como si se tratara de un refrigerio. Las personas, que eran mordidas o incluso arañadas por los infectados, terminaban contrayendo también la enfermedad. Era un círculo vicioso.

Los más fanáticos vaticinaban que era la ira de Dios, otros que era causa de la contaminación lanzada al ambiente durante tanto tiempo, aunque a fin de cuentas todo desencadenaba en lo mismo: la extinción de la especie humana.

Han pasado meses desde que el caos se alzó, y vivos y muertos luchan por hacerse un espacio en este mundo.



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En el texto hay: apocalipsis, zombies

Editado: 27.11.2020

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