Ya habían pasado cinco horas desde que logramos escapar con vida del manicomio repleto e infectados de zombis, en un modesto coche de lujo que después de haber atravesado a la horda estaba todo daño y destrozado en el frente, lo que era un verdadero desperdicio desde mi punto de vista como amante de los vehículos, me sentía agotado y aunque la razón del por que fui catalogado como lunático era mi absoluta creencia en la llegada de los no-muertos, no podía evitar el pensar que se trataba de una broma ya que en realidad en el fondo de mi ser como escritor del género, nunca imagine que en verdad sucedería, era miedo lo yo sentía, ante el simple hecho de pensar que lo que yo mismo escribí sobre el holocausto zombi se haría realidad y lo que era peor que podría llegar a superar incluso a la ficción, era difícil el creerlo pero estaba sucediendo, el posible final de la humanidad.
- No me lo puedo creer - decía Gabriel el ex- guardia de seguridad del manicomio desde donde con suerte sólo cinco de los cerca de doscientos pacientes lograron escapar - ¡esas cosas no eran humanas! - daba por hecho algo que todos sabíamos
- Afortunadamente logramos escapar- contestó el director mirándolo por el espejo retrovisor mientras me daba indicaciones de hacia donde ir
- ¿Que vamos a hacer? - dijo estela mirando inconscientemente hacia atrás para verificar que nada nos persiguiera
- No te preocupes- dijo Samuel al ver esta actitud de parte de ella- dudó que nos puedan alcanzar a esta velocidad
- ¿Viste a esas cosas correr verdad?- respondió ella en tono de pregunta- Nunca había visto a una persona correr así
- Eso es verdad- dijo Gabriel- vi como una de las enfermeras a las que conocía venía detrás nuestros a gran velocidad y ella tenía las piernas malas - agregó sudando
- Son mucho más fuertes de lo que imagine - conteste sin desviar mi mirada del camino mientras seguía las instrucciones del director - sabía que cuando el cuerpo moría tendría una fuerza bestial producto de que el cerebro lo dejaría de limitar, pero esto va más allá de lo que pensé - indique bastante preocupado generando un silencio incómodo entre todos
- ¿Hacia donde vamos?- preguntó Samuel rompiéndolo
- No lo se - conteste inmediatamente mirando de reojo al director quien era él que me guiaba
- Nos dirigimos a la base militar Scott ubicada cerca de la capital - respondió sin desviar la mirada del frente mientras me daba indicaciones- ese lugar fue el que me pidió que tratara al paciente- agregó
- ¿Cree acaso que ellos nos podrán ayudar?- dijo Samuel riéndose - si ni siquiera sabían a lo que se enfrentaban cuando enviaron a sus soldados a oriente medio- agregó
- Ninguna persona lo habría podido imaginar - contestó el directo mirándome para dar a entender que yo tenía razón - pero al menos podremos avisar a la población del lugar y evitar que la epidemia se expanda aún más
- Si la horda llega a atacar a la ciudad capital ya nada la podrá frenar- dijo estela sin quitar su mirada de la retaguardia del camino - tenemos que avisar a los militares - agregó
- De seguro ellos lo podrán parar - dijo el ex guardia de seguridad - son la fuerza militar más fuerte de todo el continente- agregó
- Se nota que nunca has visto una película de terror cuando la armada es pulverizada por la horda - dijo Samuel en tono irónico aunque desde mi punto de vista tenía razón
- Estoy intentando calmar a estela - contestó Gabriel mirándola con atención esperando su apoyo
- No es necesario- contestó ella - se perfectamente lo que pasara - agregó
- No perdemos nada con intentarlo - dijo el director - la infección inició en el manicomio con sólo unos doscientos afectados y la base militar Scott tiene armamento necesario como para mantener una guerra por doce semana , si tenemos suerte podremos frenarla- agregó dándome indicaciones de entrar a la gran ciudad, un verdadero monumento de la edad moderna
- ¡Date prisa!- dijo Samuel al verla - la base esta justo al medio de la capital- indicó lo que me hizo recordar que antiguamente era un militar y supuse que alguna vez estuvo allí
- ¡Si señor! - dije en tono militar mientras apretaba el acelerador cuando repentinamente algo vino corriendo detrás del vehículo y se apoyo en la ventana ubicada a mi lado generando temor en casi todos en el auto quienes pensamos que se trataba de un zombi que nos había alcanzado, aunque afortunadamente se trataba de un niño no mayor de quince años de edad quien sonriendo nos ofrecía limpiarnos el parabrisas a lo que yo conteste tranquilizado que no y seguí avanzando en dirección a la base militar
- ¿No deberíamos de advertirle a la población? - dijo Gabriel mientras miraba al niño que se acercaba a otros vehículos ofreciendo el mismo servicio
- Dejemos que los militares se lo diga - conteste frenando delante de un gran portón, cinco minutos después donde un soldado nos hizo parar - si nosotros se los decimos nos tomaran como locos - indique mientras observaba al director
- ¿Quienes son? - preguntó el uniformado acercándose a la ventana
- Venimos del manicomio Santa Teresa - contestó el director - me llamó Maicol North y soy el director general del lugar - agregó